que la noche de antes
a un primer día
de lo que sea,
siempre suele ser
una puta mierda.
Está bien no perder
esa sensación de nervios
para sentir el estrés del bueno,
por mucho que pasen los años
lo sigo sintiendo
y me alegro.
Justo en el advenimiento
del todo,
depositas unos deseos
y unas expectativas
que a saber dios
si se verán cumplidas.
Pero es un momento
necesario y justo
para calibrar sensibilidades
y ubicarse con certeza.
No siempre apetece,
pero siempre acaba llegando,
por lo que es mejor
estar preparado.
Una noche de antes
dónde generalmente
dan igual las condiciones
climatológicas
porque vas a dormir
tan mal
como si de una buena
resaca se tratase.
La insidia, la pereza
y las dificultades agregadas
a cualquier cambio de rutina
siempre son duras,
especialmente si el bienestar
ha estado sobrevolando
tus últimas semanas.
Así que piensas,
o lees, o escribes,
o follas,
o te levantas mil veces a beber agua,
y cambias de postura,
y le buscas las cosquillas
a la almohada,
y todo parece despistar tu atención
menos la de dejarse
llevar por el sueño.
Es lógico
y seguramente
sea hasta matemático.
El mundo no para
y las horas pasan
mientras hay personitas
que son ajenas
a todas tus movidas.
Conmueve, a veces,
la falta de responsabilidad
y la inocencia de afrontar
tu día sin presión, ataduras o metas.
Echando la vista atrás
sufres por no haber
aprovechado mejor
aquel momento de vacaciones
dónde te hubieras
quedado a vivir
pagando el alquiler
más caro posible.
La noche de antes
es una realidad y una trampa,
una trampa tan real y honesta
en la que todo el mundo
se desengaña de sus excusas,
motivos o justificaciones.
Poca broma la de salir de casa
y recibir un correo
de no se qué murciélago 🦇
le ha jodido la noche
a otra colega.
Putas noches las de antes
del primer día.
Comprobado.
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