Dos años del cambio
y de cambios.
Entramos haciendo
mucho ruido,
el mismo,
que ahora
atronan los oídos.
La voluntad popular
de deconstruir
para hacer algo nuevo
sigue intacta
con la mitad
del camino recorrido.
Se han cometido
humanos errores,
pero es que
han venido sucedidos
por humildes
rectificaciones,
algo,
a lo que no estábamos
acostumbrados.
Todavía queda tiempo
para no resultar
ceniza que se
lleva el viento
como las palabras.
Si solo fuimos
rediles,
ahora somos
institución.
Los barrios lo intentan
con los pocos
recursos que tienen;
agonizan transparentes
tras el asalto
y la inexperiencia.
Pero las ideas vuelan,
vuelan tan alto
para no ser alcanzadas
por un monstruo
que sujeta
el costumbrismo
en una mano,
y la jaula
en la otra.
Es complicado
sin el aval de la gente,
por eso aguantamos
sintiendo el embiste
del oscuro pasado.
Dos años del cambio
y de cambios
despertando
convencido
que no nos hemos
equivocado,
pero si el día llegara,
tiraré de la manta
para jamás,
volver a sentirme
arropado.
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