viernes, 30 de octubre de 2020

Para toda la vida

Recordar aquella 
primera configuración
de grupo de amigos y amigas
que no tenía
más horizonte
que el perímetro
que se conformaba
dadas las manos.
Para toda la vida,
pensábamos.
Una sensación
de inviolabilidad
en todas sus partes.
Un sentimiento
de pertenencia
donde éramos el centro
y desde ahí partía
el resto del planeta.
Seguramente, 
la cosa más hermética
y cerrada
que construimos jamás
porque era
lo que tocaba.
Porque estábamos seguras
que iba a ser para toda la vida.
Si había dudas,
sentías que te morías,
que te vaciabas
como si ya no pesaras,
como si fuese imposible
ser importante
más allá de ese grupo
de personas reducido
que en algún momento
cuentan más
que tu propia familia. 
Para toda la vida,
creíamos.
Porque si no
pareciera que te ibas
a romper en mil añicos,
que te ibas a quedar
más solo que la una,
que cero, nada y tú
ibais a ser lo mismo.
Queríamos que fuese
para toda la vida,
pero llega un momento
en que te das cuenta
que todo va a cambiar
pese a las promesas
y los juramentos sagrados
del código de la amistad.
Que una fuerza invisible
va a arrastrarte
a lo que siempre
habías defendido
que no ibas a llegar.
Una atracción
irremediablemente
poderosa
que pone tu 
mundo patas arriba
sin posibilidad
de volver atrás
Y es justo en ese momento,
cuando muy pocas sobreviven
a una relación de amistad
que a los cuatro vientos
gritábamos que iba a ser
para toda la vida.
Como las poquitas
que vuelven 
de una guerra.
Como aquellas primeras cartas
que acaban desapareciendo.
Como esos recuerdos
que creías imborrables,
y de repente, un día,
ya no están.
Para toda la vida es mentira,
pero debemos aprenderlo solas.
Nadie va a convencernos
de lo contrario
cuando estemos 
metidas de lleno
en ese oasis
que llega en algún 
momento de la adolescencia.
Para toda la vida nunca se cumple, 
pero eso no quiere decir
que estemos equivocadas.
Porque en esos días
en que sientes
que todo es posible,
no hay razones, 
ni argumentos,
ni ciencias, ni dioses
que sustituyan
las pasiones, las ideas
y los sueños
que determinan
nuestras amistades.

A mi,
de todo aquello,
solo me quedan
un amigo
y una amiga.
Por tanto
y en plena
contradicción
de todo lo
anteriormente escrito,
sí que son
para toda la vida,
hasta que la vida,
consiga demostrar
lo contrario.

_A Noe y Alvarito_

Nota de autor: texto 100 de este 2020 que no nos va a durar toda la vida.

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