su pregunta
mientras rebosaba sangre
a borbotones por la nariz.
Me revolvió tanto por dentro
que sentí que el estómago
se me daba la vuelta
mientras un nazi
lo estrujaba con todo su nazismo.
Qué sensación más mala, joder.
La pregunta iba muy en serio
y la sangre parecía sincera,
tan oscura y espesa
como nuestros peores miedos.
Su angustia profunda
y encarnada
por no parar de sangrar
y no entender de dónde venía
ni el motivo.
Estaba tan aterrorizado
que la voz se le rompía
y el llanto apenas
le dejaba respirar.
Su pregunta fue tan real
y tan extrema
como que el sol
nos mantiene vivas
y produce cáncer
al mismo tiempo.
Me transmitió tanto
miedo porque se muriese,
no por sangrar por la nariz,
sino por cualquier otro momento,
que casi me desmayo
del impacto de la sangre
en el lavabo.
Me gustaría decirte
que no te vas a morir nunca,
pero no quiero infantilizarte,
solo quiero que te sientas
seguro, libre y feliz
durante la etapa de la infancia.
Me gustaría decirte
que nunca va a pasarte
nada malo,
pero no quiero engañarte
ni lanzarte evasivas;
lo que quiero es
prepararte para los
momentos no tan buenos.
Me gustaría
no equivocarme contigo,
pero prefiero
mostrarme humilde y modesto
para que lo nuestro resulte
lo más honesto posible.
No solo no te vas a morir,
sino que en tu imaginario
yo tampoco lo voy a hacer.
Todavía no tienes
que contemplar
verdades y razones tan complejas
que no te conducen a
nada sano.
Sabes de sobra
que la gente,
los animales,
las plantas
y el planeta nos morimos.
Aquí no se disfraza nada
más que cuando hay
que disfrazarse de dinosaurio.
Pero tu preocupación
más repentina
no puede ser la muerte,
ni sentir el miedo
de manera incesante.
Tu preocupación pasa
porque estemos contigo,
a tu lado
en casa uno
de los momentos
que signifiquen
algo especial
o algo cotidiano.
Solos sangre 🩸, hijo,
y tenemos la misma.
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