El año de nuestras vidas,
sin duda.
Donde un 2 de Mayo
y un 3 de Marzo
suman
el 23 de Diciembre,
son Matemáticas.
El año donde
las iniciales
de nuestros nombres
procuran
un Nombre nuevo.
El de los 30 años,
las despedidas
y las Lunas nuevas.
Sin prisa
pero
sin pausa.
2018, mi cifra par
favorita,
la que jamás
llegué a imaginar
y que ha llegado
sin planearla,
natural,
espontánea,
humilde.
Un año redondo
que no hace más
que renovar el ciclo,
otra etapa
por descubrir,
otras manos
que explorar.
Y siempre
rodeadas
de las personas
que elegimos.
Los héores,
las nubes,
los antiguos,
los de barrio,
los forasteros
y los últimos
en llegar,
sin diferencias
ni limitaciones,
nuestra gente,
la familia.
Un año sorpresa
donde el destino
ni pincha ni corta,
solo el proceso
como única meta.
Liberado
de tópicos
y falsas esperanzas,
destapando mentiras,
marginando al malvado.
Si no pudieron
con nosotras
ya no podrán
hacerlo.
Tenemos
talismán
y una nueva Biblia
que predicar,
la única
y verdadera,
la nuestra,
ajena al resto
pero respetuosa
con quien decida
acompañarnos.
Esa es nuestra
fortaleza,
la que marca
la diferencia
entre esperar
sentado
o levantarte
emocionado.
Tenemos techo
y no vamos
a permitir
sentirnos
superados.
Chao 2018,
sin duda
has sido
el mejor año.
El inicio
de nuestros
nuevos días,
los deseos,
la esperanza,
el caminar
conmocionado.
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