lunes, 5 de septiembre de 2022

La balada de Escalona

Cuando llegamos 
la piscina estaba verde,
pero daba igual,
las belugas y lo que albergan
no caben ni en el Ártico.
Un finde con menú
de campamento,
solo cosas que nos gustan
con edades entremezcladas.
Un finde a modo
de respiro gestacional
para atajar las ganas
que nos teníamos en verano
y para saborear simbólicamente
esos primeros días
de septiembre 
en los que no podremos
estar juntas.

Con las suficientes habitaciones
como para jugar la escondite
sin ser vistas,
un salón donde jugar a tinieblas
y un porche donde
hacer de la convivencia
algo más íntimo y recogido.
Por eso nos fuimos
a una hora de Madrid
durante tres noches,
para favorecer
un acompañamiento
que ya nos venía
haciendo falta.

Imaginaos un castillo
precioso que solo
puede ser visitado
por fuera;
eso fue lo que fuimos,
un monumento
a puerta cerrada,
con sus reglas y sus normas,
con su historia
y su trayectoria,
con sus integrantes
físicos y éticos.
Cada vez que subíamos
aquellas escaleras,
sabíamos que era
para hacerle un favor a alguien,
para que siguieran 
con su reposo merecido
y sus preocupaciones acogidas.

L@s cachorr@s
solo dan alegrías,
una especie de nube
a ras de suelo
que contagia
toda la humedad de su magia
con precipitaciones
que todo el mundo anhela.
Ésos eran nuestr@s hij@s,
conscientes de que pronto
no serán l@s únic@s
aunque sí l@s mayores.
Esa será una de sus tareas,
abrir camino
y proporcionar un contexto
a un@s pamadres
llen@s de ilusión
pero también de miedos.

Muñecos, coches,
dinosaurios y material
no estructurado, 
y una piscina hinchable
de 20 pavos
para quitar el 
mal sabor de boca.
El calor sofocante del día
contrastaba con
las tormentas inesperadas
de noche.
Los perros se 
comunicaban incesantes,
imagino,
criticando a sus amos y sus amas
por sus humanas actitudes.
Y las putas avispas,
las putas avispas
que no permiten
que estemos tranquilos.

Torres más altas
habían caído,
pero cuando se trata
de preguntas sobre 
conocimiento personal,
dan igual
los puntos que saquemos,
nosotras NO MENTIMOS NUNCA.
Al final,
es lo único que contará,
bañarse en una piscina de realidad
sin que se empañe
con productos químicos,
porque lo que nos queda,
será la verdad que nos une
y nos mantiene.
En eso consistió
el fin de semana.

Hasta la próxima,
deseando que estén
las nuevas crías de belugas.

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