aunque más de cresta
que de Cristo,
pese a que la compilación
de textos sea lo mío.
Y pienso en cuándo
me leerán l@s niñ@s
o si incluso lo harán
cuando yo ya no esté.
Sea como sea,
la enseñanza quedará
por escrito
para que nadie
pueda manipular
en mi nombre.
La cosa es resultar
pedagógico,
inspirador
o al menos,
defensor de la memoria,
porque para qué
si no escribimos
l@s que nos atrevemos
a alzarnos en tinta.
La posibilidad
de que alguien,
en un momento determinado,
sin una excusa concreta,
se acuerde de algunas
de las palabras que escribiste,
con el punto de mira
puesto en algo.
Qué placer el de la escritura
y qué terapéutico
el de la libre expresión
a la hora de escoger
las palabras que te parezcan
más oportunas
y más certeras.
Sin ánimo
de desinformación,
con los ideales por bandera,
porque ya nadie se fía
ni de sí mism@
y necesitamos más fe
en la humanidad.
Aunque no lo merezcamos,
los textos nos seguirán
representando
con fidelidad y honestidad,
para bien o para mal,
hasta que el Sol explote.
Más de cien textos al año,
más de mil en casi diez,
diez textos de media al mes,
bien se merece
un párrafo y un título
que les represente.
Porque para hablar
de las cosas
hay que tener
conocimiento de causa,
o debería,
pero para escribir,
especialmente si lo haces para ti,
solo hay que empezar
por apoyar el lápiz sobre el papel.
Dan igual los tiempos verbales
mientras se mantengan
el hilo conductor y la coherencia
entre párrafos,
porque para desarrollar una idea
solo hará falta
un inicio, un nudo y un desenlace,
y si luego puedes,
una ejecución donde se materialice
todo por lo que llevas
abogando tanto tiempo.
No, no tengo intención
de monetizarlo
no se ver dónde
pagaría menos impuestos,
solo quiero seguir haciéndolo
libre y sin miedo
y si puede ser,
que me acompañes
hasta donde tú quieras.
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