En el primer
trabajo que tuve
con diecisiete años
tenía que fichar
al entrar y al salir.
Mes a mes
le ganaba
quince euros
a la nómina
por el plus de puntualidad.
Cuanto más lejos
tenía que ir,
antes llegaba a los sitios.
Eso lo aprendí
de mi Padre.
El compromiso personal
de llegar a tiempo;
el acto social
de cumplir
con tus obligaciones.
Y claro que me he quedado
dormido a veces,
pero la alarma
estaba programada
con tanto margen
de error,
que jamás dí
el disgusto a nadie
de llegar tarde.
Hace cinco años
escribí la primera
parte del texto
bromeando
con un guarda jurado
que no tenía tiempo
ni para follar.
Hoy día me pongo
serio tras haber
sufrido las consecuencias
ajenas de que el resto
no estuviera a su hora.
Me da lo mismo
el marco o el contexto.
Me la suda el tráfico.
No me parece excusa la lluvia.
Respeto las excepcionalidades
y entiendo la complejidad
de las circunstancias,
pero si las ocasiones
consiguen ser puntuales,
tú también puedes hacerlo.
Cuando dependen de ti
y después del resto,
no te des el lujo.
"NO ESTÁS SOLA EN ESTE MUNDO"
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