miércoles, 24 de octubre de 2018

Desengranándonos

No se ve los pies
ni el color de las bragas
que se ha puesto
dejando hueco
para una imaginación
un tanto divertida.

No flexiona
las piernas
al agacharse
y se pone
de puntillas
para besarme
el cuello
(es buena hasta
para hacerme "alto")

Escaleras interminables
y ropas cambiantes.
Ardores,
sudores
¡manda cojones!

Se hidrata 
la piel
que alcanza
y confía
en la que 
ahora se esconde
sin pedir ayuda,
un poquito orgullosa.

Llora y ríe
de cero a cien
en un segundo,
ríe y llora
de cien a cero,
eterno.

Si el baño
era pequeño,
ahora es diminuto,
pero seguimos
desengranándonos
con cada
cepillado de dientes.

Los pezones 
se mojan solos
y un escalofrío
nos recorre
el cuerpo.

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