y pendenciero,
el perfecto
chivo expiatorio
para sentirnos
menos culpables.
Dicen que el tiempo
pone a cada una
en su lugar,
otro ejemplo más
de echar balones fuera.
Lo único que no podemos
hacer con el tiempo
es atrasarlo,
detenerlo
o adelantarlo,
pero la humanidad
ha sido capaz
de corromperlo.
El tiempo es un concepto
que no se puede tocar
y que sigue pasando
mientras pensamos en él.
Desde que nacemos
empezamos a morir,
eso es el tiempo.
Lo de después
son creencias,
hipótesis
y deseos
no empíricos.
En términos personales
el tiempo también
se nos escapa
como la mariposa
que se escabulle elegante
con su aleteo
de nuestra mano.
¿Cuántas veces hemos
perdido el tiempo
durante esas reuniones,
viendo la tele
o esperando ese tren?
Efectivamente
el tiempo marcará
la verdad o la mentira
de la calidad del mismo
que pasamos con nuestr@s
seres querid@s.
Cuántos errores pudieron
ser subsanados
y por dejar
pasar el tiempo
perdimos la oportunidad
de hacerlo.
Postergar 'un perdón'
o un 'te quiero',
es jugar en contra
del tiempo
y tenemos todas
las de perder.
El tiempo,
a veces,
es un sacrificio,
un coste de oportunidades,
una tesitura
donde eliges
abrazar una opción
y tomar distancia de otra.
Es un problema
matemático irresoluble
porque no podemos
estar en dos sitios a la vez,
pero lo verdaderamente grave
es no saber estar
ni siquiera en uno.
Siempre es tarde
cuando nos da
por pensar
en el tiempo.
Esa especie de duelo
mal curado
que nos carcome.
Igual que pensar
en un tiempo futuro,
suelen ser expectativas
que se difuminan
demasiado pronto.
Intenta recordar
cuántos segundos
duró tu último beso,
a qué cosas
dedicaste el tiempo
aquella tarde a solas,
que le hubieras dicho
a esa persona,
ya desaparecida,
en los últimos minutos.
Cada vez más,
intento asumir el tiempo
como un niño
que sufre una caída
y lo único
que quiere en el mundo
es ser atendido
y consolado
en lo más puramente
INMEDIATO.
_A Posi_
Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XI
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