-Oiga, perdone que discrepe pero, si la dicha nunca muere, nunca se convierte en tarde para siempre-.
En verdad, la ciudadanía no tiene tiempo, no puede pensar a medio/largo plazo y no sé qué no sé cuanto. Por así decirlo tiene carácter de urgencia, se agota presumiblemente irreversible. En plan como cuando se seca un río o se gasta la comida.
Así que dejémonos de "coletillas" que sólo sirven para explicar cómo son las limitaciones de nuestra retórica, simple y copiada, e imaginemos la manera más creativa de garantizar la práctica de las palabras que nos acompañan.
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