sigo aplazando el pijama
hasta la hora de acostarme,
deseando tener la obligación
de bajar un poquito más a la calle.
Pero ya no está,
ya no existe el compromiso
de satisfacer sus necesidades
pese a que sigamos escuchándola.
Nos la imaginamos
por todos los rincones de casa,
acudiendo a la llamada
de algún resto de comida
o de sus juguetes preferidos.
Pero solo es eso,
imaginación y recuerdos,
la ilusión fantasiosa
de volvértela a encontrar.
Como su hermano gatuno,
que la sigue acechando
tras la vuelta de la esquina
por si pueden darse
la sesión de cosquillas;
o detrás de la cortina translúcida
para saltar a su presa
e inmovilizarla con un abrazo,
porque entre los animales
también se abrazan
entrelazando pelos y sensaciones.
Los Chicos del Maíz
anunciaron el bolo en Londres
y palmó la Thatcher;
hace un año anunciaron
el bolo en Madrid
y palmó la Aisha,
igual de vieja
pero comunista hasta las trancas.
Tenemos sus cenizas
en la vitrina del salón
igual que tenemos
el dibujo que le hizo
su hermano humano
en la pared de la habitación.
Serviste hasta para
el análisis de una pregunta
de examen de universidad,
pero ya no hubo tiempo de contártelo.
Te añadimos en el ritual
de la noche
para tenerte presente
en nuestras demandas,
en el cacho memoria que protege
y homenajea a todas las ausentes.
Hija de perra,
Mi Republicana,
ondeando libertad.
Los ruidos del verano
ya no obtendrán repuesta desde
las ventanas abiertas
de La Mariana,
pero si cuerpo fantasma
lo buscaremos hasta en los cuentos.
Sin puntos y aparte
hasta que nos llegue la Republica
y las hijas de perra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario