El ombligo del mundo
no deja de ser
un cicatriz fría,
posesiva y oscura.
Tierra de nadie
pestilente
y generalmente
poderosa
pese a sus
delirios de grandeza.
No necesariamente
tiene que relacionarse
con la prepotencia
pero sí
intrínsecamente
tiene que ver
con la individualidad
y el egoísmo.
Si vamos "de cara"
y nos caemos mal,
perfecto,
nos la cruzamos
y ya está.
Pero si vamos
"de ombligo"
la transparencia
se opaca
y las intenciones
se confunden.
Aquí mal.
Ser un abanderado
no te hace ser
un vanguardista.
Del mismo modo
que solo hablar
de ti mismo
no hace que
desaparezcamos
el resto.
Es verdad
que tenemos
muchas cosas
en las que pensar,
y que los ritmos
son frenéticos,
pero eso no
te da prioridad
para no mirar
por donde andas.
Una vez que
se desprende
el cordón
del ombligo,
se hace presente
la corrupción.
Del mismo modo
que al nacer
los pulmones
se nos abren
como una hostia
bien dada,
luego,
durante
el transcurso
de la vida,
tapamos el ombligo
para ocultar
nuestras debilidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario