viernes, 1 de octubre de 2021

Anoche soñé contigo

Anoche soñé contigo
también se puede decir
anoche tuve un sueño contigo.
Lo que más te convenga
con sus matices e intereses.

Anoche y soñé contigo
y tu rubio platino de 2004,
tus Converse
y camiseta a rayas.
Soñé que te sentabas delante
como la nueva que eras,
mientras hacía una promesa
adolescente
a mi hermano
de no sangre más antiguo.
La promesa no sólo
se cumplió,
sino que se mantiene
vigente.

Anoche soñé contigo
y con aquellas
primeras conversaciones
que nos acercaron
pese a que me sacabas
un año.
Soñé de nuevo
con el vértigo 
de lo inalcanzable
y la grata sensación
de estar más lejos que nunca
haciendo del sabor
de la distancia
una salsa agridulce.

Anoche soñé contigo
y con el último vagón
de San Cipriano
de las 7.30.
Soñé que se abría
la puerta
y allí estabas escondida
rodeada de un ejército
de mariposas.
Era mi estómago.
Llevábamos MP3
a pilas
y las primeras
confidencias del camino.

Anoche soñé contigo
y con tu estilismo pijerío,
mis camisetas ajustadas
y mis náuticos de calzado.
Me colgué de tu pelo
mil y una veces
mientras disimulaba
como olerte sin tocarte.

Anoche soñé contigo
y con primero de bachillerato.
Soñé con tus amig@s
de segundo
y con el hijo de puta
del granudo del Bacteria.
Soñé machista
que le ahogaba
con mis propias manos.
El destino,
menos posesivo,
hizo su parte
sin que yo interviniera.

Anoche soñé contigo
y con tu relación estrecha
con la de Economía.
No entendía dicho
privilegio
por la envidia
de mi madurez tardía.
Soñé con los paralelismos
que no compartíamos
y esa ansiedad enfermiza
que por suerte
no ha vuelto a corroer
mi cuerpo.

Anoche soñé contigo
y con tus esfuerzos
de integrarte
entre el niñerío.
Eras la novedad,
la estrella del pop, 
la fruta prohibida.
Soñando contigo
aprendí
a quererte
sin llamarlo amor
por el miedo
de no ser correspondido.

Anoche soñé contigo
y con las tardes de estudio
en el Sanur.
Presupuestos con
olor a pizza
y tocamientos accidentales
improvisados.
Soñé con el cachondismo
de la pre-madurez
y con la falta de límites
de una vida todavía burbuja.

Anoche soñé contigo
y con las quedadas en grupo.
También iban
tus amigas Las Divas,
y nosotros,
cada vez más niños,
detrás,
despacio,
pequeños,
sin tino.
Soñé con la bolera
y un grupo más reducido,
el entorno de confianza,
la magnitud de lo conocido.

Anoche soñé contigo
y con el día de AULA
donde deberíamos
orientar nuestro futuro.
Yo solo pensaba
en no euquivocarme,
en que me reconocieras,
en dar la mano
para superar lo taciturno.
Soñé que bien poco
me importaban los estudios;
cumplidor y honesto
yo solo tenía ojos
para el proyecto
en un Valle
que me marcó
el objetivo,
en un corcierto
que no olvido.

Anoche soñé contigo
y con aquella Semana Santa
en el pueblo
y tú,
en una bañera borracha.
En esa ocasión fuiste tú,
la que por primera vez,
soñó conmigo.
Me lo contaste a la vuelta
despreocupada,
como restándole importancia,
pero yo supe ver las señales,
empezaba Abril,
el preludio de nuestra llegada.

Y luego soñé contigo
y con el Albatros
de nuestros delirios.
Aquella noche
celebré susurros
y la muerte del pontificio.
Lo que quería
que supieras
te lo dije a la oreja.
Desde aquel entonces,
no recuerdo un beso
con tanto sentido.
El viernes faltaste
a clase por las muelas
y yo me morí por dentro.
Pero el sábado,
ay el sábado,
fue de mis últimos afeitados.
Ahora entiendo
que tú fuiste mi barba,
la que amo
y con la que no salgo
ni un solo día de casa.

Y después de aquella tarde,
volví a soñar contigo,
con el cinturón del sexo
en casa de un facha,
el viaje a Salamanca,
el musical en Gran Vía
y asignaturas olvidadas.

Por último,
anoche soñé contigo,
y cuando desperté,
resulta,
que estabas a mi lado
y yo al tuyo.
No había sido un sueño,
sino la memoria 
haciendo de las suyas.
Un amor de adolescencia
que hoy día
se atreve a seguir soñando.


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