domingo, 30 de diciembre de 2018

DÍA 1. Antes que nada, después de todo

Los pródromos
ya lo vaticinaron. 

Los Domingos
ya no serán solo
Domingos.
Ya lo dije aquel
3 de Marzo,
como mi Madre
dijo que las noches
"son mú malas".

Otra vez niebla,
otra vez
sin haber
amanecido.
Llevábamos
mucho tiempo
preparadas.

Contracciones
de la risa,
llanto
y nervios.
El advenimiento
de un nuevo
enamoramiento
ésta vez,
ya de adultas.

Dilatación de 5
y en menos de una hora
ya iba por 8.
En la soledad
de una habitación
aséptica
nos acompañamos
sin remordimientos,
echando cabezaditas
mientras un corazón
nuevo
latía sano y fuerte.
Tambores de guerra
y gritos desesperados,
los gritos más puros
que escuché jamás.
Ya venía
sin posibilidad
de retorno.

La matrona
Nieves, 
dulce como el algodón
y tierna como la lluvia
asistió el parto
de una fiera
insaciable,
gigante,
Madre
de día y de noche,
a empujones
y trompicones.
Metidas
en una cueva
soñábamos
con ser parte
del sueño.
El calor de la piel,
la mirada constante.

Fue lo primero
que vi:
tu coronilla
con pelo sangrante.
Agitaba a tu Madre
para que te mirase
como mano al guante.
Saliste volando
como los ángeles
para aterrizar
en el pecho
de la leona.
Un alivio,
un cordón,
mar de lágrimas
errantes.
No nos equivocamos
al reconocerte,
piel con piel,
sin cejas,
sin párpados,
tu semblante.

Del esfuerzo heroico
surgió nuestra cita,
no la del parto,
sino la de toda la vida.

Eran las 16.15
y el tiempo se detuvo
un instante,
manteniendo
la respiración,
congelado el ambiente.
Nos habíamos llegado
al desembocar
el afluente,
en un río de flores,
nuestra pequeña simiente.

Te adelantaste,
no hubo "Semana 39",
porque sabías
el ansia
que tenemos
de verte.

Hijo del Invierno
que reina 
los pasos a dar
de los que son
más valientes
en pro de los
que somos más frágiles.

Eres demasiado grande
siendo de Diciembre; 
no hablo de tu tamaño
ni presencia,
solo,
de mi insignificante parte.


Escrito para la primera semana de tu vida



_A Hijo y a la Madre_

No hay comentarios:

Publicar un comentario