Os preguntaré algo:
¿Sabríais calcular el tiempo qué habéis besado y os han besado a lo largo de vuestra íntima experiencia en el arte del BESAR?
Me explico:
De vez en cuando leo o escucho cosas como la cantidad de kilos de alimentos que comemos de media a lo largo de nuestra vida, cuántos kilómetros andamos, cuánta basura generamos e incluso cuánto tiempo (en horas) dormimos en total.
Pues bien, ¿a alguien se le ha ocurrido calcular cuánto tiempo besamos, nos besan, se besan, os besáis y me beso? Intentad conjugar el verbo, es un ejercicio conmovedor.
Voy a intentar dar respuesta al tiempo invertido que llevo en esto de la liturgia de los besos: Desde bien pequeñito mi madre me inculcó que los besos nunca se rechazaban; esta teoría entraría en discusión con las nuevas tendencias que dicen que los besos nunca se deben dar ni recibir de manera obligada. Todo es matizable, bueno, todo no.
Antes me encantaba recibir besos; ahora, lo que más me gusta es darlos de todas las formas y colores posibles, sin olvidarme de los sabores claro. Tengo 27 años, y haciendo un cálculo sin base científica, dictamino que tengo dos años completos en estos del besar y ser besado.
He dado infinitos besos para saludar y despedirme, tanto a hombres como a mujeres, contando a los animales y pasando por algún que otro objeto sujeto de mis rituales. Me he recreado segundos y minutos enteros dentro de una sola boca durante 10 años enteros. He masajeado con mis labios un cuerpo que conozco mejor que el mío en sesiones de 30 minutos; los preliminares son una buena costumbre, equiparables al brindis poniéndole el broche del beso.
Beso de frente con actitud paternal
y beso la mano para mostrar mi admiración.
Beso la portada de un libro tras acabarlo.
Beso la sombra que se difumina en Domingo
cuando nos separamos.
Beso la lluvia al caer y a veces,
hasta la morreo.
Le devuelvo el tacto del beso a la niebla.
Atrapo a mi Cuadrilla en besos
para que no se escape nunca.
Dí el beso que me cambió
la vida con 17 años.
Beso mucho a la memoria
para que siga intacta.
Beso al escribir cada palabra que recicles.
Deberíamos aprender a besar más
mientras hacemos el amor.
Los aniversarios son besos del recuerdo.
Te beso el sexo y luego los subo
con polea desde tu ombligo hasta tu boca.
Nos besamos el pezón indicando
la dirección correcta.
Los besos con sabor a café son los mejores.
Para besar no hacen falta condones.
Los besos son los sustitutos perfectos
de los que decimos no tener alma.
La escritura versada,
POESÍA,
anhela ser besada.
Mi cuenta pendiente...
...besar más a mi madre.
Que el proceso de santiguarse
se modifique para quedarse sólo con el beso final.
Que los besos vuelen como pompas de jabón.
Que l@s niñ@s, un día,
decidan besar por sí sol@s.
Que el beso de Judas,
se convierta en el beso ausente
que nunca debiste dar.
Que hagan mucho ruido los besos
y no se puedan insonorizar.
Que se elabore un manifiesto político
a favor de los besos raciales.
Que los besos vayan siempre acompañados de abrazos,
agarradas las manos.
Que las señales de tráfico sólo sirvan
para indicar el límite de velocidad de los besos.
Que todos los días sean el
Día Internacional del Beso.
Que besemos al enemigo para darle
la muerte dulce que se merece.
Que los besos sean públicos
y se privaticen por las noches.
Que las hojas al caer,
sean besos que se tiran al aire.
Que el lenguaje de signos
se base en el beso.
Que la nota del aprobado sea un beso
marcado con pintalabios.
Que las tumbas tengan forma de boca.
Que los viajes sean besos
de tornillo perpetuos.
Los besos,
sólo lo son,
si son ideológicamente de izquierdas,.
Y así podría seguir hasta quedarme sin aliento,
pero nunca sin besos.
Que los besos no se mueran.
A mi madre.
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