jueves, 29 de agosto de 2024

La balada de Campocima

Lamuño a la derecha de la A-8,
tercera salida de la 
primera rotonda,
recta en la segunda 
y a coger el camino 
tres kilómetros
hacia la casa de la ladera.
Antes habíamos pasado
por San Juan de la Arena,
donde desemboca el río Nalón,
el mismo que nace 
cerca de una fuente 
en el puerto de Tarna,
arriba de la Puebla.

Casi todo está relacionado
y si no lo estuviese,
ya nos buscamos las mañas 
para que lo esté.
La Farru regentaba el lugar
con sus cuatro pollitos
y sus cinco amigas
y Sam,
un perro reencarnado
en la hospitalidad
más absoluta 
nos dio unos buenos rabazos.
El objetivo siempre
pasa por disfrutar,
pero también por tener
en cuenta la gran tarea 
de los cuidados
dirigida hacia cualquier ser vivo.
Así lo hicimos
porque no sabemos 
hacerlo de otra manera.

Durante todas las vacaciones
fuimos viendo 
aquellas flechas amarillas
que marcan un camino 
demasiado comercializado,
pero con una historia 
tan profunda 
como cada paso transcurrido.
Así descubrimos 
la primera playa de nuestro
tercer tramo,
desde el hospital de los peregrinos 
en Soto de Luiña
hasta llegar con lluvia 
a San Pedro de la Ribera.
Es fantástico que el Norte
te obligue a jugar
a sacar el chubasquero
y ponerse las capuchas.

Repetimos en aquel
sitio para caravanas 
con una de las maestras
de nuestra vida,
y con su Fer,
porque a diferencia de Nina,
Ana no pierde nada
y a nadie en su paseo.
Qué ilusión tan grande
disfrutar de tu gente 
en lugares más amables
que los que acostumbramos.

Que se jodan los youtubers
evasionisitas,
a él se le cayó su segundo diente
un martes y trece
porque todavía no conoce
las supersticiones.
Por eso fuera de casa 
es cuando más colecho hacemos
y según el día,
o mejor dicho la noche,
nos intercambiamos
entre sofás, camas y mantas.

Cudillero sigue siendo
el mismo pueblo pesquero,
laberíntico y rocoso. 
Las que no somos las mismas
somos las personas,
pegándonos por el aparcamiento,
las aceras y las reservas.
Incluso así, vimos
que todavía quedaban
rojas y feministas,
un revulsivo 
como cuando parecía 
que todo iba a cambiar
para luego no cambiar nada.

Calabacines y sidriñas,
aperitivos y cafés 
a la misma hora de siempre 
y la gente de siempre
en distintos puntos cardinales.
En Luarca se aparca a las afueras 
y se tiran a la virgen al mar,
dónde fueres haz lo que vieres.
Por eso ni coches
ni muñecas de madera,
son fáciles de arder.
El primo Sergio 
y el astillero de Navia
en fiestas para dar 
descanso y regocijo
a toda la podredumbre
de lunes a viernes.
Fuimos a la playa de Cueva 
para encontrar un 
poco de sombra 
seguramente en el día 
más caluroso del verano
en el Norte.

Camis sociales,
camis musicales,
camis conceptuales.
Sin mangas para enseñar 
el eterno palo zamorano
y las recientes estrofas
sobra las inspiraciones.
Del barrio al palacio 
porque los ricos
no podrán esconder
su patrimonio,
ni sus muros,
como el de Nalón.
Mi capitán, mi comandanta,
cenas, crianzas y cuentas,
cuentas pendientes 
que no tengo vida
para saldar.

Aquella excursión
al bosque de Eucaliptos
nos cambió la mirada
por el hecho de que
intentarlo,
a veces,
tiene recompensas 
a modos de descubrimientos 
y oportunidades.
Escuela y pensamiento,
como las griegas.
Otra piedra en
la playa de Frejulfe
para sellar un equipo
entre Galicia, Asturias y Madrid.
Nunca estuve con tanta maestra junta.

Nos quedaba un mirador,
el de Vidio,
pero la niebla, la lluvia
y las cabras nos lo negaron.
Otra excusa para volver
que no necesitamos
porque hace mucho
que mal dimos cuenta
del dónde y con quién.
Una bella forma de despedirse 
de las tierras 
que nos vieron crecer,
las que nos han constituido 
y las que construirán 
a nuestr@s hij@s.



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