sábado, 14 de noviembre de 2020

Señora del Sur. Parte III. Final.

No esperaré 
a que mi madre
se muera
para escribirla.

Este año está
un poquito más triste
porque la Paloma Blanca
alzó su vuelo.
La anécdota
de los homenajes
póstumos,
cuando tenemos
toda la vida para cuidarnos.

La Señora del Sur
que nada tiene que ver
con cortijos ni señoritos.
Trasnocha sin salir de casa
y no madruga
porque no se acuesta
arropando a sus cachorros.
Plancha la ropa
mientras toma
un café americano
con dos sacarinas.

Su falda por las rodillas
con medias grises,
atemporales
pero pioneras.
La Señora del Sur
establecida en la Meseta
con casa en el Norte.
Me enfado más
de lo que debería con ella
porque ella grita
más de lo que debería.

La reina de los mercaderes,
las tenderas 
y los comercios,
siempre paga
antes de que llegue a tiempo.
Si fuera estructura,
sería municipal,
local y comunitaria.
Barrio donde asentarse.

Espera a su nieto
mientras se deja caer
con el rabillo del ojo
y la comida hecha.
Más de 40 años cotizados
y 62 trabajados.
Solicita besos y abrazos
como quien pide
la palabra insistentemente
con la mano levantada
y el puño cerrado,
de ahí mi pasión
por los adjetivos,
y los besos,
y las ansias de libertad.
Te nutre con todo
lo que no le sobra
y con todo 
lo que los falta.
De paso lento
para que las flores
tengan el tiempo
que nadie les dedica,
y bajita
para que todo
el mundo la llegue.

Nunca se vio
que el sonido
que indica
asco,
sea el mismo
que sirva
para pronunciar
la palabra
ABUELA.
Jamás lo entenderíais
y no pienso disculparme.

La Señora del Sur
que cada vez
se parece más 
a su madre,
es justamente 
la mía.
No sé si tiene miedo
de lo que la espera,
yo solo siento
el orgullo
fluir por mis venas.

Por la dignidad
de los que fueron,
de los que son
y de los que serán,
porque eso tú solita,
lo has patentado.

Con este se cierra
la trilogía
de la Señora del Sur.
No habrá 
un cuarta entrega,
pero sí que seguiré
escribiéndote 
hasta después
de que estemos
muertas,
porque para vivir
de rodillas,
ya están otras.
Aprovechemos lo que nos queda.

_A mi Mamá, a su Abuela, a vuestra camarada y a nuestra Compañera_

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