de este año
glorioso
madrugando
¿cómo no?
sentado
entre luces
de colores
esperando
a que me hijo,
dormido en el sofá,
despierte.
Y así es justo
como resumo
este 2019.
Un año de esperas
y alertas.
El punto de mira
en los cuidados
y el colchón latente
de todas las noches.
Por una vez,
los disgustos,
las decepciones,
las penas,
quedan en un
segundo plano.
Porque no
me lo pienso
permitir.
Porque ahora
y hasta entonces,
estoy para
otras cosas.
Sin duda
el año
del acompañamiento,
donde
y cuando
mas
he aprendido.
En el que más
cansado
me he sentido, si,
pero más contento
que unas castañuelas
¿de dónde vendrá esa frase?
Un año caluroso
y seco
donde la niebla
ha permitido
la cercanía.
Donde irse
ya no molaba tanto,
pero llegar,
amig@s,
llegar de vuelta
no estaba pagado.
Un año
de excendencia,
de Escuelas
y de despedidas.
Malditas despedidas.
Nos acordamos
siempre de vosotr@s
como si nunca
os hubierais ido.
2019 de reconciliaciones
con muchas erres,
pero sin olvidar
el daño recibido
ni el infligido.
La memoria
se repara
sin medias tintas.
Un año
en el que l@s mal@s
siguen siendo
l@s mis@s mal@s
de siempre.
Combate perenne.
Saludamos
a nuevas personas
y desechamos
a las que no merecen
la alegría.
ACOGEMOS
como si fuese
el único verbo
conocido
y nos detallamos
las cosas
pendientes
para no perder
la referencia.
Porque
el Norte
siempre va a
ser el Norte.
Eso no hay nadie
ni nada
que nos lo quite.
Agradezco
cada día
y cada noche en vela.
Recogerte
de los sitios
y esperar
a Mamá
jugando.
Las horas
de parque,
comer en regazo,
el llanto que pide,
los brazos que entienden.
2019 se pasa
volando,
La Mariana
cuatro años.
Y La Kuadrilla
otros tantos,
la familia elegida
con sus idas
y venidas,
pero familia,
al fin y al cabo,
unida.
Somos el acuerdo
del nuevo
Gobierno
para empezar
2020
con ovarios,
y los cojones
desatados.
_Al 2019_