Me he vuelto a dejar
el móvil en casa,
y en lo que dura
el trayecto
del autobús
de mi casa a la renfe,
cinco minutos,
me ha dado tiempo
a levantar la cabeza
y recordar algunas cosas.
Vi la última
autoescuela
que ha podido conmigo.
La peluquería donde
me corté el pelo
el día de mi boda,
un sábado 3 de marzo
a las 7.45.
La calle de los cuarteles
que es la misma
donde pisaba moras
cuando iba
con mi abuela de la mano.
Pude ver el parque
de la tienda de mi madre
que acertadamente
ahora se llama
"Las brigadas internacionales".
Redescubrí
el Mercado Municipal
donde se ejerce
lo comunitario.
La calle del Vortex
y las partidas on-line
de adolescente.
El puesto de churros
donde me quedaba pasmado
viendo el aceite hervir
haciendo magia.
El supermercado
al que fui
las primeras veces
solo a comprar.
La calle
que me llevaba
a casa del primo
con un dulce aroma a infancia.
El Paulino,
sus cuatro dedos
y sus barras de pan
de mierda.
El metro San Cipriano
que hace tanto que no cojo
pero que sin duda
es el que más he utilizado.
El callejón
donde jugábamos al fútbol.
La casa de mis pamadres
y el remordimiento
de no escribirles más.
La fachada del cementerio
que tantas veces
pensé en pintar.
La cuesta del tren
en la que tatas pelotas
desparecieron.
Y la renfe,
la misma que ha utilizado
mi padre toda la vida
para ir al curro
y ahora yo,
reproduzco sus pasos.
De todo eso
me di cuenta.
Todo eso
saboreé
con cierto regusto
a nostalgia y pérdida.
Todo aquello celebré
con la vista
y el corazón conectados.
Lo podemos llamar
Salud y Bienestar,
si queréis.
Nota de autor: Salud y bienestar es una aplicación de móvil que contabiliza el tiempo que se utiliza y en qué.
¿Cuánto más tenemos que perder?
No hay comentarios:
Publicar un comentario