Árboles artificiales
abandonados
en la basura.
Bolsas volando
sin rumbo.
Mesas vacías,
sillas sin ocupar.
Exceso de juguetes,
plástico,
demasiado plástico.
La luz,
de aquellos hogares
que pusieron de más,
se vuelve a apagar;
algunos no tuvieron
de más.
Viajes de vuelta
sin fecha de retorno.
Alimentos podridos
sobrantes
de las botellas
de vidrio
que ahogaron
el pasado
para sobrepasar
el presente;
no sabemos nada
del futuro.
Familiares momentos
anuales
que no se repetirán
si no hay una excusa.
Regalos programados
que se olvidaron
de ser detallistas,
sólo importa
el compromiso.
Creencias,
rituales
y tradiciones
prácticas,
frías,
perfectamente
ejecutadas.
Reencuentros
que sirven
para ver
cuánto hemos cambiado,
pero que sin embargo,
no tienen
la fuerza suficiente
para ser mantenidos.
Vacaciones derrochadas
y compras,
muchas compras
para alegrar
al prójimo,
y a los iguales,
y a uno mismo.
Nos quedan
los restos
y esperar
hasta el año
que viene.
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