de izquierdas me ha afectado
demasiado,
como si fuera la primera vez
qué ocurre o como si estos
personajes nunca hubieran existido.
Esto pone de manifiesto varias cosas
y siento que a veces
tenga que haber un golpe de efecto
para darme cuenta,
pero lo aprovecho y lo recojo
para intentar asumir
mis precariedades.
Una de los aspectos
que se ponen de relieve
(no voy a seguir un orden
por importancia
de mayor a menor,
sino como me va saliendo)
no es el hecho de que sea
de izquierdas,
sino que todavía
no estasmos preparados
para asumir
que por cultura, historia
y evolución,
somos potencialmente
no solo agresores,
sino violadores
por el hecho de ser hombres.
Ahora lo he visto claro,
Ahora lo he entendido
a modo de garrotazo.
Otra de las cosas
que quiero analizar
es cómo he consentido
y normalizado
leer o escuchar
que al cabo de un día
existen miles y miles de agresiones
a mujeres y de cómo
una vez por semana
se produce al menos
un asesinato,
que sepamos
o que quede demostrado.
Me asusta pensar y sentir
sin apenas cambiar
el gesto de mi cara
este tipo de titulares
aunque por supuesto
me parezcan una tragedia.
Ni una muerte más,
ni una mujer menos.
No miento al decir
que me produce asco,
rabia y dolor,
pero no sé hasta qué punto
estoy concientizado
para demostrar
que aporto algo
en cambiar este drama.
No sé si estoy logrando
comprender en esencia
lo que reivindican tantas
voces diversas.
Nunca le he preguntado
a mi madre
si alguna vez
la han agredido,
o a mi mujer si se
ha sentido intimidada
por mi culpa.
Son preguntas
que me avergüenzan
pero son sus respuestas
las que me acojonan.
Creo que voy a empezar por ahí.
Me considero feminista
pero no sé hasta qué punto
soy un feminista de verdad.
Me siento un intruso,
un tramposo, me declaro
culpable en no estar
sabiendo estar a la altura
de lo que gran parte de
la sociedad está pidiendo
a gritos, con sangre y llantos y pérdidas.
Ya no es que busque ser aliado,
es que quiero formar parte
de las soluciones
y arrancarme de cuajo
toda actitud o comportamiento
machista que implique
discriminación, abuso de poder
o agresión de cualquier índole.
No tengo ninguna
enfermad mental
aunque no sé cuánto
de sana está mi salud mental;
me dedico a los cuidados
primero en casa y después
en el trabajo,
pero me surgen serias dudas
de si lo estoy haciendo bien,
de si construyo y acompaño
con los mismos objetivos
que ellas.
Me aturde tanta opinión
y tanto argumento
y sentir al fin y al cabo
que ningún relato
nace de uno mismo
y que no hacemos más
que repetir patrones
y usurpar discursos.
Creo que no tengo complejos,
pero al mismo me tiempo
me martiriza
no ser lo suficientemente bueno
y sensible con los problemas
de la gente, especialmente
en lo que se refiere
a las violencias
contra las mujeres
por el hecho de serlo.
Me autopercibo extraño
y no me gustaría
que este texto sirviese
para valorar mis actos,
mi mirada o mi pensamiento crítico;
sino todo lo contrario
amiga, vecina, compañera, familiar,
quiero que me digas
en qué te parece que fallo
y cómo podría hacerlo mejor.
Quiero creer que
me equivoco más inconscientemente
y por ignorancia, desconocimiento
o por no haber logrado
poner el foco en las claves.
Quiero cambiarlo, quiero que me ayudes.
Lo anterior no excluye
mi responsabilidad ciudadana
para con mi sociedad en general,
la mujer en particular
y los derechos humanos en lo universal.
Sé que tienes suficiente
con lo tuyo
como para encima
acompañarme a mí,
que soy hombre
y en cualquier momento
puedo dar 'la otra cara',
aunque esté muy oculta
en lo más profundo,
pero algo flota,
por lo tanto existe.
Necesito saber
si mi mirada intimida,
si mis palabras amenazan,
si mi manera de tocar humilla.
Sin el ánimo de hiperbolizarlo,
sé que en los matices sutiles
también está la posible agresión.
Lo que sí creía
que había entendido bien
era el concepto y la base
del consentimiento;
y un día, bromeando
con una colega,
le dí la mano
entrelazando los dedos
y me dijo amablemente
que se había sentido
violentada.
Qué fuerte, joder, qué fuerte.
Y claro que tenía razón.
¿Veis a lo que me refiero?
Inmediatamente pedí perdón
y me justifiqué
aclarando que no había sido
mi intención.
Pero por muy sincero que fuera,
a mí, jamás, por ser hombre,
me ha pasado algo parecido,
ni con gigantescos
ni con pequeños detalles.
Mi intención no es dar pena,
ni seducir, ni agradar
con mis comentarios.
De verdad que solo quiero
comprender y acompañar,
cuidar siempre que fuera necesario
con el permiso pertinente
y dar la cara cuando haya que darla.
No quiero protagonismo,
ni espacios que
no me correspondan,
ni cuotas de poder
por tener un determinado estilo.
Quiero despojarme
de cualquier mierda
que implique lo contrario
a lo descrito anteriormente
para poder posicionarme
dese lugares conscientes,
comprometidos y respetuosos,
nada más.
Me sorprendo pensando
en cómo lo estará
pasando el agresor intelectual
en su casa
cuando no sé si he hecho
lo propio alguna vez
con las víctimas.
Otro síntoma del recorrido
que me queda.
Lo único que sí me queda
hasta que consiga ser
mejor hombre es partir
siempre del consentimiento
y del yo sí te creo, hermana.
No quiero más opciones.
Si alguna vez te he dañado
con mis comportamientos
machistas y por tanto
inaceptables,
te pido perdón públicamente
aunque valga de poco
y te animo a que me expliques,
a que nos cuentes,
qué fue lo que te hice
para que nunca jamás,
consciente o peligrosamente
inconsciente, se vuelva a repetir.
No quiero ser aliado,
quiero que el feminismo
atraviese todos y cada uno
de los ámbitos y actitudes
de mi vida.