y abrir mucho los ojos
para sentir el ruido acolchado
de una ciudad
con demasiadas interferencias.
Taparlas y destaparalas
para descubrir las diferencias
y los matices auditivos.
Creerte única en el mundo 🌎
mientras juegas,
en cierta manera,
a aparecer, desaparecer
y volver a aparecer.
Una conquista universal
que a cada cual le llega
a una edad distinta,
pero que coincide
en hacerlo con completa
autonomía del resto.
Magia sensorial
en estado puro
para experimentar
con tu propio cuerpo
las sensaciones
que te resultan agradables.
Como cuando te vuelves
consciente de que el pestañeo
puede ser controlado,
o como cuando aprendes
a manejar la respiración
y el tiempo de ausencia
de la misma.
Son exploraciones
en las que me reconozco
y me redescubro de pequeño.
Yo también lo hice.
Con el tiempo, pasan a ser
pequeños experimentos
que cumplen la función
de los mecaninos de defensa
para escapar unos segundos
del estrés diario.
Una estampa espontánea
donde pararse
unos segunditos a disfrutar.
La naturalidad,
la inocencia,
la curiosidad,
la actitud científica
sin sesgos.
Luego aprenderemos
a que no siempre es
positivo taparse las orejas,
especialmente cuando se
trata de huir de alguna
injusticia.
Entiendo el miedo,
entiendo la presión,
entiendo la vergüenza,
pero al agresor
OREJAZOS y GUANTAZOS
para no volver a huir,
para quedarnos y decir
que no nos van a volver
a hacer daño.
Taparse las orejas
no conllevan nuevas
interrogaciones,
sino exclamaciones
para gritar sin miramientos
que aquí estamos
y que hemos venido para quedarnos.
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