miércoles, 29 de octubre de 2014

Magobundo

Un tío justo.
Desgarrador y bochonorso.
Buen bebedor, mejor lector.
Te follará hasta en sueños.
Libertario loco.
Cara: enfadica; Cruz: romántico.
Ñoño.
No le gustan las despedidas.
Poeta oculto.
Historiador primario.
Contador de chistes.
De boina imberbe.
Experto en conciertos,
promovedor de pogos.
Baladista de jazz.
Con él, los cafés saben mejor.
Orgulloso. Líder. Besucón.
De palabras acertadas
siempre con un arco.
Con zippo para darte calor
en noches borrachas de ti.
De familia inconlusa.
Chamán.
"Va bien de cabeza".
Abuelo de sucesos.
Anecdótico en días impares.
Más de Norte.
Propietario de reliquias
patrimonio de su humanidad.
Orador de oficio.
Se define así mismo
con adjetivos Kalificativos
despectivos,
y a l@s demás también.
Cierra-bares.
Boca-chancla
a veces.
Grosero, 
en ocasiones
intratable.
Se le da bien contar estrellas.
Es de barrio.
Ideológicamente
revolucionario-político-violento.
MAGOBUNDO.

Amigo,
amigo mío.


Mejor con vino ¿ok?

-Al magistrado Hakam-

lunes, 27 de octubre de 2014

"Yo dibujo pájaros, ella vuela"

Siempre,
cuando puedo,
voy al lugar
que ella
más tarde ocupará.
No lo haremos
junt@s
y ni siquiera 
nos veremos,
pero haciéndolo
de eso modo
supliremos las carencias.
Amar es de valientes.
Valiente como ella.
Hacer el amor
no es conocerse
pero
hacer el amor
verdaderamente
sí es conocerse.
Como he leído 
recientemente,
así me siento:
"yo dibujo pájaros,
ella vuela"*.
Esto es marcar la diferencia.
Después de tanto tiempo,
con cada vez que hacemos el amor,
nos conocemos un poquito más
siendo tan valientes 
como el pájaro 
que se precipita
al vacío 
por primera vez
sin saber,
si echará a volar.

*Frase sacada del libro "La cuna de mi enemigo" de Sara Young

jueves, 23 de octubre de 2014

-¿Y tú qué tal?...

Habla por teléfono. Utiliza un volumen demasiado elevado. El resto nos vemos obligad@s a cerrar nuestros libros esperando que su historia sea brillante. Monólogo. Soliloquio. Reconozco que me indigna. No comprendo por qué nos quiere hacer copartícipes. Más tonto soy por no increparla. También reconozco que me chorrea la curiosidad. Le doy una oportunidad.

No tengo claro si al otro lado del teléfono hay alguien. Solo habla ella. Ella solo habla. Casi sin respirar. Conversación ególatra. Remitente. Minutos protagonistas.

Cuenta...sabe dios a quién, que todo ha cambiado, que ha mejorado, que ahora están bien. Nosotr@s, l@s que escuchamos (y aguantamos), en silencio gritamos que nos ponga en antecedentes. Así hace. Resulta que su marido nunca ha sido el típico marido, es decir, que éste se ocupaba de sus retoños dedicándoles el tiempo proporcional de crianza que se merecían. Pero que cayeron en la rutina de posiciones encontradas hasta que un día...decidieron separarse. Nunca dejaron de tratarse. Fueron cordiales. Haciendo de psiquiatra, la mujer diagnostica que su hija de 21  y su hijo de 3 años no han tenido secuelas graves. Me pregunto a qué cojones se debe esa diferencia de edad. Me dan ganas de preguntarla, Quiero saber más.

Al otro lado, la supuesta receptora, intenta amagar con un feed-back, pero no encuentra el hueco.

Pasado el tiempo, las visitas heridas se regularizaron curándose al mismo tiempo. Finalmente deciden irse de vacaciones para que el NO típico marido tenga la oportunidad de reconciliarse con la típica rutina de la vida en familia.

Retomando el principio, ahora están bien; más que bien, tanto, que entre "tantos" planes, distintos, se agobia. Ella. Autogestión. A l@s espectadores/oras nos nacen muecas graciosas en los mofletes. Su privacidad quedó al descubierto por propia publicidad barata. Y pienso ¿Qué cara tendrá el marido NO típico? ¿Que diría si supiera que, ajenos a él, acabamos de salir de una sesión de auto-ayuda dónde se ha mostrado más de lo que debería esconderse?

El caso es que la mujer del marido NO típico, fatigada, con la boca seca, decide averiguar si al otro lado del teléfono continuaba su confidente "forzada" tras 10 minutos de un solitario, bello e ininterrumpido discurso preguntando:

    - Bueno, ¿Y tú que tal? que te había llamado para ver cómo estabas y.....-

...y casualidad o malafollá, cuelga el móvil autojustificándose por mala cobertura, como si fuera un "cerrado por derribo". Inevitable.
Guarda el aparato. Coge los bultos y se levanta. Sale del tren. Se va.

Nos miramos confundid@s sabiendo la verdad de la excusa que le pondrá a su interlocutora. Retomo la lectura convencido de querer ser un marido NO típico.

lunes, 20 de octubre de 2014

Satélite

Un día,
mi antiguo Director,
hermético en su despacho
de una segunda planta
evadida,
mi jefe sicario,
encerrado en su bata blanca casposa,
me dice
que no me sitúe 
como SATÉLITE
frente a un
equipo maltratado.
Le miro
herido, 
extrovertido,
deseándole
sol abrasador
entre las rejas de sus cejas,
a su celda de aislamiento
hastía,
convencido de que los SATÉLITES
son parte íntima
de los Planetas.

martes, 14 de octubre de 2014

Fuga narrativa

Recorro el túnel andando mientras leo y deshago el camino leyendo mientras ando. Con la mente y la vista ocupada, justo antes de llegar al andén, una trinchera de colores granates anaranjados interrumpen mi fantasía literaria:

-La tarjeta de trasporte- oigo sin levantar la mirada presagiando un momento divertido.

La o le saludo (no recuerdo su cara) haciendo alarde de mis buenos modales. Me hago el remolón mientras intento buscar el objeto solicitado al mismo tiempo que me termino la página.

Percibo que la gran mole naranja que le o la acompaña, me enfila con su "porra". Yo, con una mano en el bolsillo le devuelvo el amago con la "mía". No tengo prisa y así lo demuestro, transparente como sus intenciones multando a aquell@s usuarios que por motivos varios clasificados como secreto de sumario, no han satisfecho las necesidades de l@s inspectores.

Pero no nos vayamos del tema; a mi nadie me esperaba y tenía apetencia de conflicto, del tipo que fuera. Rebusco tranquilo e incluso doy a entender desabrochándome el botón del pantalón, que mi abono está por algún lado seguro...pero no lo encuentro...por si fuera necesario un riguroso cacheo de manoseo y contoneo. 

Ya son dos los gorilas que me cercan el espacio. La inquisidora comienza a perder los nervios, lo sé, por sus movimientos repetidos y enfermizos con la pierna. Me regocijo por dentro mientras la frente me suda por la excitación del momento. Pienso en el calor que hace y en lo que comeré más tarde. Me suenan las tripas al mismo volumen que la risa, silenciosa malhechora. 

La paciencia de l@s agentes coge el metro del andén contrario. El nivel de alerta se acentúa. Oigo que viene mi tren. Todo retumba y hago que no les oigo para no contestar a sus preguntas. Las vibraciones me motivan. La gente, ignorante, a lo que allí estaba ocurriendo. Me siento único e importante, por encima del mal y del bien. El metro efectúa su entrada en la estación. Busco el hueco. Me posiciono. Trazo el plan de huida, el truco perfecto. El tren parado con las puertas abiertas y los pitidos agonizando. Cuento los segundos. No hay salida posible. Solo un milagro me salvaría de tan deshonesta acción de no proporcionar el título validado pese a tenerlo en el bolsillo trasero. El pitido se vuelve constante y ¡ocurre!
Cambio de ritmo; primero un pie, luego el otro. la zancada se hace interminable. L@s perseguidores reaccionan 2 segundos tarde. Les saco ventaja. ¿Me dará tiempo? me pregunto con medio cuerpo entre coche y andén...¡clack!

Estoy dentro, sofocado y victorioso. Me doy la vuelta para ver sus caras de asombro y de odio. Golpean la puerta. Les hago una peineta. Ahora dan patadas. Les sonrío. Sus salivados insultos se incrustan en el cristal. El conductor mete primera. Hay un movimiento leve.

Es entonces cuando con mi lengua áspera, unto la ventanilla para dejar pegado mi abono a la vista de l@s malvad@s. Le guiño el ojo a la revisora desde el otro lado; ahora sí que recuerdo su cara con gesto de incredulidad.

El tren se adentra en el túnel. La luz se apaga. Oscuridad. Vuelvo a casa.

Pretérito después

Recién hacemos dos años
de contigos y sin ti.
No sé cuántas veces
te he perdido la pista
y cuántas veces
le escribí a nuestro
reencuentro.
Grabada a fuego
en mi alma perdida
te escondes
haciendo de niña
y yo,
yo te extraño tanto
que soy yo 
el que ahora se pierde
en copas vacías.
Recuerdo el primer percance
como nuestro último abrazo
a partes iguales.
Ya no gasto en cafeterías
porque no tengo tu compañía.
Pero sigo luchando, 
no se me olvidan
tus magistrales clases
de historias de vida.
Nuestro idioma propio,
con su argot,
se funde solitario
mientras hace "un griego".
Porque mi profesora,
por inesperademente 
que parezca,
sigues siendo tú.
Ese tú
que hago mío
con adredes intenciones,
para que algún día
el "hasta pronto"
se convierta
en un pretérito "después".

-De nuevo...a mi profesora de Griego-

lunes, 13 de octubre de 2014

Calle Tertulia

Buscando un sitio más amable
voy a parar a la Calle Tertulia,
ancha vía de abiertos bares
para poder hablar y follar,
un poco más libres.

Calles afluentes con bonitos nombres
donde no importa
si los adjetivos van delante o detrás.

Con la misma luz
de día que de noche,
retumban
a los ojos cansados;
te invitan a café
paseando de la mano.
No hay calles cortadas 
ni esquinas con trampa.
No te cuesta andarlas.
Te ubicas cómodo.

Desembocan unas en las otras
al desnudo.
Se alquilan.
De dominio público.
Infieles festivas.
Testigos diarios
se deben a su
secreto profesional.

Perpetuas
se cuelan en eventos
en los que no han sido invitadas
Las recorres en caricias
sin abrigo,
con amig@s o sin ell@s,
soledades aparte.

Cuando cierren por obras
quedamos,
¡Y allí nos vemos!









Imágenes sacadas en horas prohibidas
en el barrio de Ciudad de los Ángeles.


martes, 7 de octubre de 2014

"Condenad@s" a no entendernos.

Estamos condenad@s, por suerte y quien pueda,
a enfrentarnos al prójimo.
En dos líneas ya he escrito dos palabras
más que religiosas
que explican esta confrontación
a veces,
impura (van tres con esta).
Pecado capital o no,
indiscutiblemente les debemos
gran parte de nuestro aprendizaje;
hasta que llega un punto,
un momento,
un segundo,
en que seguramente deberían darse cuenta
que ahora son ell@s l@s que más pueden 
aprender de nosotr@s.
No hablo de cambios para mejorar el mundo
ni de generaciones que anulen a otras
ni de comparar sus antiguas épocas
como factor mejor valorado.
Lo que quiero decir
es que llega un día
que sin querer-queriendo,
damos el salto al vacío
para desprendernos de ese cordón umbilical
tan arraigado en ocasiones,
que no permite que elevemos el ancla.
No lo permite porque
no nos han dejado cambiar,
no hemos querido elegir,
no somos quienes querríamos ser.
Y es que el enemigo
es más que ese
combate incorpóreo
por los siglos de los siglos.
La historia demuestra que se repite constantemente,
mi pesimismo me sitúa en la realidad,
tenderás a la moderación con los años,
son algunas de las cosas 
que puedes llegar a escuchar algún día
de "tus mayores"...
y razón no les falta, por eso es suya,
pero no es determinante 
para que la tuya sea igual.
Esta rabieta típica de adolescente
llena de acné y de hormonas descontroladas
nace de una conversación política 
(todas los son)
en debate con mi señor padre.
Me alegra que pensemos
radicalmente de manera opuesta
situándonos tan lejos
como años de diferencia nos llevamos.
Por eso no le voy a querer menos
ni le voy a odiar más,
justamente lo contrario surgirá
del convencimiento póstumo
de que no seremos iguales
y yo conseguiré aportar más.
No por competir,
no por ganar,
sino porque esos ojos tristes
de nuestros mayores
un día se suiciden
por una mirada con un prisma mejor avenido .

viernes, 3 de octubre de 2014

La Primaria

El primer ejercicio "democrático" oficial que ejercemos como ciudadan@s de derecho es el de la elección de un o una delegada en la etapa de La Primaria.  Con la diferencia que aquí, a todo el mundo se le asignaba un puesto específico. Nadie quedaba relegad@ al desamparo o la soledad.
Los puestos pasaban por ser encargad@ y responable del mueble de la biblioteca del aula, a ser el que se ocupaba del mantenimiento y limpieza del encerado, hasta el/la que se encargaba de que el suelo no tuviera restos orgánicos.
Ésta última figura era la menos valorada. Tú, como un inquisidor, señalando al culpable mientras cuatro o cinco por detrás te tiraban bolas de papel a la cabeza. Se te quedaba la sensación de como cuando eras el último en ser elegido para el partido del recreo; era casi peor que aguantar en la boca aquel obligatorio líquido rosa en la boca una vez por semana: el flúor.

Mi caligrafía y ortografía, lejos de ser brillante, la aprendí y elaboré gracias a un tutor que me recordaba a mi abuelo. Se llamaba y se llama, Don Manuel, en concreto, Don Manuel de la Chía. La letra "ch", por aquel entonces, todavía se cantaba en el alfabeto. No me he vuelto a cruzar con un apellido así.
Era un hombre alto, toda una institución bajo nuestra mirada, algo encorvado y con los ojos de almendra. Aún con barba poblada, se le podía vislumbrar cuando nos sonreía, que era más o menos desde que nos recibía a primera hora, hasta que nos despedía por la tarde.
Recuerdo con especial ternura, un libro de no más de 30 páginas que nos mandó comprar para aprender y aprehender las reglas gramaticales y ortográficas del castellano. Lo releímos  unas 5 o 6 veces y lo estudiamos muchas veces más, casi parecido a cuando te preparas una oposición hoy día.
Todos los días hacíamos un dictado que luego nos corregía el compañer@ de al lado. Algun@s tenían hasta 14 fallos, est@s eran a l@s que peor se le daba; otr@s, entre 7 y 12, la media general; y l@s más adelantad@s consiguieron no tener más de 4 fallos (pero siempre alguno). A final de curso ningun@ cometíamos ni un solo fallo quitando algún despiste típico de la edad.

En aquella época comenzábamos a experimentar nuestra sexualidad tocándonos el culo l@s un@s a l@s otr@s sin hacer distincción de género, sexo, cultura y religión (como manda la Constitución).
Jugábamos a balón prisionero, rescate o liebre; practicábamos coreografías de baile y nos confeccionábamos nuestros propios disfraces con la inestimable colaboración del maestr@ y de las madres.
Le teníamos pavor a las inyecciones y en nuestra primera clase de informática nos hicieron llevar disquetes para guardar la información.

En mi cole no había capillas ni cruces, pero teníamos huerto, el cual autogestionábamos entre alumn@s y maestr@s. A la Educación Física la podíamos llamar Gimnasia sin que nos regañaran, y en las tutorías cantábamos canciones y aprendíamos con libros obligatorios de Barco de vapor. En Inglés no recuerdo que dábamos, de hecho, ni siquiera recuerdo haberlo dado, pero estoy seguro que no tocamos ni el verbo to be.
Un año conseguí ser el niño que tenía ese cromo que nadie más tenía. En un bolsillo llevábamos con goma el taco de los "repes" y en el otro, los irremplazables (los intocables, solo exhibidos para fardar). Había verdader@s expert@s en el arte del yoyó y no fueron pocas las monedas que perdimos de los cordones que lanzaban las peonzas.
Para corregir la vista se utilizaban parches y si no teníamos balón, utilizábamos bolas de papel plata sobrante de los ricos almuerzos. Fuimos nosotr@s quienes inventamos el juego de 1, X, 2.
Nos dimos el primer beso jugando al conejo de la suerte, declarábamos la guerra jugando a sangre y todos los Lunes comentábamos las caídas del programa de los Viernes por la noche: "El Grand Prix".
Los papás y las mamás todavía nos llevaban al cole de la mano sin miedo a represalias y al acabar el día no había extra-escolares, solo partidas al alemán con culé, al que no caiga, o al rey de la pista. Manteníamos los churretes en la cara 24 horas al día junto con las rodillas desolladas.

No pretendo comparar lo que hubo con lo que hay. si os ponéis a pensar, seguro, que en la cartera de nuestros recuerdos lleváis a buen recaudo, a ese maestr@ de Primaria que os marcó (para bien) de por vida.

Casi seguro todos habéis tenido un Don Manuel como el mío, pero mi suerte fue que coincidí con el "De la Chía"

- A aquell@s maestr@s de Primaria
que perdurarán en el fino hilo de la memoria-


miércoles, 1 de octubre de 2014

Discurso a ninguna parte

Buenas noches, gracias:


En primer lugar quería lanzar la pregunta de por qué las entregas de premios siempre se realizan de  noche. A estas horas es mejor hacer el amor sin etiquetas de por medio.

Gracias a l@s impostores y malvad@s. En estos momentos, es mi obligación recordar a l@s que ya no están y dar suerte porque así sea. Gracias al director por no darme un ápice de libertad; a l@s guionistas por no saber ir más allá; a mis compañer@s de reparto por haber sabido compartir el fracaso. Esto también es vuestro, de hecho, no lo hubiera conseguido sin vosotr@s. A mi mujer superficial y a l@s hij@s que nunca tuvimos. El camino fue embarazoso. Sois el túnel que robó mi luz. Gracias a la Academia cómplice de la institucionalización radical, sin dejar de nombrar a la corruptela gubernamental. A l@s que delegan: por la cara que tienen. A todo el mundo del sector por acomodarse en la burbuja. Gracias a mi madre, la bruja; a mi padre, desde el segundo hasta el noveno que tuve; a mi hermano, por pedirse Abel y dejarme a Caín. Gracias a l@s que aquí os habéis congregado por vuestras caretas insípidas. Gracias a esa Maestra de primaria que tanto afecto tengo y que no consigo recordar su nombre; al conserje también. Y que decir de l@s amig@sm sin vuestro lastre acompañamiento nuohubiera podido recoger esta mierda de premio. Es inevitable olvidarse de alguien...-suerte que has tenido-, de todas formas, gracias.

Este reconocimiento viene dado por méritos inconclusos de un viaje que no nos lleva a ninguna parte.

Buenas noches.
Gracias.

No hubo aplausos,
solo silencio.