lunes, 30 de noviembre de 2020

Maestro de ceremonia

No supe que era eso
hasta que el día
de mi boda,
un "curilla" de traje,
gracioso
y de lágrima fácil,
dijo nuestros nombres.

Dos años después,
me ofrecen
la posibilidad
de ejercer el oficio
mediante un grabado
espectacular
y un bolígrafo eterno.

Quién iba a saber
que esto iba a fraguarse
desde el mismo momento
que iniciamos
el descenso del Sella.

El Norte o Mi Rumbo,
que son mismo,
quedó irremediablemente
marcado en mi brújula.
No estoy seguro
que sea por méritos propios,
pero el honorde la concesión
despeja cualquier
tipo de dudas.

Todavía no es
de dominio público,
por lo que lo protejo
como un secreto,
tal y como hice
con el de Neruda,
que además,
tiene que ver con los mismo,
hasta que me den
el permiso necesario.

Ellas estuvieron allí. 
Desde el principio.
Pero lo difícil
no es haber estado,
sino mantenerse indemnes.
Las tardes
los parques,
las noches,
los partos.
Fueron las últimas
en despedirse
el día de antes
y las últimas
en saludarnos
al día siguiente,
dando forma y sentido
al proceso,
de principio a fin,
para que todo
estuviese en su sitio.
Porque siempre
nos han acompañado
y nosotras hemos
intentando hacer lo mismo,
pero no sabemos
si hemos estado a la altura.

Para mí,
todo empieza
y todo acaba
y todo vuelve a empezar
en la ciudad de Bilbao.
Creo que para ella también.
Para él por descontado.
Porque nadie sabe
que dos semanas antes
del 3 de marzo
hubo un trágico desenlace,
la paz, el descanso.
Y una tristeza profunda
que pocos jóvenes
hemos experimentado.
Ya te lo dije:
"Por tu madre
y mil veces
por tu madre".
Sin haberla conocido
me la he comido por dentro
por haberte compartido.

Qué decir
del gigante de Provanco,
la estrella dentro
de una cueva,
la persona más buena
en castellano o en euskara.

Me queda todo un año
para planear
un acto de amor
desmesurado,
por todo lo alto
aunque sea subido
a una banqueta,
mis zapatos.
Sin arreglos
ni ornamentos.
Sin disfraces
ni gerifaltes.
La canción que os debemos,
el ascensor para vernos.

La responsabilidad 
de lo escrito
y de lo dicho,
sin compromisos.
Porque el compromiso
que celebremos
no será orquesta
de asientos,
sino concierto
de cientos
que os queremos
por el padre nuestro.

Sin rezos,
lo juro.
Y yo nunca juro,
pero por vosotras, 
hasta me pongo
una chaqueta.

_Con todo el mimo 
de mi puño y letra,
a Joseba y Ana_

domingo, 29 de noviembre de 2020

Te llevo siempre VIII

Son malas noticias.
Por primera vez
desde que escribo,
he perdido
mi cuaderno.
El de Tailandia,
el del Testigo;
iba por la mitad
y en él se recogían
los textos desde
el inicio de la pandemia.
Ya no haya pruebas
analógicas.

Un tesoro que
no recuperaré
del fondo del mar,
pero qué seguirá
intacto en mi memoria.
Sinceramente,
hubiera preferido
perder la relación
con alguna persona
que me sobra,
porque cuando 
hablo de escribir,
lo material sí que importa.
Tan ensimismado estaba
que me he pasado la parada.
Mal augurio, 
error profundo,
perdido,
taciturno.

Cojo munición nueva,
llena de flores
y una arboleda.
De la de siempre,
mi compañera.
Tanto a él,
tanto a ella,
espero no perderte.

En vano,
pero por si acaso,
te firmo con
mi número de teléfono.

Hasta siempre.
El Octavo Pasajero
se perdió en el espacio.

Desde un marzo confuso
hasta un noviembre creciente.

viernes, 27 de noviembre de 2020

Lo sé

Él es feliz.

En el trabajo
no puedo determinar
el grado de felicidad
por eso de que
la interpretación es libre,
pero en casa,
con mi hijo,
sí que me atrevo.
Él es feliz.

Lo sé por la sonrisa
de sus ojos
y la bonita mirada
de su boca.
Verle
es como llegar
a la parte
más emocionante
del cuento,
la que te sabes
de memoria
pero con la que
se te eriza la piel
cada vez
que la escuchas.
Si no lees estás perdido.
Lo sé
por cómo se mueve,
ocupando con su cuerpo
todo lo que al vacío
le hacía falta.
Lo sé
por cada palabra
que aprende y reproduce
como si fuera
el discurso de mi vida.
Lo sé, porque al dormirle,
huele a sueño cumplido,
a sudor de cuerpo limpio,
a barro y arena de parque.
Lo sé
por las canciones que canta
y los bailes que se sabe.
Por cada aplauso,
por cada "bravo",
por cada vez que se agacha
para saludar al público.
También lo sé
por sus noes,
y sus lágrimas,
y sus besos,
los cuáles ya da
por iniciativa propia.
Sé que es feliz
por su espalda erguida,
su pinza al coger
cosas minúsculas,
su culo prieto 
para declarar la guerra.
Lo sé por lo bien
que está con el resto,
por cómo nos saluda
al volver,
por cómo pregunta
por lo que ya echa de menos.
Por todos los nombres
qu se sabe,
por las relaciones
que establece,
por cerrar bocas
sin mentar a nadie.

Enzo es feliz.
Ser y estar
son dos verbos
que se acoplan
perfectamente
la adjetivo.
De momento
y por todos los charcos
que te quedan por pisar,
la cosa tiene pinta
de que no va a cambiar.

_A mi hijo, siempre a mi hijo_

sábado, 21 de noviembre de 2020

Puntos en la mano

De vez en cuando
me duele la mano.
No es ese tipo
de dolor que cansa,
que aburre.
Es el de la vergüenza
y el arrepentimiento.
Mucho más simbólico
que un tatuaje.
Las heridas
son memoria.
Pistas para no olvidar.
Son marcas
que me acompañarán siempre.
La mano derecha.
La mala.
Sin zurdas intenciones.
La llamada
que nunca
debí hacer
por la que acudieron
desconocidos
de uniforme.
Cristales rotos.
La aguja rompiendo la piel.
El hilo juntando la piel.
Sin anestesia
y con preguntas
impertinentes.
Por turnos,
nos curaron las manos.
No había huevos
a mirarse a la cara.
Un padre humillado.
Sus cachorros perdidos.
Ropa manchada de sangre.
Corazones desangrados.
El caos de la hermandad.
Y analgésicos
que no tienen efectos.
Ocho puntos de sutura
irregulares.
Nos olvidamos
del significado
de volver a casa
y de lo que implica
ser familia.
Destruidos por un instante
de locura,
o eso creíamos.
Menos mal 
que la vida pasa
y el tiempo lo cura todo,
o casi todo.
Un pasado de reproches
y cenas en solitario.
Escuchando voces
tan realistas
como imaginarias.
Donde se confunden
los deseos y los sueños.
Donde la rabia dirige tus días.
Donde ser el mayor
es tu mayor 
de los fracasos.
Cuando te creías
invencible
viviendo lejos de todos
y cerca de nada.
Nadie debería sentirse tan solo.
Ni yo, ni nadie.
Ni él.
Porque la culpa
es un invento
religioso
que nos ha hecho
más frágiles.
Porque las ventanas
son solo eso, 
ventanas.
Cosas reemplazables.
Caer y levantarse.
Convencido por completo
que en eso consistía
madurar.
Y es mentira.
Es otro engaño sibilino
para justificar
mirar hacia otro lado.
La salida fácil
entre cuatro paredes
sin llaves 
que abran o cierren
las oportunidades 
llegar,
o quedarse,
o enterrarse.

La mano me duele
con cada cambio
de estación,
siendo las de más frío
las que torturan
el perdón.
La pus
que arrastro.
La infección
que mantengo.
El dolor simbólico
del recuerdo
hasta que esté muerto.
La mano
es lo que más
me duele
en este primer tercio
del tránsito.
Y no creo que nunca
se vea superado.
Mi costra
que no pica,
perpetua,
la que no arranco.
Porque jamás
podré desprenderme
de algo tan despiadado.
Esa es mi pena,
mi castigo
y mi pecado.
Ahora,
también te digo, 
mano,
gracias por haberme
conducido
a tu lado,
porque a día de hoy,
sigo teniendo
a mi hermano.

Estamos curados.
Besos rizados.

Porque aquel 3 de Marzo,
empecé por donde
tenía que empezar.
Te lo debía.
Ese fue mi regalo.
Espero que me hayas perdonado.

_A mi hermano de sangre, Juanpe_

sábado, 14 de noviembre de 2020

Señora del Sur. Parte III. Final.

No esperaré 
a que mi madre
se muera
para escribirla.

Este año está
un poquito más triste
porque la Paloma Blanca
alzó su vuelo.
La anécdota
de los homenajes
póstumos,
cuando tenemos
toda la vida para cuidarnos.

La Señora del Sur
que nada tiene que ver
con cortijos ni señoritos.
Trasnocha sin salir de casa
y no madruga
porque no se acuesta
arropando a sus cachorros.
Plancha la ropa
mientras toma
un café americano
con dos sacarinas.

Su falda por las rodillas
con medias grises,
atemporales
pero pioneras.
La Señora del Sur
establecida en la Meseta
con casa en el Norte.
Me enfado más
de lo que debería con ella
porque ella grita
más de lo que debería.

La reina de los mercaderes,
las tenderas 
y los comercios,
siempre paga
antes de que llegue a tiempo.
Si fuera estructura,
sería municipal,
local y comunitaria.
Barrio donde asentarse.

Espera a su nieto
mientras se deja caer
con el rabillo del ojo
y la comida hecha.
Más de 40 años cotizados
y 62 trabajados.
Solicita besos y abrazos
como quien pide
la palabra insistentemente
con la mano levantada
y el puño cerrado,
de ahí mi pasión
por los adjetivos,
y los besos,
y las ansias de libertad.
Te nutre con todo
lo que no le sobra
y con todo 
lo que los falta.
De paso lento
para que las flores
tengan el tiempo
que nadie les dedica,
y bajita
para que todo
el mundo la llegue.

Nunca se vio
que el sonido
que indica
asco,
sea el mismo
que sirva
para pronunciar
la palabra
ABUELA.
Jamás lo entenderíais
y no pienso disculparme.

La Señora del Sur
que cada vez
se parece más 
a su madre,
es justamente 
la mía.
No sé si tiene miedo
de lo que la espera,
yo solo siento
el orgullo
fluir por mis venas.

Por la dignidad
de los que fueron,
de los que son
y de los que serán,
porque eso tú solita,
lo has patentado.

Con este se cierra
la trilogía
de la Señora del Sur.
No habrá 
un cuarta entrega,
pero sí que seguiré
escribiéndote 
hasta después
de que estemos
muertas,
porque para vivir
de rodillas,
ya están otras.
Aprovechemos lo que nos queda.

_A mi Mamá, a su Abuela, a vuestra camarada y a nuestra Compañera_

viernes, 13 de noviembre de 2020

Caminante

Caminante
que retoma la marcha
contra todo pronóstico.
Milagros es solo
un nombre propio,
que la inercia
de la esperanza
no nos lleve 
a sitios confusos.

La cara
es un mapa
que tiene memoria.
Por una vez,
la historia
se reescribe
desde cero.
La postergación
de lo inevitable
se hizo posible.
Los golpes duelen,
y pese a la creencia popular
de que son pasajeros,
la verdad es que
mantienen sus finos hilos
inquebrantables
toda la vida.
Las placas y los clavos,
la noche en vela de una madre,
los espasmos,
la tristeza,
el poder del instinto.

La melodía de verte andar.
El coraje de la visión.
La paciencia de la audición.
La suerte de olerte.
El alivio de volverte a probar.
Los cinco sentidos
y tú,
el sexto,
como maravilla del mundo
sumándose a todas las anteriores.

Las expectativas
que depositamos en ti,
no son más que buenos deseos
que no han pedido permiso,
más si no estás conforme,
ya eres ley
para desecharlos.
Muerte a los inclementes
y a los que no son empáticos
por cualquier
fallo del sistema.

Incluso así,
te pensamos
como la solución ecuánime
a los problemas,
como el laureado estudio científico,
como arenga del discurso,
como emocionante banda sonora.

El viaje es muy largo,
pero te esperamos
en cada apeadero
en el que gustes descansar.
Miguel Hernández
escribió "El rayo que no cesa";
Miguel Hernández,
siendo de la generación 36
y epílogo de la del 27,
murió encarcelado
a medio camino.
Tú,
siendo de la generación del 2018, 
sigues caminando.
Por tanto,
a aquellos
que siguen esperando
o que se han quedado
a medio camino,
tenéis a vuestra disposición
el referente perfecto.

Jamás leerás esto,
pero algunos caminarán
gracias a tu ejemplo.

_a M_



jueves, 12 de noviembre de 2020

Tomar y dar

No es más difícil
lanzar una crítica
que saber recibirla, 
encajarla y asumirla.
Estamos equivocadas
si pensamos
que las personas
que no se callan nada
son el tipo de personas
que hacen falta.
Hay una línea muy fina
entre la humildad
y la prepotencia.

Lo mismo pasa
con el tomar y el dar.
Es mucho más simple,
mecánico
y está mejor visto
el dar.
Sin embargo,
para tomar,
hay que estar
mucho más preparada.
Es más revolucionario
el aceptar recibir
palabras, personas o cosas.
Un proceso
de metamorfosis
y madurez
que solo algunas
llegan a comprender.
Esas son las personas
que me gustan.

Entre dar y tomar,
prefiero tomar
conscientemente
me enfrente
a lo que me enfrente,
y de vez en cuando,
dar alguna
que otra hostia.

martes, 10 de noviembre de 2020

Relaciones referenciales

 Estábamos en la zona habilitada
dentro del autobús,
justo donde se encuentra
el botón con
el símbolo del carrito
que tanto le gusta presionar.

A nuestro lado,
en la puerta de salida,
una pareja joven
despojada de intimidaciones
por miradas ajenas.

Agachado y de cuclillas,
le miraba
mientras él
me obviaba
obnubilado
con las pasiones,
que se creen,
nunca se van a acabar.

Interrumpiendo
cualquier pensamiento adulto
grita:"Papáááááááá",
señalando al chico.
A continuación,
con gesto abierto,
infiero que me pide
acercamiento
para tocarme la cabeza;
un repaso antológico
que deja huella
en todo mi cuerpo.
Le expliqué
que aquel chico
no era su papá,
pero él insistía,
hasta que le miré
y entendí
la relación
(por alusiones).
El chico tenía
el pelo rapado
y estaba haciendo referencia
a que era como su papá.
Me rebajé,
sonreí
y me acordé
de todos los que insistían
en que no tiene lenguaje
(os reviento).

Ya no es tanto
lo que se dice,
sujeto a múltiples
interpretaciones,
sino cómo se dice
y a sus intenciones.
Otra lección
para los supuestos
ilustrados.

La pareja se rió
porque entendieron
rápidamente
lo que allí había ocurrido.
Yo me mantuve
en silencio
porque allí no hacía falta
decir nada
(cuando las palabras sobran).

Estimuladas
y cada una 
con sus motivaciones,
el autobús recorría
la larga calle principal.
Él siguió mirándoles,
provocando,
reclamando atención.
Y yo,
seguí aprendiéndole
sin pausa y sin prisa.
Hasta que dijo: "Muaaaakkkk".
La pareja se estaba besando.
Pensé en el primer 
beso de amor
que darás
e intenté imaginarme
a la persona
que lo recibiría.

Creces y sé
que un día
no lo compartiré
todo contigo.
Hasta entonces,
agárrate fuerte.
Te sentirás solo,
pero hasta el día
que me muera,
en realidad,
no lo estarás.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Todo lo que tenemos

 Cuando todo lo que tenemos
es más o menos,
mucho o poco,
grande o pequeño,
se convierte en un problema.

Todo lo que tenemos
debería valorarse
por la calidad y la calidez,
por el cuidado de mantenerlo,
por la certeza
de seguir creciendo.

Todo lo que tenemos
no es un patrimonio urbanizable,
sino una revolución cultural
de pertenencia de grupo.
Todo lo que tenemos
implica pluralidad,
señas de identidad compartidas,
comunidades empoderadas,
dispuestas a despojarse
de las piedras.

Cuando todo lo que tenemos
es un baremo para diferenciarse
entre los de arriba y los de abajo,
es la excusa perfecta
para ir a la guerra.

viernes, 6 de noviembre de 2020

Trayectorias

Trayectorias anónimas,
intachables.
Trayectorias irreprochables
nos pongamos
como nos pongamos.
Trayectorias personales
y profesionales, dicen,
sujetando fuerte
las llaves de la ciudad.

Esperamos serviles
con sabor esperanza
que se abra la mano
del que te alimenta.
Trayectorias inestables.
Si te he visto, no me acuerdo.
Toda la vida
buscando un sitio.
El rastro de migas
que nos dejas
para que volvamos a casa;
los posos de café
que filtras
para que no le AMARGue
a nadie;
la forma de la nube
que se desvanece
como aquel
bonito recuerdo
al que te aferrabas.

Trayectorias de ida y vuelta.
Bueno, solo de ida.
Trayectorias dilatadas,
cierre al salir, señoría.
Trayectorias supervivientes
con los cinco sentidos.
De las del puño cerrado
y levantado.
De las que ponen la cara
pese al dolor del golpe.
Sin clamar al cielo.
Sin gritos egoístas.
Con el tono adecuado
y la sonrisa suficiente.
Mediante la palabra,
el respeto
y el ejemplo.
Que algo sea legítimo,
no excluye que pueda ser
execrablemente
cuestionado.
Que ni pinches
ni cortes,
no quiere decir
que no resulte injusto.
Trayectorias tocadas,
pero no hundidas,
faltaría más,
no te jode.

Trayectorias desterradas,
pero las flores siguen
creciendo 
en cualquier sitio
que haya un poco
de luz y agua.
Trayectorias exiguas
por motivos desconocidos,
al querer abrazar
el desconocimiento.
Trayectoria que echaré de menos,
que seguirá emergiendo
del campo arrasado.
Trayectorias públicas
que deberían ser estudiadas
de memoria si quieres,
y aprendidas
en pro de todas.

En fin y de nada
vuelven a significar
lo mismo.
Sin intenciones ocultas,
con el peso del verso
este es mi argumento.

Trayectorias,
perfiles,
gentiles,
rediles,
ediles.
Atriles desde donde
se ve el conjunto,
pero no al Aquiles.
Los pilares,
al igual que los talones,
no siempre sujetan
adecuadamente.
Ni voz, ni voto,
por descontado.
Pero yo escribo
desde el sitio
que ocupo:
mi blog, 
mi refugio,
mi abrigo.
Sin perjuicios
ni castigos,
que nadie
se aluda
ni se ofenda.
Pero a lo hecho-pecho,
cada una con sus ovarios,
y yo, con "los míos".

Que te pires, 
pero no te canses
ni te cases,
porque
con lo que ya haces,
el resto
podremos hacer balance
con la mirada del elefante,
así, como tú eres,
magnate,
gigante.

_A todas aquellas trayectorias pecadoras, errantes y mal vistas_

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Para última hora

Nunca fui buen estudiante
dejándolo todo
para última hora.
Hoy me levanto
a las 05.00 am
con la "esperanza"
de que el cachorro
no despierte,
para que me dé tiempo
a terminar un trabajo.

Recuerdo que empecé
a tomar café
sobre los quince años.
Había empezado a fumar
un poquito antes.
Ya en bachillerato,
perdía las tardes
en cualquier
entretenimiento
fuera de lo curricular
y me acostaba pronto
sin haber tocado
un libro,
me refiero
a los manuales.
Me ponía el despertador
a la misma hora
que me he levantado hoy
para recuperar el tiempo
y hacer todo lo que
no había hecho.
Posponía la alarma
varias veces
mientras brillaba
la luz de la lamparita
confiado de su poder
para que no me durmiera.
Al final me levantaba,
calentaba café,
encendía una cigarro
y me iba al baño.
Por tanto,
solo aprovechaba
una media hora
de todo ese tiempo
que procrastiné
el día anterior.
Luego me iba al cole,
la insti o a la universidad
tan pancho,
superando con mediocridad,
pero con suficiente nota,
esas mierdas de exámenes
que nos ponían.

A groso modo,
esa fue mi trayectoria
en la etapa estudiantil.
Sin pena ni gloria
en lo académico,
pero honoríficamente
reforzado en las relaciones
y la ideología.
Si mi hijo
en un futuro
hace lo mismo,
o lo contrario,
con sus matices,
recordarme
que no le reproche nada.

Por cierto,
si ella no hubiera repetido
1° de bachillerato
en aquel colegio
de monjas de mierda,
viniendo a mi colegio
concertado de elitistas
y económicas intenciones,
no estaría escribiendo esto.
Por tanto,
manteneros alerta
en aquellas situaciones
en las que parece
que se acaba el mundo.
Puede que ahí,
justo en ese momento,
donde la oscuridad
lo envuelve todo,
empiece tu vida,
la de verdad.