dadas las circunstancias.
¿Es determinante
la parte proporcional
que nos quitan en
una jornada de huelga?
Entiendo que sí.
¿Es una trampa
o una consecuencia
que a veces sirve para excusarnos?
Quizá las dos cosas,
pero igualmente lícitas.
La clave está en nuestro sueldo que,
siendo muy precario,
no nos da margen de maniobra.
Hace tiempo me dijeron
que era importante,
pero no fundamental.
Le dije que se equivocaba,
que nuestra mayor reclamación
era y es una nómina digna,
que por ahí empieza todo
y que luego viene lo demás.
Agradecí el esfuerzo de cobrar
por encima del convenio:
es de bien nacidos
ser agradecidos.
Pero también hay que ser justas,
no se desprende un apoyo real
a nuestras reivindicaciones
desde hace varios años
por motivos que desconozco.
También muy lícito, por cierto.
Es difícil movilizarse
con estas condiciones,
con la obviedad de
que necesitamos y merecemos
mucho más,
con el reconocimiento y la fuerza
de nuestro empuje, en bloque.
En todo caso, como personas
únicas e individuales, físicas
y con plenas facultades,
cada cual toma sus decisiones.
Todos estos procesos son más
que legítimos
aunque a mí me parezcan
más que mejorables
y ciertamente incoherentes.
Somos muchas,
aunque quizás
no las suficientes,
como para darnos cuentas
que en uno de los sectores
por excelencia basado en los cuidados
hacia otras personas,
la voz cantante,
el músculo,
el liderazgo,
vuelve a no ser manejado
por las mujeres.
Llevo nueve años
padeciendo el término
de mi mochila
y resulta que la mochila
del convenio todavía
no se ha revisado.
Contarme otra.
Los servicios mínimos
fijados por el ayuntamiento,
abusivos y malintencionados,
garantizan más que de sobra
la calidad del servicio.
Otra cuestión diferente
es la posición que se elige
para justificarse en ellos.
Aquí reina la asertividad
y la empatía
menos cuando no reina
la asertividad y la empatía.
Me parece reprochable
que nos metamos palos
en nuestras propias ruedas.
Pero es una lucha más,
un combate para el que siempre
salimos derrotadas
antes de que empiece.
En la gran mayoría de los casos
falta conciencia de clase,
cultura de la reivindicación
y compromiso con la resolución
de nuestros malestares.
No puedo decir que es tarde,
pero una de las conclusiones
es que siempre resulta insuficiente.
No solo es el desgaste
que te produce el sistema,
es la impotencia
ante nuestras propias
mediocridades,
a las cuáles,
cada una,
dota de significados muy diversos,
una vez más,
tan lícitos como
los que fueran sus contrarios.
Insisto en que es una
reflexión totalmente subjetiva;
si alguien no está de acuerdo
que conteste,
se abra un BLOG
o tire la mochila
que le han impuesto.
Y sí,
somos trabajadoras,
compañeras y amigas,
por tanto en una cuestión feminista.
Lo escribo desde
la parte privilegiada,
la de ser un hombre,
pero también desde la parte
sensible, consciente
y comprometida.
No fui yo quien dijo:
"¿y para cuándo un día del hombre?"
Esto es gravísimo.
Resistimos y venceremos.
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