hasta que el día
de mi boda,
un "curilla" de traje,
gracioso
y de lágrima fácil,
dijo nuestros nombres.
Dos años después,
me ofrecen
la posibilidad
de ejercer el oficio
mediante un grabado
espectacular
y un bolígrafo eterno.
Quién iba a saber
que esto iba a fraguarse
desde el mismo momento
que iniciamos
el descenso del Sella.
El Norte o Mi Rumbo,
que son mismo,
quedó irremediablemente
marcado en mi brújula.
No estoy seguro
que sea por méritos propios,
pero el honorde la concesión
despeja cualquier
tipo de dudas.
Todavía no es
de dominio público,
por lo que lo protejo
como un secreto,
tal y como hice
con el de Neruda,
que además,
tiene que ver con los mismo,
hasta que me den
el permiso necesario.
Ellas estuvieron allí.
Desde el principio.
Pero lo difícil
no es haber estado,
sino mantenerse indemnes.
Las tardes
los parques,
las noches,
los partos.
Fueron las últimas
en despedirse
el día de antes
y las últimas
en saludarnos
al día siguiente,
dando forma y sentido
al proceso,
de principio a fin,
para que todo
estuviese en su sitio.
Porque siempre
nos han acompañado
y nosotras hemos
intentando hacer lo mismo,
pero no sabemos
si hemos estado a la altura.
Para mí,
todo empieza
y todo acaba
y todo vuelve a empezar
en la ciudad de Bilbao.
Creo que para ella también.
Para él por descontado.
Porque nadie sabe
que dos semanas antes
del 3 de marzo
hubo un trágico desenlace,
la paz, el descanso.
Y una tristeza profunda
que pocos jóvenes
hemos experimentado.
Ya te lo dije:
"Por tu madre
y mil veces
por tu madre".
Sin haberla conocido
me la he comido por dentro
por haberte compartido.
Qué decir
del gigante de Provanco,
la estrella dentro
de una cueva,
la persona más buena
en castellano o en euskara.
Me queda todo un año
para planear
un acto de amor
desmesurado,
por todo lo alto
aunque sea subido
a una banqueta,
mis zapatos.
Sin arreglos
ni ornamentos.
Sin disfraces
ni gerifaltes.
La canción que os debemos,
el ascensor para vernos.
La responsabilidad
de lo escrito
y de lo dicho,
sin compromisos.
Porque el compromiso
que celebremos
no será orquesta
de asientos,
sino concierto
de cientos
que os queremos
por el padre nuestro.
Sin rezos,
lo juro.
Y yo nunca juro,
pero por vosotras,
hasta me pongo
una chaqueta.
_Con todo el mimo
de mi puño y letra,
a Joseba y Ana_