la sensación de vacío absoluto
cuando termináis
el último capítulo de una serie
que os está flipando.
Es lo que me ha pasado
con Sex Education,
una producción británica
sobre adolescentes
en puros procesos de crecimiento
físico y desarrollo emocional
y piscológico.
No es tanto un homenaje
a la serie,
sino a la cantidad y calidad
de conceptos e ideas
sobre las que interviene.
Recuerdo un capítulo
que navega sobre
el entierro de la madre
de una de las personajes principales.
Que seas capaz de emocionarte
con un producto audiovisual,
quiere decir
que tu mirada
no es de puro consumo
y materialismo,
sino que te hace sentir cosas,
cuestionarte otras
e identificarte hasta las trancas.
En el contexto del velatorio,
surgen cosas como
el reproche a una madre adicta
que no pudo ni supo
estar presente,
pero también el reconocimiento
a su fragilidad y los intentos
por salir hacia delante
en una situación grave
de falta de recursos.
Sale a relucir el amor torpe
y descoordinado
entre dos adolescentes
en continuo crecimiento
con todas sus contradicciones.
Pero también el miedo
a una posible enfermedad,
el temor a la agresión
y posesividad de tu pareja,
o dudas series respecto
a la identidad de género.
Entre líneas se discierne
la incertidumbre
de aquellas decisiones
que te harán dar los siguientes pasos
hacia tu siguiente formación
o por el contrario al acceso
al mundo laboral.
La vulnerabilidad de las relaciones
y la relevancia de las amistades
durante la adolescencia.
Sentirte traicionada
es una de las características
más influyentes de esta etapa.
También la soledad,
el sentimiento de abandono
o de no pertenencia
y cualquiera de las dolencias
de una enfermedad mental
como podría ser la depresión.
Los pensamientos autolíticos
e incluso la idea del suicidio,
como única salida
de un mundo
del que no te sientes identificada
respetada o protegida.
La reconciliación, el perdón
o la perspectiva nueva
desde donde se pueden ver
las cosas de otra manera,
se llama madurez.
La dureza de la crianza a solas,
estés separada a o no,
porque generalmente
aunque ya menos,
la figura del progenitor varón
reluce por su ausencia y egoísmo.
Las relaciones a distancia,
los celos, la morriña
y todas las especulaciones
que intoxican la verdad.
No ha sido un capítulo más,
como tampoco ha sido
una serie que haya visto
sin pena ni gloria.
La capacidad de emocionarse
está en todos los lados,
solo hay que ser capaz
de activarla y creértela
para sentirla hasta las entrañas.
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