Aquellos bancos
que sellan
el pacto de amor
entre adolescentes,
los que sujetan
ancian@s,
los que sirven
de escalón
para las criaturas
más pequeñas.
Los bancos
de madera
abandonados
a la lluvia,
a la podredumbre
de quien se
sienta en ellos.
Duros y descuidados
apresan
al tiempo
para que el tiempo
no pase por ellos.
Y allí,
las personas,
en los bancos,
se relacionan
sintiendo
el aire en sus caras,
sabiendo,
que no pueden
esconderse.
Son gratuitos
y antiguos,
algunos modernos.
Cómplices
de los secretos
mejor guardados.
Cuenta-Cuentos
de historias fallidas
y éxitos
inesperados.
En ellos
se mean los perros.
En los bancos
se besa,
se ríe,
se piensa,
se espera...
...se espera
a veces más tiempo
de lo que perdura
un paseo.
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