jueves, 16 de mayo de 2024

El Titi

Hoy pensaba publicar 
sobre la gente parásito,
pero no es un día 
en el que me apetezca 
despotricar, quizá mañana.

Llevo siendo su Tate 
veintiocho años,
igual que su sobrino mayor
lo lleva siendo dos.
Pero resulta
que el término Tate
evolucionó hace 
más de cinco a Titi.
Claro, el nunca fue el mayor 
y de alguna manera 
acogió la responsabilidad 
de serlo para con sus más pequeñ@s.

Un camino difícil 
el de la infancia,
la adolescencia 
y la adultez.
Un camino en el que sentirse
incomprendido demasiadas veces,
en el que te han acompañado
como han podido 
que es lo mismo 
a como han sabido, 
pero que no ha conseguido 
salirse de la mediocridad.
Así somos
a veces y siempre,
creyendo que lo hemos hecho 
lo mejor que hemos podido
sin revisar o reflexionar 
sobre los tropiezos 
y sus consecuencias.

Por la parte que me toca,
lo siento,
lo siento mucho
y lo siento de veras.
Pero aquí estamos,
con la posibilidad 
de seguir mejorando 
y de perdonarnos 
todo un pasado
que se empeña 
en determinar 
todo el presente
aunque el futuro
solo esté en tus manos.

Estamos a tiempo 
de cuidar las relaciones,
de proteger la salud mental
y de transformar
todo un sistema hostelero 
corrompido e injusto.
Lo dicen nuestros 
puntos en la mano,
como si fueran 
las pistas serigrafiadas
en nuestra piel 
para que como niñ@s
intentemos unirlas
sin titubeos ni temblores.
Ese mapa cartografiado
sobre nuestro cuerpo
no es más que la memoria 
intacta donde se recoge
y se estanca todo lo malo,
pero donde también 
se acoge y se refuerza
todo lo bueno.

Partamos de ahí,
del despojo de nuestras sombras 
y del desmembramiento 
de las extremidades
con sabor a fascismo.
Naveguemos
con buena letra 
y sin errores ortográficos 
sobre las palabras 
que nunca dijimos 
y la construcción de frases
simples que nos lleven
a islas por descubrir.
Caminemos y corramos
cuando haga falta 
de la mano 
y sin ambajes,
compitiendo al adversario 
por no adelantarnos
cuando su pretensión 
sea mirarnos
por encima del hombro.

Tu recorrido es 
el mejor entre los posibles 
dadas las circunstancias,
orgullo del sano
y sin remordimientos.
Pero la culpa extenua,
ahoga y cruje 
todos los huesos 
que no fueron humildes,
bondadosos e ideológicos.
Arrepentirnos y pedir perdón 
son peajes 
que no nos pueden
subvencionar nadie.
Es universalmente justo 
parar,
mirar atrás 
y recoger todo
lo que se nos ha caído 
mientras recuperamos
el aliento 
para continuar,
desafiantes,
con nuestros pasos.

A los toreros y cayetanos 
también se les educa 
sirviéndoles cerveza.
Hace mucho tiempo 
aprendí a convivir 
con el odio,
con el rechazo profundo 
que me producen 
algunas personas y situaciones.
El punto de inflexión,
el viraje,
la clave fue centrarme 
en lo extraordinariamente bello 
que tengo a mi disposición 
sin dejar de mirar
a la cara a todos 
los dioses y demonios 
que considero 
hacen del mundo 
algo menos terrenal.

Con esto no solo
quiero recordarte,
sino contarte por 
si no lo hubiera hecho antes,
que me tienes,
que nos tienes,
que de la primera 
persona del singular 
a la primera persona del plural
apenas hay diferencia 
y tú nos ganaste 
desde siempre.
Que mi yo 
es un nosotros 
reconvertido 
en algo más poderoso 
que un sujeto
acompañando a un verbo.
Somos distintos tipos 
de complementos 
que en colectividad 
transforman 
la tradicional frase hecha 
llena de prejuicios 
y conservadurismo.

Te analizo sintácticamente 
sin pretender 
ser maestro de nada
pero con el ánimo de querer 
saber de casi todo,
sobre todo de igualdad,
amor y respeto.
Pero respeto 
por lo democrático,
por los derechos 
intrínsicsmente humanos.
Es mentira eso de
que haya que respetar
todas las opiniones y opciones.
Es una falacia 
que todo el mundo tiene cabida.
Es falso que haya que 
dar voz a los nazis.

Feliz cumpleaños, hermano,
que los cumplas feliz 
y te den muchas propinas.
Tú dales en toda la cara 
para que un día
los servilistas sean ellos.

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