lunes, 30 de septiembre de 2024

Parasitando desde dentro

Llevo mucho tiempo
dándole vueltas
a las trampas del sistema 
y a qué o quiénes 
son verdaderamente el enemigo,
porque sí,
vuelve a haber bandos
una vez más.
Cada vez me cuesta más 
defender una educación pública 
con toda la mediocridad 
que conforman sus listas.
Eso no quiere decir
que vaya a defender jamás 
la privada, ni la concertada,
especialmente está última.

Me refiero a la contradicción 
de ser consciente
del modelo que me parece
el más adecuado,
y en cómo al desgranarlo 
no veo más que intrusos,
dinamitadores y carroñeros
desvirtuando 
lo que debiera significar
ejercer las funciones públicas 
de sus desempeños.
Me disgusta, me decepciona
y me encabrona 
encontrarme con parásitos 
que, teniendo razón 
en sus reivindicaciones,
acompañan como les sale
del culo sin tener en cuenta
a la infancia,
que es de lo que se trata.

Me pongo de ejemplo.
Curro en la pública,
contratado por una 
cooperativa privada, 
es decir, gestión indirecta.
Hace tiempo coincidí
con el relato de que
el trabajo no me dignifica,
eso no quiere decir
que no lo disfrute,
que no me lo tome en serio 
y que no sea un profesional 
como la copa de un pino.
Acompañando a la más 
temprana infancia 
a jornada completa 
por 1400 pavos al mes
con el IRPF al mínimo 
y las pagas prorrateadas.
No llega a 17.000 al año
pese a la pasión,
la pedagogía 
y todo lo técnico 
qué implica un buen acompañamiento.

Siempre defenderé 
al profesorado
como un colectivo
que se merece 
las mejores condiciones 
del planeta.
Ahora bien,
visto lo visto
cuando nos ponemos al lío,
también defenderé siempre,
el estilo, la voluntad y el compromiso,
y quien no los tenga 
pasará a engrosar 
la lista de boicoteadores equidistantes.

Que haya tenido
cinci maestras 
en cuatro años
es síntoma de que hay
mucho por mejorar.
Que bajo mi criterio 
solo una de ellas 
haya ejercido bien 
el acompañamiento, 
es síntoma 
de que tenemos
un problema estructural 
y que el enemigo 
también parásita desde dentro.

Hay que salir a las calles,
pero sobre todo
hay que estar a la altura
dentro de las aulas,
puede que esté escribiendo
sobre l@s futur@s
acompañantes de nuestr@s niet@s.
Si tu compañera 
es una mediocre consciente,
hay que seguir
llamándola por su nombre,
pero con ese apellido 
por delante.
Quizá no tengamos
otro modo de aprenderlo.

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