viernes, 27 de noviembre de 2020

Lo sé

Él es feliz.

En el trabajo
no puedo determinar
el grado de felicidad
por eso de que
la interpretación es libre,
pero en casa,
con mi hijo,
sí que me atrevo.
Él es feliz.

Lo sé por la sonrisa
de sus ojos
y la bonita mirada
de su boca.
Verle
es como llegar
a la parte
más emocionante
del cuento,
la que te sabes
de memoria
pero con la que
se te eriza la piel
cada vez
que la escuchas.
Si no lees estás perdido.
Lo sé
por cómo se mueve,
ocupando con su cuerpo
todo lo que al vacío
le hacía falta.
Lo sé
por cada palabra
que aprende y reproduce
como si fuera
el discurso de mi vida.
Lo sé, porque al dormirle,
huele a sueño cumplido,
a sudor de cuerpo limpio,
a barro y arena de parque.
Lo sé
por las canciones que canta
y los bailes que se sabe.
Por cada aplauso,
por cada "bravo",
por cada vez que se agacha
para saludar al público.
También lo sé
por sus noes,
y sus lágrimas,
y sus besos,
los cuáles ya da
por iniciativa propia.
Sé que es feliz
por su espalda erguida,
su pinza al coger
cosas minúsculas,
su culo prieto 
para declarar la guerra.
Lo sé por lo bien
que está con el resto,
por cómo nos saluda
al volver,
por cómo pregunta
por lo que ya echa de menos.
Por todos los nombres
qu se sabe,
por las relaciones
que establece,
por cerrar bocas
sin mentar a nadie.

Enzo es feliz.
Ser y estar
son dos verbos
que se acoplan
perfectamente
la adjetivo.
De momento
y por todos los charcos
que te quedan por pisar,
la cosa tiene pinta
de que no va a cambiar.

_A mi hijo, siempre a mi hijo_

No hay comentarios:

Publicar un comentario