Me da la sensación
que huyo
una vez más,
como tantas
otras veces
lo he hecho.
Hablábamos
de coherencia,
ideales
y actitudes,
y de nuevo,
es el contexto
el que lo acaba
determinando todo.
Discutiendo yo
con "Mi" Kuadrilla
la trascendencia
de la vida,
y fue la propia vida
la que me llevó
al precipicio de huida.
La incoherencia
de tener las cosas claras
y pese a ello,
no ser capaz
de defenderlo.
Es verdad
que nos avala
la mejor
de nuestras
empatías,
pero no es
suficiente
ya que siguen
predominando
aquellos espacios
donde el vacío
nos consume,
nos hace pequeños.
Pero nosotros
seguimos e insistimos
"kamikazes"
incansables
en búsqueda
de lo justo,
al acecho
del verdugo.
No somos más
de lo que demostramos,
porque aunque
nos gustaría,
andamos
maniatados
de aquellas
cuestiones
que escapan
a nuestro control.
Pero lo intentamos,
y eso jamás
nos puede ser
reprochado;
es cierto
que nos equivocamos,
pero nunca
malintencionados.
Ahí reside
nuestro mérito,
en no quedarnos
parados,
discutiendo
acongojados,
siempre abrazados,
nunca separados
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