para encajar halagos ni críticas.
Tan sociales que nos creemos
y no conseguimos ser constantes
en los cuidados y el cariño.
También va por etapas,
como casi todo,
y las hay
en las que estamos a la altura
y otras
en que no nos acercamos
ni de lejos.
Ya lo hemos hablado
muchas veces:
la empatía, la solidaridad,
lo comunitario.
Es tan difícil
no fallarle a nadie...
Cuando superamos el ego
y la indiferencia,
sin saberlo
e incluso sin quererlo,
ya estamos posicionadas
en lugares
que favorecen
a todo el mundo.
El reto de hacerlo
sin postureo
ni estrategias calculadas,
desde la espontaneidad
y la naturaleza de
las buenas intenciones.
Una elección tan deseable
como pocas veces consumada.
Hay que valer para eso,
hay que valer, de verdad,
para l@s demás.
Intentamos justificarnos
en los tiempos,
excusarnos en los ritmos,
en la impunidad
de las propias demandas
como si fuéramos
un satélite sin órbita,
y eso no exsite.
Estamos conectadas
irremediablemente a las otras,
otra cosa es que no
queramos reconocerlo.
Y es justo aquí
donde entran en juego
los desvaríos y los delirios
que no nos permiten
marcar la diferencia.
Sabemos y podemos hacerlo;
otra cosa es que queramos
o estemos en condiciones
de hacerlo.
Viene siendo urgente
esto de tenernos en cuenta.
Ni siquiera hace falta
anteponer unas cosas sobre las otras,
sino ser conscientes
de todas las protagonistas
del juego.
Y digo protagonistas
dando importancia a las personas,
que es lo que somos,
no cosas deshumanizadas
que sirvan como parapeto
o chivos expiatorios.
Si estás en la órbita
de alguien que te está pensando,
tienes que saber
que ese alguien
está depositando grandes esfuerzos
sin la necesidad de esperar
nada a cambio,
pero con la demanda indirecta
de que al menos
se le mire a los ojos
y se le escuche con respeto.
No importa tanto
la cantidad de mierda
que ingieras,
sino cómo la digieres
y cómo consigues evacuarla.
Salvando los tantísimos casos
de una salud mental malherida,
los otros tantísimos casos,
tenemos margen de actuación
suficiente
como para intentar
compensar e involucrarnos,
en esto de mantenernos al lado.
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