viernes, 15 de octubre de 2021

El corte de mangas de la niña

Fui a quitar
la ropa de la cuerda;
dicho de otra manera,
fui a "destender"
como me gusta
decir a mi.
Mientras lo hacía,
sentí que una presencia
me observaba
dese la ventana
del bloque de la izquierda.
Miro,
y allí estaba
la niña
sacándome el dedo;
dicho de otra manera,
haciéndome una peineta;
dicho de otra manera,
entrenando su prematuro
corte de mangas.
Me acordé de Bárcenas.

Una niña de 6 años
mirándome traviesa,
dedicándome
el gesto de su vida.
Me meto en casa
para doblar la ropa
que había quitado
y me vuelvo a asomar
a la ventana
deseando que sólo
hubieran sido
imaginaciones mías.
Miro con recelo
y allí estaba ella.
Seguía con su
dedo empinado
y sonrisa perniciosa.
Reconozco que me dio rabia,
pero estuve a la altura
de las circunstancias.
Levanté mis brazos
agarrotando las manos.
Abrí la boca grande
y enseñe unos dientes
mal colocados
desde la adolescencia.
Fruncí en ceño
y apreté los ojos
para aullar
como si fuera un lobo.

No se lo vio venir
cambiándole
el semblante
y despareciendo el dedo.
Se agachó 
para esconderse
y sentir el refugio
de su habitación.
Pero cuando volvió
a incorporarse,
ahí seguía yo
con la mejor
de mis interpretaciones.
Volvió a ocultarse
y yo seguí
con mi tarea.

Pensando que mi misión
había concluido,
volví a asomarme confiado
cuando de repente
veo a la niña
reproduciendo
otro corte de mangas
a carcajada suelta.
Ahí estuvo la clave.
Me di cuenta
que estaba mellada,
así que decidí
cambiar de estrategia
de la forma más rastrera.

Empecé a reírme
y a señalarla con una mano
mientras con la otra
me tocaba los paletos
burlándome de la
ausencia de los suyos.
Un espectáculo
que se escuchó
en todo el vecindario,
y el cuál,
estaba dispuesto
a llevar hasta el final
pese a la diferencia de edad.

Ahora sí que la ofendí.
Al otro lado de la ventana
se inferían sus gritos
y su cara de pocos amigos.
Cuando volví
a asomarme,
la niña ya no estaba.
La esperé un rato
para seguir
con esa especie
de juego
en el que ya sólo
participaba yo.
No reapareció.

En esta ocasión
también me puse a la altura,
pero no de la forma
que se espera
que lo haga.
Ni me arrepiento
ni me enorgullezco.
Ahora,
me sentó que flipas.
No te jode.

Perdí las formas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario