viernes, 28 de mayo de 2021

La primera vez

Construir una escuela
de titularidad pública
desde dentro.
Eso es lo que
hemos hecho.

Cuando las paredes hablan
y el techo se expresa,
sabemos que hay
una sensibilidad de equipo,
un compromiso
por seguir apostando fuerte
por la función social,
una mirada colectiva
donde nadie falta
porque nadie sobra.

Las compañeras
lo hicieron
con los pies descalzos
como sostén al titilar
de las estrellas,
buscando el equilibrio
sin ni siquiera
haberse erguido.
Esos agarres de los
que muy pocas
parecen percatarse,
que hacen las veces
de subir y bajar
una montaña.

Las compañeras
lo hicieron
mediante el placer
de alimentarse,
ese momento
lleno de diversidad
que se junta en un
mismo plato.
Donde se tienen
en cuenta
las condiciones
y las demandas.
Coger el cubierto
con autonomía
como si fuera
la antorcha
que alumbra la cueva.
Desde la más íntima
individualidad
hasta la apertura
de pequeñas tribus
compartimentadas,
con el aliño
de un acompañamiento
perfectamente coreografiado.

Las compañeras
lo hicieron
traspasando las fronteras
limitantes de todo
lo que nos asusta.
Descubrieron humildes
el abanico de posibilidades
de los lugares inhóspitos,
fotografiando
la exploración
y la espontaneidad
para exponerlo
a modo de maqueta
en un prestigioso museo.
El impacto de jugar
libremente
nos exige superar las
cuatro paredes
y ellas,
lo consiguieron con creces.

Las compañeras 
lo hicieron
construyendo
un barco comunitario,
tejiendo una
vela participativa
para navegar entre
nubes y jardines.
El timón de la solidaridad,
el mástil desde donde
se avista el hogar,
la proa donde se juega
al desequilibrio.
Niñas, niños y adultas
se subieron o no, 
dónde tú decides
cómo quieres 
surcar el mar.

Las compañeras
lo hicieron
con un material
no estructurado.
Un puñado de tubos
de distintos tamaños
para dar rienda suelta
a la simbología
de nuestras apetencias.
Dejar hacer y
dejarse sorprender
son dos actitudes
íntimamente relacionadas
que sanan el cuerpo,
la mente y el corazón.
Disponer un espacio
con objetos y sentidos
procura la risa
del refugio
en el que todas
nos hemos cobijado
alguna vez.

Las compañeras
lo hicimos
con una acogida
nunca vista
en el exterior,
donde vuelan las mariposas
y crece la hierba.
Un recibimiento digno
de l@s que se sienten
esperad@s
y de l@s que irremediablemente
tienen que despedirse
con toda su pena
en bandeja.
Un sitio abierto,
amplio y acogedor
impregnado de naturaleza
vegetal y humana.
Un lugar pedagógico
en continua evolución
espiralada,
donde, a veces,
retrocedemos
para coger un
mayor impulso.
Lo hicimos con abrigos,
guantes y gorros
y ahora lo hacemos
sin calcetines, con crema
y en pantalón corto.

Las compañeras 
lo hicieron
con una paleta de colores
y figuras imposibles.
Inundando el taller
de presencia
desde la distancia
y la confianza
de saberse que
no estaban sol@s.
Retales de lienzo,
atrevidos pinceles
y un agua teñida
de expresionismo
con el poder
de la palabra
y la mirada extasiada
de todos los sucesos
acontecidos.

Aquél día,
todas presentamos
nuestras documentaciones
habiendo sido
la primera vez,
y nos fuimos puntuales
sabiendo que había
merecido la pena
pese a lo que se diga
de las primeras veces.

_ Al equipo de la E.I. Las Nubes_

jueves, 27 de mayo de 2021

Sueño con reventarte la cabeza

Pienso en ello
constantemente.
Me imagino
en un videojuego
sin ley ni orden
cazando nazis,
sin purgas peliculeras.
Una oda a la violencia
para desquitarme
la rabia,
la angustia
y el miedo.
Sé que esto
no arreglará
el mundo,
pero parafraseando
a Albert Pla,
'un nazi muerto,
un nazi menos'.
No es consuelo perenne,
pero me subiría
el ánimo caduco.
Sueño con ponerme
a tu nivel
sin reglas
ni consecuencias
y que salga vivo
el que más suerte tenga.

Está de moda
clasificaros
en el discurso del odio,
como si eso
importara al electorado.
Se ha demostrado
todo lo contrario.
Por eso no me quedan
más alternativas
que desearte
la desaparición
y que no encuentres sitio
con tus dioses de palo.

Sueño con devolverte
todo el daño
que produces
para poder respirar
calmado.
Sueño con que mi hijo
no te padezca,
por eso tengo
que acabar contigo.
Y puede que no
suene nada bien,
pero los relatos
llegan a donde llegan.
Ya está bien
de autocrítica
y buenismo
para que ellos 
salgan justificados
en los telediarios.
Al nazi se le combate
con bate
para manchar
su piel
que tanto ama.
Sueño con que los nazis
no puedan utilizar
las palabras
defender y solidaridad,
hasta dónde y cuándo
se lo vamos a permitir.

Sueño con reventarte
la cabeza
y que por fin
se libere la mía.

martes, 25 de mayo de 2021

Lo mismo que dura una maratón

Ha tardado en salir
a la calle
lo mismo que dura
una maratón:
42 kilómetros
(42 días)
y 195 metros
(a las 11.30 AM del día 43)
después.
Pasado este tiempo
nos damos cuenta
que los zapatos
se le han quedado
muy justos.
La rutina de vestirse
le ha parecido forzosa
pese a haberla
practicado a diario.
Escoger solo una pelota
le ha resultado difícil.

Salimos a la calle
con dudas,
en silencio,
observando
todo lo que antes
había sido prohibido.
Da sus primeros pasos
al salir del portal
con alegría
pero incertidumbre.
No sabe muy bien
si seguir hacia delante
o volver
a lo que está acostumbrado.
Le ofrezco la mano
como salvoconducto
para que entienda
que por fin
tenemos el permiso
de hacerlo
sin represalias.
Con la otra mano,
sujeto el carro.
Tras dos minutos
dando vueltas
sobre nosotros mismos,
conseguimos cruzar
juntos el primer
paso de cebra.
No hay marcha atrás.
Comienza nuestro paseo
de un kilómetro
a la redonda
para descubrir
de nuevo a los pájaros,
a los conejos sin miedo,
a la naturaleza
desatada
por la ausencia
del humano.
Mamá nos anima 
desde la ventana
del quinto piso
y se enorgullece
como si fuera
el primer día
de escuela.
Le narro
el paisaje,
le cuento los árboles,
recibimos colmados
el aire frío
de un domingo
distinto
al de los seis
anteriores.
Va sentadito
en sus carro
con una quietud
atípica en él;
con las manos
entrelazadas
haciendo como si
se sujetase
a sí mismo.
Necesita tiempo
y confianza,
será cuestión de días.
Fija su mirada
más allá
del adulto
demostrando
que necesitaba 
tomar distancia
de las mecánicas
herméticas.
Sonríe levemente
sin perderme de vista
con el rabillo del ojo
siempre alerta.
Es casi como
empezar de cero.
Saluda a los perros
y sus dueñ@s
sin saber
quién lleva a quién.
Respetamos responsables
la distancia de seguridad social
y evitamos avistar
los parques
por lo que pueda pasar.
Le cojo en brazos
para que su perspectiva
supere el metro y medio
de altura
y se regocija
en el mástil
mirando el horizonte
desde el refugio
que puedo ofrecerle.
El tiempo se agota
y volvemos
con la cabeza
bien alta
y el cuerpo erguido,
las manos sucias
de alguna caída
y el corazón a tope
tras derribar
las cuatro paredes.

Guardamos el carro
en el cuarto
del contadores
y subimos las escaleras
comentando la jugada,
más contentos
que unas castañuelas.
Llegamos a la puerta 
de la Mariana
67 escalones después
y golpea la puerta
con decisión
porque sabe
que tras ella,
cuando se abra,
podrá contarle a su Mamá
todo lo acontecido.


Somos nuestr@s pamadres

Hoy
me he levantado 
un poco pronto,
porque esto del dormir
nunca se me dio bien.
¿Qué derecho tengo
a quejarme de que
mi hijo no duerme
lo que yo opino
que debería,
si yo mismo
en la adolescencia
renuncié 
a ciertas horas de sueño?
De esto precisamente
llevaba tiempo 
queriendo escribir,
de lo que somos
y de dónde nos viene.

Llega un momento
en la vida,
ya de adulto
y reconciliado
con muchos de tus errores,
que empiezas a decir
que si eres así o asá,
es gracias o por culpa
de tus pamadres.
Otra excusa,
para bien o para mal,
que no reconoce
que hace mucho
cortaste el cordón umbilical
porque era lo que tocaba.
Y está muy bien,
no pasa nada joder,
es justo y necesario,
como dirían en las homilías,
hacer lo que en un
momento determinado
debemos hacer.

Pasar de la idolatración
a la decepción 
más profunda,
hasta volver
a una mirada de
pasión y agradecimiento
no es incoherencia,
es un camino habitual
en esto de
las relaciones filiales.

Y lo que somos, somos,
precisamente
porque fuimos
acompañadas,
generalmente
por nuestr@s pamadres,
pero eso no quiere decir
que seamos ell@s.
Somos independientes
a lo que quisieron
que fuéramos. 
Claro que cogemos
un poquito de allí
y de allá
de todo lo que
nos proporcionaron,
pero seguimos
sin ser ell@s
aunque nos parezcamos
en muchas cosas.
Y no debemos confundir
el estar orgullos@s
de nuestr@s progenitores,
con la imagen y semejanza
de lo sagrado.

Por suerte,
haremos,
diremos
e iremos
más lejos
de lo que fueron ell@s
para construir
algo nuevo y único
en lo que creer.
Más tarde,
nos ocurrirá lo mismo
con nuestr@s hij@s
porque de este bucle vital
no se puede escapar,
sólo se sobrelleva
y se hace lo posible
para resultar
más honesto
y más respetuoso.

Por tanto, no,
no somos nuestr@s
pamadres
por más que
en la madurez
nos obsesionemos
con su vivo retrato.
Somos más que eso
porque ell@s fueron
lo que quisieron
o pudieron ser,
y eso no es reprochable.

sábado, 22 de mayo de 2021

'Mayéutica'

¿Sabéis lo que significa
tocar techo?
En uno de los 
comentarios,
proponían liberar
el álbum
en el espacio.

Es escuchar 'Mayéutica'
a solas
en un salón
a oscuras,
con ambiente húmedo
y los ojos cerrados
imaginando que puedes ser
cualquier cosa.

Es ir por la calle
en soledad
en medio de
tanta gente
con los gestos
más democráticos
que expresaste nunca.

Es ser la cuerda del violín
fuertemente violentada
con una voz de fondo
que te acompañará siempre.

Es llenar una habitación
con todo lo que te falta
y saltar tan alto
que tardarás en caer
toda una vida.

Es embestir tu memoria
con todas las sensaciones
habidas y por haber
y jurar 
por el cielo y la tierra
que no volverás
a pasar un sólo día
sin escuchar este disco.

Es compartirlo
con tus amigos y amigas
como si fuera
una creación propia
que desborda tu orgullo.

Es trascender y elevarte
como si tuvieras fe
en los milagros
y pudieras salvar lo incurable.

'Mayéutica'
es arte,
es catarsis,
es filosofía,
es norte,
es la guerra,
es desvanecerse,
es inmersión,
es historia,
es transgresión,
es atemporal,
es lo que siempre
habíamos estado buscando
y no sabíamos
cómo se llamaba.
Pues se llama 'Mayéutica'.

jueves, 20 de mayo de 2021

La Loba

La Loba
es el concepto
de manada
bien entendido.
Quién no quiso a Loba
nunca quiso a su madre.

Tu padre te lloró
como un niño desconsolado
en mitad de una carretera
secundaria
minutos más tarde
de haberte abrazado
con una manta.
Porque eso es
lo que fuiste
para todas nosotras.
Un manta negra
que no se despeluchaba
con la que abrazarnos.
Eras la almohada
de cualquier cachorr@
que se te acercase.
La queja que nunca tuvimos
porque no hubo
ni habrá
animal más humano
que tú.

Mirar a la Loba
curaba el cáncer,
porque mientras
te observaba
con la lengua fuera,
parecía que sonreía
pidiendo sin ladrar
una caricia.
Eso también era Loba.
Una zona de descanso
gratuita que no
te pedía nada a cambio.
Loba era el apeadero
en el que todo el mundo
se regocijaba
un rato.
Una bestia parida
del cariño.
Una perra guardiana
que prefería 
el refugio de casa
al paseo de campo.
Una montaña honesta
que esperaba
ser descubierta,
sin el protagonismo
que copan
las que quieren
estar por delante.

Tengo un amigo
que se hubiera 
casado con ella,
y mi casa,
la Mariana,
dice que en aquellos días
que albergó a Loba
se sintió más completa.
Mi hijo se tumbaba en ella
para despojarse
de todo lo malo,
y yo, 
cada vez que sabía
que subía a verla,
temblaba por dentro.

Aquél día
no murió sola,
llevaba varios días
despidiéndose
con calma y humildad,
sin hacer ruido,
tal y como era.
Sus am@s lo sabían
entre líneas.
Aquél día
quiso una justa
intimidad
para ahorrarle
el sufrimiento
a su hermana Laia,
seguramente apoyada
nerviosa
al otro lado de la pared.
Aquél día,
pese a la dureza,
ella sabía que iba a morir
y dio permiso
a su familia humana
para que marcharsen
con orgullo y dignidad
porque ya se lo habían
dicho todo,
hacía mucho
que se sabían
todas sus partes
del cuerpo de memoria.
Aquél día
decidió morirse tranquila
porque en su recta final
conoció a Ainhoa y Leo,
l@s cachorr@s 
que nunca tuvo.

La Loba es demasiado Loba
para las que no
la conocsiteis,
pero podéis fiaros
de lo que escribo
y creer en ella
como si hubiera sido
vuestra abuela.

Las manadas aullaron
como último homenaje
a su compañera de viaje.


_A Loba y su familia_


martes, 18 de mayo de 2021

Eres el sitio

Si no te lo ha dicho nadie,
que sepas,
que hay alguien
que piensa
que eres su sitio.
Yo te lo explico:

Eres el sitio donde
desfilan las flores,
el punto de encuentro,
la zona cero.
Eres el sitio
de los vinilos antiguos,
la feria de barrio,
'el rayo que no cesa'.
Eres el dónde
de alguien,
el cuándo inmediato,
el cuánto haces falta,
el sueño del que todavía
no hemos despertado.
Eres el sitio
del que pregunta
porque quiere
ser encontrado,
el resultado subrayado,
el café con hielo
en verano.
Eres el por qué
del que camina
a tu lado,
la muleta que alguna
vez necesitamos,
la opción numérica
a la que nos 
hemos acostumbrado.
Eres el sitio inhóspito,
la zona virgen
inexplorada,
la conclusión de la tesis
que te hubiera gustado
haber patentado.
Eres el sitio
de donde nacen
las asambleas,
la horizontalidad,
el sitio donde
te aseguras
ser nombrado.
Eres el sitio
público-privado
donde confluye
la convivencia armónica
de los instrumentos,
la palabra clave,
el código secreto.
Eres el sitio donde
se construye 
la casa de campo,
el punto en el mapa
donde nos conocimos,
la zona de confort
del océano.
Eres el sitio estratégico
que nos hará ganar,
el videoclub de los
que ya no existen,
el único parque
entre las ruinas.

Siempre serás el sitio
con el que sueñan otros.
Siempre serás ese sitio
que cualquiera necesita.
Que no te quepan dudas,
ni más sitios.

sábado, 15 de mayo de 2021

El palo zamorano

Lo cojimos bajo
unos juncos
que crecían
en el río Tera,
al lado de un parque
de 1987,
en la localidad
El Puente,
al norte de Zamora.
Ninguna sabíamos
que allí se iba a hacer
una foto histórica.
Paseamos aireosas
combatiendo el verano
y a los fascistas.

Con el tiempo llegaron
el revelado en papel,
la impresión en camiseta
y el grabado en la piel.
Una edición de coleccionista.
También llegaron
el orgullo,
la vanidad
y la pérdida
de presunción de inocencia
por alusiones y agresiones.

Eligió a un simpático
venezolano por redes,
para ejercer la tinta,
el estilo
y el volumen.
Me llamaba 'mi rey'
mientras sonaban
rapers latinos
por el YouTube.
Le entregué
mi antebrazo izquierdo
como quien ofrece
su ayuda
para cargar con el peso.

Su estrategia consitió 
en ir
de abajo hacia arriba,
como 'las de abajo
contra los de arriba'.
Lo primero que hizo
fue marcar el rojo
de la bandera
de Acción Antifascista.
Escogí el modelo negro,
el del anarquismo
y antisistema,
el que pone
por encima de todo
el antirracismo.
Ser antifascista
es serlo todo.
Todas las cosas buenas
que existen
se recogen
en esa palabra.

Los zapatos,
las piernas,
el pantalón corto.
Su brazo izquierdo
sujetando
el palo zamorano.
Sentí cómo
se incrustaban en mi
todas las injusticias sociales,
de género y de clase.
Ya podía disponer
de un arma de madera
para combatir
el sistema.

Luego vino el torso,
los pliegues de la camiseta
y un cuello la descubierto
que defenderé
con todo mi cariño.
Quien ose agarrarlo
con crueles intenciones
se le anticipará
la muerte de frente.

Más tarde llegó
su brazo derecho
sujetando
su mano a la mía.
Ésta parte,
cerca de la axila,
fue la que más dolió,
porque desde el momento
que te dan la mano,
sufres al pensar
en cuánto va a durar
el sostén.
Yo te daré la mano siempre,
si quieres,
tengas dos,
doce
o sesenta años.
Que el reflejo de prensión,
con tu permiso,
nos dure toda la vida
y parte de la muerte.

Por último, 
casi llegando
a la hora
del dibujado,
quedaban los trazos
de la cabeza.
La que sujeta las ideas,
las creencias
y las convicciones.
Siempre erguida,
paralela
a tu columna,
con los ojos bien abiertos
y la mirada atenta.
Sonríe cuánto
y a quiénes
te apetezca,
aprieta los dientes
cuando sea necesario
y besa mucho
siempre que tengas
el consentimiento oportuno.

Con éstas líneas
finalizaba el tatuaje de
'El palo zamorano',
el antifascista que serás,
la silueta que me acompañará.
Todavía con sangre,
lo besé como se besa
a un recién nacido
saboreando
la victoria
de habernos conocido.

Nota de autor: escrito el domingo 21 de febrero de 2021.

jueves, 13 de mayo de 2021

La sonrisa de Enzo

La sonrisa de Enzo
es partisana.
Como si yo fuera
Sampedro y Salvatore
al mismo tiempo
y lo único
que me quedase
fuera Bruno,
mi nieto.

Lo dice su abuela,
mi madre:
"es lo más bonito
que tienes,
la sonrisa".
Y es verdad,
pero qué voy a decir yo.
El achinamiento de cara
siempre me recordó
a Juan José Ballesta,
un actor que descubrí
en mi infancia
y al que le guardo
mucha ternura.

Cuando era más pequeño,
sonreía sin filtro
a quien se le pusiera
por delante.
No sé si a modo
de reflejo
o con unos mínimos
de consciencia.
Lo que si
puedo asegurar,
es que daba 
mucho gustillo verle,
porque cuando
Toni Mejías
aboga por defender
la alegría,
está hablando
precisamente de eso,
de sonreír como esencia,
como base del sustento
que necesitamos
para seguir avanzando.

La sonrisa de Enzo
no es etrusca,
pero podría serlo,
sólo que no vivimos
al norte de Italia.
Pero ese tipo de sonrisa,
aunque la ejercen
bien pocos,
es universal
a cualquier lugar
al que nos refiramos.
Y a mi me ha
tocado en casa.
La llevo puesta
como quien lleva
sus pies a todos lados.
La defiendo
como el antifascismo
que lucha por todo
lo que es bueno.
Me la sé como
las tablas de multiplicar
que memoricé
en Primaria 
con Manuel de la Chía.
Y la ejerzo como el latido
de un corazón
para seguir viviendo.

Enzo se define
por su sonrisa
y solo deseo
que nunca la pierda,
porque esa sonrisa,
justo la suya,
son las palabras
que nunca 
nos atreveremos a decir,
es la buena convivencia
entre los pueblos,
es pedir perdón
sin restos de vergüenza.

La descubrió
hace tiempo
y ahora juega con ella
mientras se mira al espejo
para ensayar
sus posibilidades.
Sé que si llevara mascarilla,
reventaría las costuras
sin esfuerzo.
Es su arma atómica
a la que muchas
tienen miedo
porque nunca
la han experimentado.
No es una metamorfosis,
es la única
religión posible.
Es el principio y el final
de la entropía.
Es la suerte
de tenerte/la
en casa.

No es que no lo
haya dicho nunca,
pero tampoco
lo he dicho lo suficiente:
YO
YA
ME
PUEDO
MORIR
TRANQUILO.

martes, 11 de mayo de 2021

Todo va a ir bien

Todavía no somos
dioses clarividentes
del antiguo Olimpo,
así que no necesito
generalidades amables
que me diría
un cualquiera.
Cuando algo
me afecta o
me preocupa
y te lo hago saber,
no necesito
que ensayes conmigo
tus buenos propósitos,
ni siquiera
que intentes despejar
las incógnitas
que me amargan,
sólo espero de ti
que me escuches,
que me mires
y que me abraces.

"Todo va a ir bien"
es una mentira
como un catedral
por dentro y por fuera.
Mi llamada de auxilio
no busca esperanza
ni diagnóstico.
No quiero que me digas
que todo va a ir bien
porque nadie
lo puede saber.
Porque el
"todo va a ir bien"
ya me lo he dicho yo
mil veces
antes de que
acudiera a ti.
Te reclamo
en el sentido
más emocional
de las cosas
que nos influyen
justo por ser
un o una referente.
Quiero tu objetividad,
que seas puente
para que consiga
cruzar yo solito,
que no me pongas
ejemplos que
no vienen a cuento,
porque mi historia,
en ese momento,
no es equiparable
con nada.
Es el egoísmo
de los sucesos
dramáticos
y a lo mejor no es justo,
pero cuando me recupere
te pediré perdón 
por las molestias.

Todo va a ir bien
o no,
pone en peligro
mi integridad,
mi presencia,
mi asunción 
de inocencia.
De verdad,
cuando me digas
que todo va a ir bien,
no me va a hacer
sentir mejor.
Quizá funcione
con otros,
pero conmigo no.
Ten la delicadeza
y la sensibilidad
de acompañarme
en estos términos
primero,
porque yo haré
lo mismo contigo,
y segundo,
porque te estoy
avisando
de otro mensaje
aprendido que a mi
no me aporta
absolutamente nada.

En todo caso
y siempre,
muchas gracias.
La intención cuenta,
pero en ocasiones
no es suficiente.
Cuidemos la manera
de hacer las cosas.

viernes, 7 de mayo de 2021

No me fiscalices

Las fiscalizaciones
son para los carceleros,
el resto son medidas
de autoridad para seguir
manteniendo el poder.
La confianza hacia
los subordinados
nunca estuvo
tan cogida con pinzas.
La clave está
en atreverse
a manifestarlo.
Levantar la mano
dejándola abierta
para crear una
barrera simbólica
que defina
cuál es su espacio
y cuál es el tuyo.

Defender tus acciones,
amarlas con delicadeza
y blindarlas con
un marco teórico
para que ningún juez,
ningún jefe,
ningún compañero
pueda dirigirse a ti
desde una tarima
de arriba hacia abajo.
Todo lo contrario,
las exigencias
deben ir desde
las de abajo
hacia los de arriba
para que precisamente,
esas situaciones 
de superioridad,
no perjudiquen
siempre a las mismas.
Y lo haremos
con lar armas
que tengamos,
las que cada una
pueda disponer.
Y las utilizaremos
con fuerza y ánimo
de justicia
como el documento
de garantías firmado,
que si no se cumple,
se va a la hoguera
con todo el barco.

A mi no me fiscaliza
ni tu Dios.
A mi me propones,
me orientas
con flexibilidad,
me ofreces alternativas
y me favoreces
la capacidad de decidir
por mí mismo.
Si no jugamos
en estos términos,
no pienso
jugar contigo,
y lo peor
que le puede pasar
a una persona
aparte de morirse,
es que se le haya
olvidado jugar,
es que nadie quiera
jugar con ella,
es perderlo todo
con toda la vida
por delante.

No me fiscalices
por encima del hombro,
ni por debajo,
no lo hagas,
porque me subo
a una banqueta
y te meto un capón
con la barbilla
para que por una vez,
seas tú
quién se quede
con la boca abierta.
Fiscalizar
sólo lo harán unos pocos,
el resto les acorralaremos
para no volvernos
a sentir inferiores.

Bueno, pues ahora son dos

"Bueno, pues ahora son dos"
es una frase
como cuando tus padres
te castigaban
un día sin bajar a jugar,
y otro más
por haber contestado.
Es esa falta
de personalidad
agarrándose fuerte
a otra que no es la tuya.
No sólo no querías algo,
sino que ahora lo tienes
por duplicado.
Es esa prepotencia
beligerante
que fulmina
al adversario
por la espalda.
Esa cervecita
que no puedes acabarte
cuando te están
invitando a la siguiente.
Esa sensación
de hartazgo,
de saturación,
de saber que 
vas a vomitar
y quieres evitarlo
a toda costa.
Es el fin de la cita
que te desarma
y te vacía un poco más
el ratio de la alegría.
Cuando te preguntas
si es mejor
el remedio
o la enfermedad.
Como cuando te dicen
que lo tenías
que haber pensando antes,
o el te lo dije de los cojones.
La arrogancia
de los que se las dan de listos
hasta que te desangres.
La bala perdida
que acaba incrustada
en el pecho amigo.
La salida de tono
que no deja
indiferente a nadie,
pero que te callas
por miedo
a las represalias.

Todo esto viene
porque tenía
que escribir un texto
y ahora son dos.
Aunque puede
que sean tres.
No sé cómo 
va a acabar esto.
Sean los que sean,
aquí sigo,
me mantengo.

Avísame cuando tengas un hueco

Avísame cuando
tengas un hueco
es un desprecio
a las agendas imaginarias.
Es una frase retórica
para decirte 
que te necesito.
Es una llamada de atención
para que le des
una vuelta a 
tus prioridades.

Hueco no te
va a faltar.
Como el sitio
que siempre
has merecido
aunque llegue tarde.
No está de más
que de vez en cuando
nos tiren de las orejas,
o que llamen
a nuestra puerta
sin avisar.
O que nos recuerden
que los descuidos,
aunque hayan sido
sin mala intención,
pueden producir dolor.

No me canso de repetir
que no estamos solas
en este mundo.
Avísame con todas
las señales
sin caer
en juegos de reproche.
Exige el hueco
que te corresponde
haciendo uso
de los cuidados.
Haz las preguntas
que te parezcan necesarias
siempre que 
sean respetuosas.
Asume el contenido
de las respuestas,
sean cuáles sean,
siempre que te hayas
atrevido a preguntar.
Y lucha a muerte
por acompañar
lo que te parece justo
que debe ser acompañado.

Sin remordimientos.
Con empatía.
Dando ejemplo
de que lo que pides
para tí,
que sea parecido
a lo que tú
puedes ofrecer.
Hay maneras de enseñar
que son accesibles
para todo el mundo
y esas son las 
que me conmueven
y las que me mueven
a seguir haciendo hueco.

lunes, 3 de mayo de 2021

Cartas con balas dentro

¿Os acordáis cuándo
manteníamos
relaciones epistolares
en la década de los 90?
O esa caja de zapatos
que seguramente
tengas guardada,
dónde se amontonan
aquellas notas
clandestinas
en mitad de una clase.
Quien tuviera deferencia
por la memoria,
ponía la fecha
arriba a la derecha.
Quien se las diera
de clásico,
escribía la palabra
"Querido/a".
Y quien fuera al grano,
empezaba a escribir
con una pregunta.

Volver a casa
con autonomía
e ilusión de abrir
el buzón y encontrar
una respuesta dentro,
no estaba pagado.
Habiendo mal digerido
el principio del nuevo siglo,
ahora las cartas
contienen
amenazas de muerte
con balas dentro,
o navajas,
o con alguna parte
del cuerpo desmembrada
como en las
mejores películas.

Antes las cartas
se utilizaban
para declaraciones de amor
y promesas eternas.
Ahora dicen
que las escriben
los locos escapados
de algún psiquiátrico.
Otra vez
como en las
mejores pelis.

Hace tiempo
se llegó a escuchar,
que en el sobre
de las votaciones
se encontraron
rodajas de chorizo
de marca blanca
haciendo alusión
a los impostores
gobernantes.
No es de extrañar
que ahora
la cantidad de potenciales
gobernantes decentes
abran sobres
con olor a pólvora y plomo.

Acaecidos los hechos,
tenemos a
los que amenazan de muerte,
las que son amenazadas,
los que se mofan viles
y los que blanquean
con portadas y rótulos.
A ver si lo
he entendido:
Puta ETA.
Venezuela dictadura
bolivariana.
Que vienen los comunistas.
Pero que el
coletas-chepudo
reciba munición
del ejército pues...
se te escapa la sonrisilla,
te pone cachondo,
desata tus deseos
más perversos.

Bien, pues eso
es lo que votáis.
No hay trampa ni cartón.
Votas homofobia
sin cortarte las uñas.
Votas xenofobia
sin despeinarte.
Votas machismo
con los huevos por delante.
Votas franquismo
porque lo de tus
bisabuelas era mentira.
Votas fascismo
sin cagarte encima.

Más allá del odio
que tengo,
porque te lo tengo,
sólo espero
que recibas una carta:
la de tus hijos
diciendo que
se van de casa
para no volverte 
a ver nunca más.
Eso duele más
que una amenaza de muerte.
Esa es la carta que
te mereces.

¿Qué si te pegaba
una paliza?
Pues claro.
Tengo que defenderme
de tus deseos 
de rebanarne el cuello.
Esa es mi desdicha.
El odio que compartimos.
Pero alguien tiene
que reconocerlo.

sábado, 1 de mayo de 2021

Encerrados ahí fuera

Mirar por la ventana
y pensar que el mundo
está dentro
y los de fuera
deambulan encerrados.
En cierto sentido es verdad.
Cuando cierras
la puerta de casa
para bajar las escaleras,
empiezas a barruntar
el humo y el ruido
que te atraparán,
como las voces
que consumen la psique
de las personas
con enfermedad mental.
Sales del portal 
y ya no hay
refugio que valga.
Comienza la angustia
de soltarse por primera vez
de la rama del árbol
para conseguir el vuelo.
Elegir la zona del río
con menos caudal
para cruzar
a la otra orilla.
El momento justo
de atravesar la carretera
que invade tu campo.

Qué pensarán los conejos,
loas caracoles,
los pájaros,
mirándonos
de abajo hacia arriba.
Con cuántos indecentes
nos chocaremos
por accidente
mientras caminamos.
Cuántas anécdotas
de mierda
llevaremos a casa
por la noche
junto a la barra de pan
bajo el brazo.

Encerrados ahí fuera
como la mejor reconversión
de las sociedades fordistas.
Como los pasos de cebra
que se van borrando
con el tiempo.
Como las aceras levantadas
que se arreglan
cada cuatro años
coincidiendo
con las elecciones.
Encerrados ahí fuera
es tener 
un miedo constante.
Provocar sin ser provocado
y esperar,
con suerte,
que no te pase nada malo.
Encerrados ahí fuera
nunca será
como estar encerrados
aquí dentro,
porque es muy posible,
que lo de casa
hayas podido elegirlo,
y si ni siquiera tienes eso,
es que no te queda nada.

Los únicos que no piensan
que los de fuera
estén en encerrados
son los presos y las presas.
Lo que nos une
es la sensación
de que todo,
absolutamente todo,
escapa a nuestro control.

_A Jarocho_

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XX