lunes, 16 de enero de 2023

Usted me ha empujado

Se empujaron
como dos niñ@s
en un patio de colegio
al subir al autobús,
por ver quién
lo hacía primer@.
Ya en marcha,
comenzaron
las reprimendas
y las pullitas
parael asombro
de l@s usuari@s.

Discutían acaloradamente
de los pormenores,
el contexto 
y las repercusiones. 
Solo lo sabían ell@s,
pero se conocían de antes
por cómo se increpaban.
El tono era alto
aunque no el volumen.
Ella defendía su posición
con educación y firmeza,
casi con un estilo y estética
dignos de personas tranquilas.
Él,
que se parecía a Rodrigo Rato
(que puto asco),
optó por ofensivas
descalificadoras y agresivas.

"Loca, colgada, sinvergüenza",
escupía el corrupto
postrado en unos
de los asientos verdes.
Ella mantuvo el tipo
sin insultar,
sin golpear fuerte
con su puño apretado
como seguramente
le hubiera gustado.
Fue el día de la canción
de Shakira,
solo que estos pobres desgraciad@s,
como tú que lo lees
y como yo que lo escribo,
no somos ric@s.
Esa es la gran diferencia.
Por lo demás,
el machismo,
no entiende de clases.

Miré a Rodrigo
como se miran
a las cosas
que me dan asco.
Solo pude completar mis gesto
con la mirada
ya que las mascarillas
nos siguen tapando la boca
en el transporte público,
y me parece bien.
Él me entendió
porque agachaba
sus ojos carcelarios.
Pese a ello,
su sudapollismo
no le permitió
darle un respiro
a su adversaria
y su machismo imperante
ahogó todo el habitáculo.

Yo iba con mi hija dormida
y decidí no intervenir
por no tener 
el permiso explícito de la mujer.
Seguramente no me necesitase,
seguramente se las apañaría sola,
yo solo quería mostrarle
mi apoyo y mi soporte.
No sabía a ciencia cierta
quién se equivocaba
y quién estaba en lo cierto,
pero en las formas
me di cuenta
quién llevaba razón
y quién la había perdido.

Rodrigo se iba a ir de rositas
con su discurso rancio
y sus estrategias tramposas.
Victorioso por haber
pasado el primero
y por haber ocupado
un asiento reservado
para el que no cumplía
los requisitos,
habiendo asientos azules libres
en la parte de atrás.
Él se creería triunfante
ante sus ataques discriminatorios
a una mujer
por el hecho de ser mujer.

A mis ojos,
compartí autobús
con otro parásito
de los cientos de miles
que chupan la sangre
y envenenan el organismo.
Cada vez cuesta menos 
identificarles
porque cada vez
tienen menos decoro y disimulo
en ocultarse.
Como recomendación,
la actitud de ella
fue encomiable.
Como lo que necesitamos,
zancadilla cuando se cuele
y pisotón en la cabeza.
No hay otra.


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