mientras se abrían
las puertas.
Ha caído
pesado
un cuerpo
en el andén
de enfrente.
Podemos
ver a través
del cristal.
Tiembla
como un pez
fuera del agua
y la mirada
se pierde
cada vez más
con cada
espasmo.
Dos ajenos
le socorren
mientras el resto,
en parálisis,
cogemos
el corazón
en el puño.
El movimiento
caótico
de sus extremidades
le está destrozando
por dentro,
mordiéndose
la lengua,
ahogándose
en sangre.
Si tuvo tiempo,
pensaría
en el zoológico
en que se convirtió
aquel lugar,
de músculos
bloqueados
y cámaras
enfocando.
Si te arrepentiste
de tu vida,
yo lo hice
de mi condición
de muerto viviente.
El tren avanzó
para adentrarse
en el túnel
mientras tú
agonizabas
en las oscuridad
personal.
Me pasó
y es verídico,
que escribiendo
este texto,
mi boli se quedó
sin tinta
como aquel
ciudadano
que quizá
expiraba
su último
aliento.
Lo siento mucho,
lo siento de veras.
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