era para tanto
aunque no hayamos
conseguido frenarles
en seco.
La extrema derecha
ya parasita en las instituciones
corrompiendo leyes
que iban en favor de la gente.
Han venido para quedarse
y desokupar nuestras casas,
nuestras escuelas,
nuestras plazas.
Han llegado para
dejarnos fritos los cerebros,
rotas las emociones
y desechas las ilusiones
de seguir avanzando
como sociedades libres
y solidarias.
El 23-J ha servido
como dique de contención
que recibirá tantas embestidas
que no sabemos cuánto
podrá soportarlo.
Porque una vez más,
sabe a insuficiente
la sensación
de haberles contenido.
Son un daño estructural
que seguirán haciendo polvo
a las viviendas,
a las condiciones labores,
a los diversos colectivos
democráticos,
a las infancias y sus futuros,
a los servicios públicos.
Nos hemos quedado
en la línea,
por detrás,
de perderlo todo,
menos el miedo,
que cuando ocurra,
conseguiremos respuestas
más ajustadas a lo que merecemos.
Hace tiempo que
las actitudes combativas
son estrategias para
tenernos entretenidas.
La violencia que sufrimos
las comunidades
debería ser correspondida
con violencia social
hacía los de arriba
y hasta que esto no ocurra,
nos seguiremos moviendo
entre márgenes muy estrechos.
Siempre ha sido para tanto
aunque pongamos
todos nuestros esfuerzos
en simplificar la vida.
Siempre ha sido
lo suficientemente grave
como para desterrar el orgullo
y enterrar el egoísmo.
Siempre ha tenido
la importancia justa
del equilibrio
entre una de cal y otra de arena,
solo que son demasiadas veces
las que nos han enterrado
en cal viva
para la poca arena
que les cubre sus cabezas.
Sí que era para tanto
cuando la mayoría
de l@s que hemos votado
ha sido para defender
los derechos humanos.
La premisa es que
cuando todo parezca en contra,
en realidad es mucho más
de lo que piensas;
por eso hay que seguir
intentándolo sin equidistancias,
el punto de mira
en la frente del nazi,
las cárceles reformatorias
para los fascistas y sus colegas.
Después del 23-J
ya veremos,
pero por lo pronto
puedes pararte
en medio de la la calle,
cerrar los ojos
con el gesto hacia arriba
y respirar aliviado
porque sí,
sí que era para tanto.
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