domingo, 31 de julio de 2022

Los pantalones rosas son de chica

- Los pantalones rosas son de chica- me dice.
+ ¿Por qué?+ le pregunto.
- Porque sí- concluye.
Y claro, el mundo
de su casa y de su familia
es solo uno de los mundos
de los que conforman su universo.

"Violencia social sin matices"
decía el otro día Pablo Iglesias.
La violencia que sufrimos 
como sociedad
de todos aquellos elementos
derivados del poder,
pasará a ser la violencia
que ejerceremos
como sociedad
para dejar de ser ser reprimidas,
para superar de una vez por todas
la categoría de víctimas.
Porque les importa más
que se queme un contenedor,
que se queme un trabajador
a las 15.00 de la tarde
mientras despeja las calles.

A mí no me gusta el rosa,
seguramente influenciado
por la tendencia en moda
basada en roles y estereotipos;
pero tampoco me gusta el azul,
el color más conservador
de los colores que existen.
En todo caso,
y contradiciendo
algunas de mis justificaciones,
los colores no significan nada,
los colores no se compran,
los colores no se pueden tocar.
Ya lo dijeron Los Lenguajes
y Galeano.

Los mensajes que recibe
al echar un vistazo a su alrededor,
simplifican que, dependiendo
de si eres chico o chica,
vestirás de una determinada manera.
Por tanto, en base a sus elaboraciones
a partir del contexto, en realidad,
está en lo cierto.

Varias cosas.
Si desde que nacen,
cuando todavía no disciernen
el significado de las palabras,
utilizamos un discurso igualitario,
inclusivo y respetuoso,
estaremos asentando las bases
de preconceptos e ideas
más justas y comunitarias.
Si cuando crecen,
les planteamos la posibilidad
de poseer un pantalón rosa
o cualquier otro objeto
supuestamente controvertido,
les habilitamos en la idea
de que es posible
tenerlo, hacerlo y ponérselo;
en última instancia,
si decide no usarlo,
estará en su pleno derecho,
pero qué no sea
por un etiquetado ambiguo y machista.
Si cuando siguen creciendo
utilizan la palabra maricón,
o maricona, o bollera,
o cualquiera de los términos
del campo semántico
de manera despectiva y denigrante,
se estarán equivocando,
nos habremos equivocado.
Autodenominarse maricón
me parece bien 
siempre que sea
una decisión personal e instransferible,
como forma de lucha y visibilización
si se quiere,
pero no seré yo quien
se exprese en esos términos.
Aquí siempre he tenido muchas dudas.

A lo que voy.
Hace tiempo que superé
todo lo estético,
todo lo que tiene que ver
con patrones textiles,
con disfraces,
con las infinitas opciones
de transformarse.
Lo que más me preocupa
son las actitudes homófobas,
tanto las explícitas por convicción,
como las sutiles por tenerlas integradas.
Desde casa defenderemos
justo lo contrario,
un abanico de colores,
todos los que quepan y existan,
para encontrar en lo diverso 
todo lo que echamos en falta.

Ya empiezan a llegar
las primeras explicaciones
medianamemte complejas
y comprometidas.
Intentaré responder a cada una
de tus demandas
desde la posición
más justa y solidaria
que se me ocurra.
El color rosa no es de chica,
no es de nadie,
pero si no te lo quieres poner
estampado en un pantalón
no hay problema,
sólo debes respetar
y no clasificar
al que sí quiera hacerlo.


martes, 19 de julio de 2022

40° a la sombra

Cada año es peor,
ya no solo por
la evolución del clima
hacia fenómenos y temperaturas
sobrenaturales,
sino por la imposibilidad
de la gran mayoría
de la gente
de poder combatir
de alguna manera
este infierno.

Olas de calor inexpugnables,
incendios provocados o no
que arrasan miles de hectáreas,
muertes, muchas muertes
por golpes de calor,
incluso mientras barren las calles
o custodian naves,
aparatos contaminantes
para todos,
mientras que las facturas
solo las pueden asumir unos pocos,
piscinas cerradas
porque ellos ya tienen sus yates,
niños y niñas en las escuelas
durante el mes de julio,
porque son las escuelas
públicas del ayuntamiento
quienes les hacen la cama
a las empresas
y el flaco favor a las familias.

Porque el tipo de verano
que sufrimos,
sigue siendo un elemento
muy deseable
por la peña de este país.
Ubicados al sur
del Mediterráneo,
esperamos el calorcito
que nos haga sacar
los cuernos al sol,
como si el frío que hace
en invierno no estuviera
sobrevalorado.
Prácticamente de mayo a octubre,
nuestra existencia
pasa por sobrevivir
a mañanas agonizantes
y noches asfixiantes.

Son demasiado preocupantes
estos niveles de radiación:
radiación solar,
radiación industrial,
radiación humana,
radiación capitalista.
Tenemos que parar.
Cada vez respiramos peor
y más mierda,
pronto,
con este calor,
no necesitaremos
que la fiebre combata
cualquier infección
en nuestros cuerpos,
porque será el calor
el que nos erradique.
Y el agua
y los animales
y los prados
y l@s niñ@s recién nacid@s.
Debemos hacer algo.
Parte de la solución
no pasa por irse
cada vez más
al norte del norte.

¿De verdad que no os pone
de mala hostia todo esto?
A mí me tiene intoxicado,
derretido como u cubito de hielo
en un café americano.
Putos norteamericanos.
Putos europeos.
Putos caucásicos .
Putos sean los que quieran
adueñarse de todos
los recursos naturales.
Y putos los cuñados,
todos los cuñados expertos
en cambio climático.

Los campos zamoranos,
los valles del Jerte,
los montes de Galicia,
no tienen la misma cuota de share
que el volcán de La Palma,
ni la misma gestión de recursos,
ni la concienciación ambiental
que se merece.
Los termómetros
de las marquesinas y las farmacias,
son de las imágenes
más escalofriantes
que te puedes encontrar en la ciudad.

Insisto,
cada año peor,
cada año más grave,
cada año más preocupante,
¿qué les tocará ver
 a nuestr@s hij@s
cuándo se hagan mayores?
El fuego actual
reduce la vida a cenizas
y no quiero ser parte
del polvo
que de esparce.

jueves, 14 de julio de 2022

Hablen, pero sobre todo escuchen

A la gente no le gusta hablar,
le gusta que le escuchen.
El problema es
con qué propósito lo hacen.
Las ganas de llenar un espacio
que siempre sientes
que está vacío,
hagas lo que hagas.
Así que te rodeas
de un grupo de orejas
que puedan hacer el esfuerzo
de acogerte en silencio
y activamente.

El reto se confronta
en respetar los turnos,
en que exista una estructura
que te conduzca a alguna parte,
en que haya una actitud de escucha,
recoger los pedazos
y recomponerlos juntas.
La demanda vital
de reconocerte en el otro
a través de tus palabras
porque suenan distintas
que si te las dices mirándote
al espejo.
Y lo entiendo.
Comprendo esa necesidad
aunque personalmente
la practique bien poco.
Me siento más cómodo
y útil 
en la posición
del que está enfrente,
montando las piezas de puzzle
que necesitan con urgencia
otra mirada
que comparta 
un relato con muchas patas.

Me gusta la gente
que habla mucho;
pero más admiro
a la gente que habla mucho
cuando hacen preguntas
o buscan respuestas,
o simplemente algo de complicidad.
Porque también están
los que hablan demasiado
y solo les gusta escucharse,
ésos,
no merecen mi atención.
Quienes busquen alianzas
desde un plano en contrapicado
que no cuenten conmigo.
Quienes utilicen imperativos
y frases subordinadas
que no cuenten conmigo.
Quienes hablen y no miren
a la cara
que no cuenten conmigo.

En definitiva,
quienes quieran contar cosas
que las cuenten,
es un derecho,
pero quien las escuche
y ahí reside la difícil tarea,
que esté a la altura
de todas las habilidades sociales
y de toda la teoría de la comunicación.
Yo prefiero escuchar
hasta que vea el hueco,
si es que existe,
para meter la parte
en la que solo se escucharía 
mi voz,
mis palabras,
todo lo que tengo pendiente
de contarte.

Recuerden,
a la gente no le gusta hablar,
en última instancia,
le gusta que la escuchen,
y hay que estar preparada
tanto para una cosa
como para la otra.
Hablen,
pero sobre todo,
escuchen.
Nos iría un poquito mejor.

miércoles, 13 de julio de 2022

Despedida por Putin

La invasión a Ucrania
sirve para todo
menos para subir el sueldo
de las trabajadoras.
Otra vez, las mismas de siempre,
se harán cargo
y sufrirán las consecuencias
políticas, económicas,
climáticas y sociales.

Un bufete de abogados
fascistoide
que invierte
en el sector educativo
privado y elitista
en la calle Castelló,
se ve obligado a cerrar
su academia para ricos,
porque el precio del cereal
es inasumible,
porque el gas está insoportable
y porque los viejos comunistas
la han vuelto a joder.

Claro, despido procedente,
pero te arreglo lo de la lactancia
y te apaño lo de los 33
días por año trabajado.
Gracias hombre,
no tenias porqué.
Tú me firmas
no conforme
y luego nos comemos
las pollitas ¿vale?
Es que el capital extranjero
ya no pone pasta
y encima los que saltan
la valla quieren
hacer la nueva Yihad.
Las cosas no están
como para tirar cohetes.
Esto es como
lo de los audios de Villarejo:
todo el mundo sabe que mienten
pero aquí nadie mueve un dedo.
Lampedusa.

Esta mierda de introducción
solo me vale para desahogar
un poco toda la mierda
que nos echan encima.
No seré yo quien diga
"que tod@s son iguales",
la equidistancia
nunca fue conmigo.
Yo solo soy 
un daño colateral
de quien ha recibido
el impacto de bala
que no viene precisamente
desde el Dombáss.

Sin curro
ni posibilidades
de emancipación económica.
Su contrato era fijo,
aunque hoy en día
la palabra "fijo"
suene a chiste mal contado,
y eso se lo debemos a la 
reforma laboral.
Cierta estabilidad
que le permitía ampliar
su horquilla de deseos y planes.
Un sueldo medianamente digno
porque hemos normalizado
que superar los 1000 pavos
es digno.
Y un horario
que poco tiene
de conciliador
para con sus dos hijos,
de 12.00 a 20.00,
que cubre las necesidades
y demandas de su empresa
pero no la de sus cachorr@s.

Es verdad,
y esto hay que reconocerlo,
que se sentía valorada
y reconocida
en mucho de los sentidos.
La flexibilidad que se le ofrecía
dentro de un marco restrictivo,
no era como para darles un premio,
pero empatía tenían.
Y acompañaban
medianamente bien
tanto los imprevistos
dramáticos 
como las urgencias leves.
Pero en ningún caso
la buena voluntad
les alejaba de lo que son,
una empresa con ánimo de lucro
que no le ha temblado el pulso
a la hora de despedir a toda su plantilla.

El caso,
y poniendo el foco
en la protagonista,
aquí estamos,
deseando coger las vacaciones
para disfrutar de ellas,
y en septiembre,
Dios dirá.
Metida de llena
en una nueva crianza
que nada tiene que ver
con la primera,
ahora le tocar compaginar
su empuje y cariño
con otra de las decepciones
de su vida.
No tenemos la costumbre
y el estilo
de instalarnos en la queja,
así que desde el siguiente día,
nos pusimos a escribir
una nueva obra de teatro.

Llevará tiempo, incertidumbres
y miedos,
pero como siempre,
sacaremos rédito
sin aprovecharnos
de nada ni de nadie.
Sin prisa pero con buena letra,
para que todo el mundo lo entienda,
y con transparencia para que nadie
se vea obligado a agarrarse
a un clavo ardiendo.
Cuando estés lista,
tendrás que tener en cuenta
la otra cara de la moneda,
porque la hay
y vas a utilizarla en favor 
de todo lo que te quita
cualquier trabajo.

Hasta entonces,
hasta que recuperes
o encuentres
aquello que realmente buscas,
sistematiza tu tiempo
en lo que mayor salud
te reporte.
No es un punto y aparte,
es un tramo que se incluye
dentro de un paréntesis
antes de la coma
que te permite coger aire
para seguir completando la frase.

Por lo pronto y hasta diciembre,
viviremos una nueva luna de miel
dónde nuestras Highlands
pasarán por acompañar
a nuestr@s hij@s
en sus procesos,
en sus descubrimientos,
en sus enfermedades
y en sus pesares.
Y estaremos juntas
como lo llevamos estando
desde la adolescencia.
Recuerda que desde la ventana
de La Mariana,
a doscientos metros,
se ve El Valle
donde nos conocimos
e hicimos historia.
Sólo que esta vez
no tendremos que falsificar
la firma de nuestr@s pamadres
para estar a solas
un rato por la mañana.

Escribiremos un cuento
y un par de canciones,
haremos la comida en delantal,
bailaremos en el salón
mientras nos miran
nuestros animales,
haremos el amor
en braille
las veces que nos apetezcan,
dibujaremos las paredes 
y recorreremos en bici
el techo de la cocina.
Y por la tarde,
ay por la tarde,
haremos fiesta en la biblioteca,
seremos ornamento de las plazas
y tendremos una lujosa
colección de parques.

No celebro nada
ni le resto importancia al asunto,
ni siquiera abogaré
por verle solo
los aspectos positivos
porque sería mentira.
Pero tenemos lo que tenemo
y somos lo que somos,
también somos l@s que somos.
Así que de ahí pa'lante,
armadas hasta los dientes,
juntas, combatientes, inconformistas
y con nuestras hijas.

viernes, 8 de julio de 2022

No en mi nombre

Venga, vamos a ello otra vez.

Debatíamos sobre solidaridad,
compañerismo y el estado
de ánimo de las personas.
Cuando se invierten esfuerzos
en ser amable, correcto y educado.
Da igual el contexto,
lo mínimo que se espera 
de un ser humano
es cierta capacidad de empatía.

Me decían el otro día
que para no gustarme
el concepto de "mochila",
escribo mucho sobre él.
Claro,
"el comentario útil" y "el reproche"
se lo lleva quien tiene
la actitud analítica y crítica
sobre las cosas,
en lugar de increpar
a los verdugos y las verdugas
con el estatus no escrito
de su impunidad.

"Es que es así", "ha sido así
toda su vida", "nada ni nadie le va a cambiar"
son justificantes sin compulsar
provenientes de nuestro miedo
"al otro".
Bueno, cualquier relación
que se sostenga desde el miedo,
nunca será una relación igualitaria.
Miedo a cómo es,
miedo al que dirá,
miedo a las consecuencias.
Y así todo el rato,
dónde l@s que lo intentan
suelen perder,
y donde l@s que se creen invencibles,
suelen ganar sin oponer
apenas resistencia.

Esto se tiene que acabar,
o mejor dicho,
esto tiene que empezar
a ser combatido.
¿Qué cómo?
Mediante la confrontación
respetuosa
y desde la creencia
que tú no le debes nada a nadie
por amor al arte
o a una especie de magia religiosa.
Tu padre,
tu hermana,
tu jefa,
tu compañero,
mis cojones por detrás y por delante.
Se llame como se llame
y cumpla la función que cumpla.

"Hoy tiene el día atravesado".
Vaya...entonces
ya tengo yo cuidado
de no molestarla
con mis inquietudes
y demandas,
"a ver cómo está mañana".
Ya me pongo yo "su mochila"
para no importunarla.
Mientras tanto
mis derechos,
mis necesidades
y mis preocupaciones
quedarán relegadas
al azaroso día
en que la vea preparada.

Insisto en que da igual
el contexto
o el ejemplo que ponga,
esto nos pasa a todas.
Pero sale a cuenta
mirar para otro lado,
blanquear todo
lo que nos pueda hacer daño.
Así que de un modo o de otro,
somos cómplices
de normalizar ciertas
actitudes y comportamientos.
Somos responsables 
de perpetrar a esas 
figuras autoritarias,
sea cual sea el poder que tenga.
Podría ser una posición de poder
en la relación laboral
dónde todo se jerarquiza
aunque no esté en el papel
de los estatutos,
o podría ser una posición de poder
coercitiva y manipultiva
en el marco más estricto
de lo emocional,
entre muchas otras.

Cabe preguntarse
el porqué
y hasta cuándo.
Sería razonable plantearse
las posibilidades de cambio.
Debería ser obligatorio
cuestionarse la mediocridad del trato.
Es de justicia ser radicales
en estos ámbitos,
atajar desde la raíz del problema
la podredumbre humana.
Es dignificante dar ejemplo
y crear precedentes
que sirvan como referencia
a l@s que se sitúan
en el lado de l@s vulnerables.

No lo he contado pocas veces;
imaginaos si se lo he dicho
a mi padre,
como no se lo voy a decir
a una cualquiera
con la que no me unen
ni dos cafés con cuatro churros.
Y si a ti que lees esto,
te sientes aludid@
en cualquiera de sus vertientes,
actúa por inclinar
la balanza,
aunque sea una vez,
por lo que te parece 
justo y respetable.

No seremos eternamente
las víctimas.
No en mi nombre.

jueves, 7 de julio de 2022

La hoguera de las Delincuentes

La hoguera de las Delincuentes
es solo para unas pocas,
y ella fue la primera.
Con ella encendía
la lumbre en los días
más fríos y oscuros
y desde entonces,
aquí nos mantenemos
con las manos abiertas
y ampollas en los dedos,
recibiendo el calorcillo
que combate la parálisis.

Líder de una manada
anárquica,
favorece una estructura
que a todas nos hace falta,
aunque sea un puente colgante
que se balancea furioso 
por el viento
con el riesgo y el miedo
de caer al vacío.
Por eso hay que ser
muy delincuente
para cambiar
leyes históricas
completamente desfasadas.
Por tanto,
aquí seguiremos
echando leña al fuego,
alimentando la hoguera
cada una con su estilo y ritmo,
cada una con los que necesite,
cada una con los que le salga.

Avivar la llama
siempre fue mi reto,
mi condición y exposición
de amigo,
mi statu quo
para contigo.
Me desplazo
a posiciones secundarias,
pero proactivas,
para llegarte
más fuerte y más lejos,
con todo el peso de mi fuerza;
porque no estoy aquí
para darte la razón,
ni consejos
que puede dar cualquiera,
estoy aquí
para hacerte 
de superficie y techo,
un margen a la izquierda
para tus anotaciones
más personales,
un bonito recuerdo
al fondo del cajón que,
al ser encontrado,
pase el tiempo que pase,
te hará morir de ilusión.

"No te fallaré"
era una lema pendenciero
de aquella serie
que todo el mundo
vio de adolescente,
menos yo.
Pero si de alguien
te puedes creer 
esa frase,
es de mi,
no porque esté libre
de errores y equivocaciones,
sino porque mi manera 
de acompamañarte
será de las más auténticas
y respetuosas que recibas.
Sin falsas modestias,
con nuestra verdad por delante,
como si fuese ese DNI
que siempre debieras
llevar encima.

Así que si quieres
ser cueva, precipicio
o tormenta,
yo seré tu bolsillo,
tu manto de flores,
pero con sus bichos
y su fango,
y con aquellos elementos
que también nos aterran;
eso sí,
exento de juicios
y determinismos,
con espacios y tiempos
para acoger el dolor
como
nunca
antes
nadie
te lo había demostrado.
Un torrente imparable
de emociones
hasta llegar a la presa
que nos repose
y nos haga pensar
y dibujar,
todo el mapa del que dispones.
Y quizá no descubramos
las cosas juntas,
pero siempre tendremos
un banco de la calle
para compartirlas,
y una calle
dónde bajarnos las bragas
y desahogar la necesidad
del chorro
de todo lo que nos sobra
y queremos que no vuelva.

Me sueles percibir hermético,
como el humo espeso
con olor a tabaco
desprendido de un 
cigarro mal apagado;
y no te equivocas,
estoy hecho de hebras
imperceptibles
para el ojo humano,
diseñado genéticamente
para intentar darte
algo de oxígeno
en cada temeraria subida
y en cada salvaje caída.
Puede que me queme
y me consuma en cenizas,
pero mi último aliento
será el de esparcirme
por todo tu cuerpo
para integrarme
en alguno de tus poros
y ser parte intrínsica
de tu sangre,
tus logros
y tus sufrimientos.

Si la hoguera de las Delincuentes
fuera una cárcel,
que me caiga la perpetua,
y lo último que vea
por el corredor de la muerte,
sea tu sonrisa en calma,
sin nada que te aterre,
sin ningún pesar
a tu espalda,
sin dolores que te atormenten.
Cuando esto suceda,
te pido que acciones
la palanca
para llevártelo todo
por delante.
Y yo me iré tranquilo,
satisfecho y digno
en el día de mi muerte.
Y lo haré en silencio,
haciendo honor
al privilegio de conocerte,
sin decir nada,
sólo escuchándote.

_A Mi Delin (Sara Galán)_

miércoles, 6 de julio de 2022

Con K

Una konsulta popular
no vinculante,
como la de Monarkía o Repúblika,
pero con un resultado
extraordinario
en todo caso.

El norte alberga vida
desde Provanco a Bilbao.
No conozco a nadie
que haya conseguido
desarraigarse del norte,
por eso no nos debemos
a su suerte
sino a su ensencia.
La Tita Ana
y el Tito Bibi
con más vocación
de pamadres
que cualquiera
de l@s que conozco.
Van a serlo
sin ornamentos
ni titulares en las portadas.
Van a serlo
desde la prudencia
que les caracteriza
y desde la humildad
que emanan.
Van a serlo
porque si alguien 
puede serlo,
son ellas.
Que se lo digan a Enzo.

El único postureo
fue debatirse entre
dos nombres
cuando ya sabían
que solo Ekay
cabía en su vocabulario.
Un diccionario
cuya letra K
será seguramente
de las que menos
palabras contenga
y que al mismo tiempo
es otra de la razones
por las que son
tan especiales.
Como sus dos ángeles
con sexo,
que refugian
desde algún lugar
todos los cuidados
distanciados de neutralidad.

Con el nombre más original
de todos los posibles,
marcará la diferencia
entre el norte y el sur
de un planeta polarizado.
Y lo hará
dese la Meseta,
tu alcazaba,
tu atalaya,
sin murallas
que repriman
a l@s Nadie.
Con tantas lenguas
como lenguajes disponibles.
Con la raíz fuerte y perenne
que sostenga todas
nuestras debilidades.
Con la decencia
que todo el mundo busca
y desde la humildad
que no todo el mundo encuentra.

Si pudiera elegir
a mis pamadres,
no se me caería la cara de vergüenza
por elegir solo a l@s tuy@s,
para sentarme a tu lado
y criarnos colmados
de todo lo que se espera
que tiene que ser reconfortante.
Como le suelo decir
a las personas
que me importan,
ojalá esté a la altura
de todas tus circunstancias,
porque si algo
defiendo en la vida
desde que tengo hij@s,
es precisamente
al colectivo de la infancia.
Y tú vienes
para redefinirla,
para demostrar
que ante las adversidades,
los buenos modales
y la lucha de clases
no están reñidas.

Que tu madriguera
sea también la mía,
y la nuestra,
y la de todas
que andan buscando
lugares amables,
manos amigas
y ternura a raudales.
De Vikálvaro a Koslada
con la K de tu nombre,
la que tantas alegrías
me ha dado
y con las que ahora
cierro el círculo
gracias a ti.

Cuando te tenga en brazos,
te contaré las historias
de tu madre y de tu padre
para que sepas
de dónde vienes
y adónde puerer ir,
si quieres.
Te kiero,
o como escribíamos
antes por sms:
TK.

_A Ekay y sus pamadres _

martes, 5 de julio de 2022

Prestar atención de verdad

Me bajo a mi hija
a la calle,
inquieta y sin consuelo
para que no moleste a su hermano
y su madre durante la siesta
a finales de junio.
Me siento en un banco a escuchar:

El perro que ladra por cualquier cosa.
L@s quinceañera@s cantando a todo trapo la canción de su serie adolescente.
El puntual camión de la basura ( 2 veces).
El ruido incesante de los coches.
El portal abriéndose y cerrándose.
La pitada a la ligera de un subormal (hombre) tocando el claxon de su vehículo.
La vecina metiche.
El batir de las palomas.
El motor contaminante del autobús.
El que va hablando a grito pelao por el móvil.
El piar satisfactorio de los gorriones.
La voz del niño que es proyectada muy lejos.
Una puta alarma.
El crujir de las hojas al chocar por el viento.
Los frenos de un coche que deberían de ser cambiados con urgencia.
Las ruedas de un carrito que chirrían.
Una pareja respetuosa que se calla al pasar.
El chillido desbordado de una madre regañando a su hija.
Unos tacones fuera de lugar.
Mucha palabras esdrújulas malsonantes.
El correr de una cuerda de tender
Los chorros infinitos de la fuente no potable.
Hasta las nubes suenan al moverse. Todo suena.
El sonido desagradable de una bolsa de rafia que roza con la cadera.
El zumbido del puto mosquito.
El llanto de los pasos de cebra al ser pisoteados. Hasta eso se escucha.
El traqueteo de unas llaves en el bolsillo.
La cola de aquella urraca (pica-pica) al golpear el canalón.
La vulnerabilidad de una ventana antigua.
La fregoneta del gitano de mi barrio.
La pinza del quinto al caer.
La mochillo de poca monta .
El bastón amortiguado de la señora.
El patinete renqueante que pareciera que fuera a romperse en cualquier momento.


Los ruiditos inverosímiles de su garganta.
La succión desesperada de su boca.
Su pestañeo como si se tratase de un portazo.
Los suspiros de mi hija dormida.
Su volcán de saliva al tragar .

Todo esto en apenas
media hora.
Imaginaros
si prestásemos atención,
de la de verdad,
todo el rato.

lunes, 4 de julio de 2022

El primer año de cole

Del equipo de los azules,
ha pasado por varias mesas
cooperativas,
dos maestras
con líneas muy diversas
y una de apoyo
tan mediocre 
como los objetivos planteados
del currículo.
Un inicio de curso
lastrado por el Covid
y las rigideces
de una Dirección
bastante infantilizada
y burocratizada.

Sólo pudo estar un día
acompañado por su madre
durante 45 minutos.
El resto,
sin tener tres años todavía,
lo hizo él solito,
con todas sus preguntas
sin respuestas,
con todos sus miedos
mal acogidos y
con toda su pena
en la más estricta soledad.
Pero insisto en que lo hizo,
que lo consiguió él solito
sin estar preparado
para hacerlo
sin referencias
a su lado.
Su madre y su hermana,
todavía dentro de la barriga,
le dejaban a las 09.10
en el umbral de una puerta
que también hace las
veces de garage,
para que la cruzase
sin dar la mano.
Eso sí,
la temperatura de la frente
y el gel hidroalcohólico
en las manos
no se le escapaba a nadie
por motivos
de salud pública;
lo de ser cuidadosas
con la infancia
ya para otro curso.

El caso es que día a día
se enfrentaba a la dura realidad
con un babi
que le venía grande
y una mochila con demasiado peso,
entre otras cosas,
por un libro de texto en inglés 
que lógicamente
fue ignorado
durante todo el año.
Entraba contenido,
como si alguna vez
le hubiéramos dicho
que no pudiera llorar,
aguantando sus impulsos
de darse la vuelta
y gritar desconsolado.
Esas fueron de las cosas
que más nos dolieron,
su decisión/indecisión
de no expresarse
a los cuatro vientos.

No tardó en vincularse
con su maestra
andaluza y republicana,
sin tener ni idea
de lo que significaba 
ser andaluza y ser republicana.
Esa información
sólo sirvió
para calmarles los ánimos
a sus pamadres,
para proporcionarnos
ese hilo de confianza
que buscábamos transmitirle.
Empezó a nombrar
a algunos amigos y amigas,
a relatar algunas de las vivencias
más significativas del día
y a detallar alguno de los sentimientos
que le habían atravesado.

Fue incorporando
sonrisas
y estrategias pacifistas
para incluirse en
un contexto
en ocasiones bélico,
por falta de recursos,
apoyos y pedagogía.
Lo que vino después
es historia viva
de su crecimiento.
El más pequeño,
cronológicamente,
de clase,
ahora sirve como
posible modelo
a quien todavía
presente dificultades.

Los días que metió
la cabeza
en el plato de comida
por quedarse dormido,
hasta que las familias conseguimos
que el colegio
diese su brazo a torcer
y ofreciera siestas.
Los biorritmos,
acuérdense,
los biorritmos.
Adaptar el ambiente
a quiénes vayan más desprisa,
y a quiénes todavía 
nos demandan más tiempo.
Esto no es bachillerato,
aunque solo seas una
y tengas falta de recursos,
parte de la individualidad
de cada uno y cada una.

Los días que te costó
entender lo que era una fila,
porque "el uno es un soldado
haciendo la instrucción".
O caminar en grupo
haciendo un trenecito
como si fueseis
esa oveja
que se puede salir
del redil.
Más ovejas contestatarias
y menos soldados sumisos.

Los besos y los te quieros
con mamá
a través de la valla verde.
Cuando las despedidas
ya se presumían felices
y mamá no volvía a casa
llorando.
El señor de pelo blanco
que tanto te asusta
y que a veces utilizamos
para amenazarte si llegamos tarde.
Porque nosotras también
nos equivocamos.
La diferencia es que
lo reconocemos,
pedimos perdón
por ello
y rectificamos.

Cuando las letras
de Zoraida
pasaron a ser
las de Elena.
Una maestra,
que lo único
que pudimos ver in situ,
es que que se ponía
a vuestras altura
para saludaros
y preguntaros
cómo estabais.
Enzo estuvo
triste durante
los últimos días
porque le explicamos
que Elena 
no les acompañaría
el curso que viene.

Los días en que venías
contando si te habían 
tocado motos o arenero;
o si habías jugado
con Amir o Logán;
o si te habían puesto 
La pantera rosa
en la puta pantalla.
En los que habías
aprendido tal número
o tal letra;
en los que la teacher,
y luego el teacher,
os habían cantado una canción.

El día que fue mamá
a contar a tu clase
el cuento de
La ovejita que vino a cenar,
a maternalizar el ambiente,
a ser partícipe
de tu convivencia en el cole.
El día que antes de que llegaras
al cole, nació tu hermana,
a las nueve menos diez,
que nunca será lo mismo
que las ocho y cincuenta.
Como el día de después
que te llevaron l@s abuel@s
con el pelo teñido y cresta
para celebrar 
tu fiesta del rock,
la única que nos hemos perdido.

Los días en que los domingos 
repasábamos juntas
lo que ibas a contar
los lunes
en la sección de
noticias del fin de semana;
cuando preparamos
aquella exposición
sobre los conejos
y salimos por el barrio
a hacer fotos;
cuando la abuela Isa
te dio una radiografía de su pie
para que la llevaras
al rincón del cuerpo humano
(también te llevaste jeringuillas
y cánulas con las 
que alimentábamos a Gala
en sus primeros días).

El día en que te fuiste
a la granja en aquel
autocar gigante azul oscuro
y estábamos tu familia entera
para despedirte;
también cuando regresaste
con cara de dormido,
churretes de salsa de tomate
en la boca
y un desplegable
con forma de mariposa
para pintar.
Los días en que hacías pellas
porque papa estaba de 
permiso paternal,
o aquellos viernes 
que no te quedabas
a comedor para empezar
antes del fin de semana.
El primer 8-M
que vivimos en familia,
que tampoco fuiste al cole
y acabamos
en la Plaza de las mujeres.

El día en que dijiste
por primer vez
el nombre de tu cole:
Valdebernardo,
y a continuación
el nombre de tu barrio:
Vicálvaro.
Sólo faltó el de tu casa:
La Mariana,
porque el de tu grupo
de iguales te lo sabes:
La Kuadrilla.

Los días en que te invitaron
a tus primeros cumples
de cole de mayores,
en parques de bolas asépticos
y tartas azucaradas.
Pero a ti eso 
no te importaba,
sólo querías hacer recrecer
tu juego.
O las tardes en el parque
con mucho columpio
hasta que terminabas
de contarnos todo
y luego te distanciabas
haciéndote el mayor.
-¡Hola me llamo Enzo!
¿quieres jugar?-
espetabas a los niños y las niñas.

Los días en que venías
con heridas y restos de sangre,
o con la ropa cambiada
por alguna fuga accidental
o por algún bloqueo emocional,
quién sabe.
Los días que entrabas triste
porque el abuelo Pedro
no conseguía estar a la altura;
el día que fuiste con
tu camiseta feminista
y tod@s quisieron
hacerse una foto contigo;
o el día que te pusiste
las gafas
para ya no volvértelas
a quitar.

El día que celebraste
tu cumple,
que aunque siempre 
vaya a caer en vacaciones,
lo celebrarás previamente
con tu pandilla, tu corona
y tus canciones.
Y luego iremos al cine
a ver tu película favorita,
y vendrá a tu cumple
quiénes quieras tú que vengan.
El día que le diste
un dinosaurio pintado a Elena,
o todos los dibujos
que les has llevado a tus amig@s,
o la representación de tu familia
que ya tenemos enmarcada en casa.

La carrera popular
de aquel sábado en el cole,
los experimentos de ciencias
de las familias,
los cuentos que cada un@
comparte de su casa.
Ayudar a Juan a jugar de otra manera
o aprenderte el nombre
de alguien de la clase
de los verdes;
dar las gracias a Raquel
cuando te cambie
y decirle a la monitora
que está ahí
para algo más
que para poner
el YouTube
(mecagoendios).

Todas esas cosas
y miles que me dejo
más otras miles
que por desgracia
desconozco,
conforman tu primer año en el cole.
Y concluyo que eres feliz,
así que gracias
a todas las personas
que habéis influido y aportado
en el proceso
y sobre todo,
reconocer,
reconocerte a ti, hijo,
tus méritos, tus conquistas
y aquellas cosas
que hayas sentido
como fracasos,
esas también te hacen ser
como eres:
EXTRAORDINARIO.



viernes, 1 de julio de 2022

Tocar fondo

Cuando tocas fondo
otra vez.
Qué desesperación
la de volverte a ver
en el fango.
Qué decepción
para con uno mismo
pese a haberte esforzado mucho.
Qué dramático todo
lo que te rodea
cuando sientes
que la vida es algo
insoportable.

El otro día escuché
a un niño decir
'que le dolía el cerebro'
a modo de juego.
Es justo eso.
O debe serlo.
Cuando la cabeza
te hace clic
y sientes que todo
se descontrola.
Que descarrillas sin remedio
y tienes la sensación
de que has arrollado
a tod@s l@s que están a tu lado.
Pero no es más
que una sensación de exageración
que exacerba todo
lo que te parece dramático.
Es una de las tretas
de cuando la salud mental
se te pone en contra.

Cuando lo que brotan
son hierbas malas
con un forraje del pasado
que te atormenta desde
que eras niño.
Secuelas de un
planeta corrupto
y un@s adult@s
que no supieron,
o pudieron,
estar a la altura.
Por tanto, el desastre es máximo,
casi inevitable,
determinante a la hora
de joderte la vida.

Así que subes los cinco pisos
a tientas y dando
pequeños saltitos,
con más miedo que nunca
y pesando la decepción
cada vez más
con cada peldaño
que superas.
Las voces son insoportables
y los delirios
sólo son evasivas
que no conducen 
a ninguna parte.
Y lo sabes, pero no puedes
hacer nada por remediarlo.
Esos pensamientos
del infierno
que solo te llevan
a querer sentir más dolor,
porque piensas que te lo mereces,
porque crees que así
se solucionará todo,
porque el hecho de dejar
de existir,
se convierte en posibilidadd de cambio.

Pero tranquilo,
yo no estoy para juzgarte,
ni siquiera estoy
para hacerte preguntas,
ni para atajar respuestas
en medio de una crisis.
Yo estoy para abrirme en canal
y que cojas cada parte de mí
que creas que necesitas.
Para regalarme entero
y desnudo
a tus demandas recurrentes.
Para callarme
y estar en silencio 
captando culaquier detalle
que sea importante.
Para ser tu camisa de fuerza
llegado el caso.

Estas por encima de mis hij@s
si tienes cualquier emergencia,
porque ell@s están bien,
ell@s pueden esperar
y les acompaña
mientras tanto,
en mi ausencia,
su madre.
Así que me desprendo
de todas mis obligaciones
para irme contigo
al final del mundo
o al final de la oscuridad
de cualquier habitación.
Y compartiremos pastillas
y pesares.
Y nos transferiremos el dolor
cuando ya no podamos más con él.
Y seré tu terapia
no profesionalizada,
porque no seré experto
en nada,
pero acompaño 
hasta las trancas
por encima de cualquier inclemencia.
Y además soy el mejor
para hacerlo, al menos,
para contigo.
Siempre has llamado a mi timbre
y siempre podrás seguir haciéndolo.

Cerraré las ventanas
a cal y canto
y ensayaremos
juntos el grito
que consiga desahogarte.
Seré tu saco acolchado
que amortigüe
cualquiera de los golpes
que necesites dar.
Ya está bien de puntos
en las manos
cuyas heridas
nos recuerdan
lo mal que lo hicimos en su día.
Y nos fumaremos
la casa entera
hasta que no nos quepa
más humo.
Y tocaré fondo contigo,
pero siempre
con la otra mano sujeta al filo
para intentar salvarnos los dos,
o ninguno.

La enfermedad mental
ha atravesado mi vida
personal y profesional,
y no habrá ambulancia,
ni policía,
ni equipo médico,
ni pamadres
a los que esperar,
si lo que quieres
es que crucemos esa puerta
de la mano.
Una puerta aterradora,
pero que será, sin duda,
el principio
de cualquier posible recuperación
con la que sueñes.

_A él. A quien más veces
he fallado y con quien más veces
me he redimido. Él sabe quién es_