al desencanto de los empáticos,
porque los empáticos
socialmente reconocidos,
también pueden ser
el monstruo que se esconde en el armario
de otro alguien.
La jodida sensación
de tenerle enfrente
y que automáticamente
te tiemblen las piernas,
se te ponga el pecho rígido
y se paralice la voz.
Una especie de sombra gigantesca
que te anula a través
de la angustia que te produce.
Este tipo de personas existen,
este tipo de sensaciones suceden.
Consecuencia de una relación
sustentada en un plano de poder
donde alguien,
consciente o inconscientemente,
provoca subordinación
o sumisión en el otro,
en muchos casos en la otra.
Hablábamos de que ojalá
la terapia fuera gratuita
en términos de subvención,
quién no está jodido
aunque sea por rachas
alguna vez.
Cuando algo se rompe,
los cimientos que
históricamente creías intocables,
se desmoronan
desmontándote de arriba a abajo.
Por mucho que una ruptura
sea aceptada o incluso pactada,
todo lo que se pierde
a corto y medio plazo,
provoca un sufrimiento
que generalmente
se lleva a solas y en silencio.
Pero además, puede que tenga
secuelas a largo plazo,
que es casi donde peor se pasa
porque te das cuenta
que el duelo que creíste superado,
no es más que un fantasma
que reaparece para
vaciarte por fuera y por dentro.
Y sientes que no es justo,
y te culpas por no saber
o poder hacerlo o sentirlo
de una manera distinta.
Y te gustaría reconocerte
en los charcos,
y querrías que la imagen
que das al mundo exterior
fuera cierta y absoluta.
Pero no, no es tan fácil.
Y l@s que te acompañan
no llegan a comprenderte
del todo.
Y no, no es suficiente
la voluntad de ayuda,
no te ayuda la maldita presencia
en la que el resultado
es sentirte jodidamente
juzgada todo el tiempo.
En términos de equilibrio,
me parecen igual de perjudiciales
la esperanza y la desesperanza,
la expectativa de sentir
que nunca vas a lograr estar
a la altura,
la convicción de lo que debes hacer
y las inaguantables dudas
de cómo hacerlo.
Porque hay veces
que aunque sepas
perfectamente lo que tienes que decir,
te sale justamente al revés
y se vuelve en tu contra.
Aquí es donde los empáticos
ejercen su poder,
en los momentos de fragilidad
y de la más certera vulnerabilidad
donde la otra te pide
un salvavidas
y ellos responden con balas.
Por eso los supuestamente empáticos
también resultan monstruos
para otros, generalmente para otras.
Así que ni olvido ni perdón,
aunque te sientas
una combatiente con bate
golpeando humo.
Las vencidas lo fueron,
lo son y lo seremos,
pero mientras se mantenga
la lucha,
sobrarán los motivos
para seguir intentándolo.
Ármate,
prepárate,
planifícate,
tenemos toda la vida.
Que se corten la coleta
los gurús de la empatía
y prohíban sus pollas machotas
llenas de palabrería y nostalgia.
La sutil subordinación
de un patriarcado latente
con gilipollas integrales
que van de bonachones progres.
Esto no es un intento
por sanarte,
solo son
algunas de las rabias,
algunos de los sueños
de las que te acompañamos
sin afán de protagonismo
porque el perfume se desvanece,
pero la piel es insobornable.
Envejezcamos juntas,
puedes y debes corregirme
siempre que lo consideres.
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