martes, 10 de enero de 2023

Hosteleritos

Hosteleritos viene de señoritos.
Los mismo que se suman
a la campaña demencial
a favor de las propinas
para pagar el sueldo
de sus curritos.
Ya no solo explotan
los jefes,
sino que les defienden
las instituciones
cuyos representantes
reciben los votos
sin haber pisado
un bar de barrio.

Pero claro,
no les hace falta.
Te contrato a jornada completa,
en el mejor de los casos,
por el sueldo mínimo interprofesional
y luego me haces 60 horas
y me limpias el baño.
En B,
como la caja de Génova,
te pago el resto
para que te vayas contento,
sin pluses ni bonificaciones,
más bien con el gaznate
entre la espada y la pared
para que no rechistes
al patrón,
el que solo baja a revisar la caja
y a saludar a los cocainómanos.

Y además, mira,
te cedo un terrenito
sin coste,
para que montes tu terraza
y ya de paso
te sostengo por los huevos,
mientras tu hijo de pocos meses
se cría
tras la barra del bar
con algún colega altruista,
porque dicho colega
también sobrevive
inmerso
en la precariedad.

Hace años,
empecé a perder
fuerza en mis manos,
pero ten por seguro,
que si pudiera,
te metía un guantazo
con la mano abierta,
para hacer justicia
en medio de un bar
con el cruce de sonidos
de las tragaperras
y el volumen del partido de turno.

La pizarrita no debería
exhibir el listado de raciones
o el menú del día,
sino las condiciones laborales
de sus trabajadores y trabajadoras,
para hacer aún más evidente
cuánto les cuesta su trabajo.
No son los bares
los que necesitan ser reformados,
que también,
sino sus dueños
y sus impostoras actitudes
consolidando mediocridad,
ansiedad y pesadillas.

Ya lo decía Sabina,
el último traidor izquierdoso
en esto de cumplir años,
"en Antón Martín
hay más bares
que en toda Noruega";
una vez más,
no es cuestión de cantidad
sino de calidad democrática.
Qué casualidad,
que estos explotadores
se declaren aférrimos ayusistas
con pulserita de España
comprada en el bazar.
Qué auténticos zorros
maquiavélicos
a la hora de estafar
a la seguridad social
y ningunear los derechos laborales.
Qué esclavistas neoliberales
estos que se les llena la boca
dando nuevas oportunidades
para la inmundicia,
mientras te mantengas con
la boca cerrada.
Qué lobos 
con piel de cordero,
haciéndose la víctima malherida
mientras parasitan y desangran
a quienes le sacan
el trabajo adelante.

No tienen perdón de Dios
ni del cliente,
por mucho que se les llene
la boca diciendo
que dan trabajo.
Que vergüenza de hostelería
en general,
especialmente quiénes las dirigen
y quienes lás explotan.
Solo podía pasar en España,
de lo rancio lo peor,
lo casposo y asqueroso,
en cóctel con unos frutos secos.
Pues nada.
Seguimos.
Os deshauciaremos.
Ánimo trabajadoras.

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