me increpa el cachorro
desde hace meses
cuando algo no le parece bien.
Y esta guay que muestre
su desacuerdo
en términos de justicia.
Que ya vaya sobrevolando
estas significaciones
quiere decir
que está en la construcción
de lo ético y lo moral.
Defender su posición
en contra de la desigualdad,
no quiere decir
que siempre obtenga resultados,
pero enmarcar su opinión
en confrontación con el otro
es un derecho humano
siempre que se haga con empatía.
Y en esas está.
En ver, entender y sentir
cómo funciona su entorno.
En sufrir contradicciones
y conseguir pequeñas cosas
que para él
son muy importantes.
En estructurar las dinámicas,
los tiempos, las actitudes.
Articular su personalidad
en base a las experiencias
y los aprendizajes,
y por muy pocos años que tenga,
en la convicción de configurar
un argumentario dotándolo,
cada vez, con más ideología,
porque claro que todo
depende de las ideas
y de los actos.
Si en casa es capaz
de afrontar la dialéctica,
en la calle será capaz
de caminar con la oratoria,
el respeto de los turnos,
y la pasión de lo que se defiende.
Lleva razón.
Hay demasiadas cosas injustas,
solo que cuando crecemos,
las normalizamos, las obviamos,
nos conformamos o incluso
las compramos.
Siempre habrá más o menos
cosas justas o injustas
en función de la clase social
a la que pertenecezcas,
pero siendo honestos,
cualquiera puede conseguir
ser asertivo,
por lo que el objetivo
sería destruir
los privilegios de las élites.
Por el bien común,
deberíamos exigir más justicia
todos los días
para casi todas las personas
hasta que el casi
desaparezca
y todas podamos vivir
en paz y en armonía.
Y si eso tiene que empezar
desde casa,
con tu hijo dando ejemplo,
marcando la diferencia,
para acordarnos
de lo que un día también hicimos
hace muchos años,
pues qué así sea.
Escucha,
habla,
negocia,
comunica y pacta
el beneficio
para todas las partes,
sin que nadie salga perjudicado
y con el compromiso
de que la próxima vez,
será más fácil.
Porque sí,
nos toca reconocer
a l@s mayores,
que el poder seduce,
que el abuso existe,
que la autoridad se excede
a veces por los márgenes
porque no somos capaces
de hacerlo con nuestr@s iguales,
y claro,
en el confort de casa,
con niños y niñas sin posibilidades,
son sujetos fáciles
para recibir nuestra ira
y nuestra más inmundana
actitud injusta.
Estamos a tiempo
de pedir perdón a la cara,
con la mayor sinceridad posible,
a lágrimas si hace falta,
porque podemos llorar
si lo necesitamos,
para que la infancia
pueda elegir libre
y democráticamente,
un camino de valores,
principios e ideología
sustentada en la justicia social.
No es justo
es un reclamo,
un desahogo,
casi una pregunta
sin signos de interrogación,
un golpe suave encima de la mesa,
una llamada de auxilio,
una hipótesis comprobada
que necesita ejecución inmediata.
Hasta los que nos creemos
más justos
necesitamos un toque de atención
por nuestras precariedades,
especialmente porque nuestras
debilidades pasan una mayor factura
en estas vidas
tan frágiles y vulnerables.
No tengo años de vida suficientes
para agradecértelo, hijo.
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