entre montañas de hojas,
cogiéndose de las barandillas,
saltando desde
los muros de ladrillos.
Jugando al escondite
entre charcos,
sin tejados ni refugios
con el sabor húmedo
del rocío.
Tuve una mejor amiga
en Primaria
que se llamaba Rocío
y ahora la única Rocío
que conozco
es mi librera 📖 de cabecera.
En los días grises
no hace falta echar las cortinas.
Quién coja el Metro
los días grises es un cobarde.
¿Sabíais que durante
los días grises
los semáforos
para que crucen l@s peaton@s
duran más?
El anhelo del clima perfecto.
Generalmente se nos quedan
grandes los galones
en los días grises.
La idea de bailar
bajo una tormenta
no nació del cine 🎥;
lo mismo que retornar
con la cabeza bien alta
no salió del final de una peli.
Menos arcoíris
y más gris 🩶 realidad, coño,
que para vomitar unicornios
hay que buscarse otros espacios.
El gris del chubasquero,
las botas o el paraguas,
del tren que suena a lo lejos,
de los pájaros al refugio
de la copa del árbol.
El gris de una buena
conversación,
sin equidistancias
pero con mil matices,
sutiles o explícitos,
consientes y reales.
El gris de unos ojos perfectos.
¿Dónde andarán los días grises?
¿Dónde aguardan?
Reclamo con ímpetu
que vuelva el gris rutinario
a mís días tan necesitados
para respirar fuerte,
aunque no huela nada,
y sentir el peso de la existencia
como algo positivo
todo el rato.
Y tú ¿a qué le tienes miedo?
¿a qué o quiénes aguardas?
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