jueves, 3 de noviembre de 2022

Yo no me quiero morir

Comienza a hacerse preguntas
alejadas del mundo mágico.
Quiere saber el porqué
de las cosas,
cómo funcionan
o hasta cuándo estarán ahí.
Ese pensamiento curioso,
casi científico,
se manifiesta cada vez 
con más fuerza.
Porque necesitamos respuestas
para seguir avanzando,
solo que algunas,
tardan muchos años en llegar.

Yo no me quiero morir
es un afirmación
que te posiciona
en lo más racional de tu esencia,
pero al mismo tiempo
todavía no tiene
ninguna carga emocional.
El más grande de los miedos,
las pérdidas,
las despedidas,
el no volver a ver
y el no poder tocar,
las marchas sin retorno,
el que se quede
alguna pregunta sin contestar.

La elaboración de que
nada es eterno
aunque sintamos
la vocación de serlo.
Sería insoportable
vivir con esa carga.
Naces, haces,
o te dejan hacer,
y mueres.
Es demasiado determinista
como para tenerlo
en cuenta todo el rato.
Por eso simplificamos,
por eso intentamos
reducir daños.
Es un concepto
demasiado engorroso.

Entiendo que me lo preguntes
sin haber llegado
a los cuatro años.
Quiere decir
que eres un niño escuchado,
un niño al que se le dan explicaciones
y por tanto,
un niño que obtiene respuestas.
Es un derecho humano de la infancia .
El de tener nombre propio
y las condiciones óptimas
para desarrollarse
como ser humano.
Pero ya intuyes
que todo se acaba,
que todo lo que se empieza,
terminará en algún momento.
Y está muy bien.
Es justo y necesario
acudir constantemente
a lo filosófico y lo ético.
Es lo que te hará mejor en vida,
porque tras la muerte
no hay nada,
y si lo hubiera,
de momento no me interesa.

Yo no me quiero morir
es una certeza y una incertidumbre
al mismo tiempo,
casi como una paradoja
que nos satisface y nos incomoda
a partes iguales.
Claro que te vas a morir,
pero no va a ser ni hoy ni mañana;
ni siquiera dentro de 
noventa años,
pero yo ya no estaré para verlo,
aunque sí que me sentirás
con fuerza,
sí que me guardarás en tu memoria,
sí que servirán estos textos
para algo.
Te imagino leyendo
este texto
en tu lecho de muerte,
cuando yo ya no sea físico,
sino una idea,
un concepto,
un significado.
Y te veo sonriendo tranquilo
habiendo contestado
a todas las grandes preguntas
de tu vida.
Por eso caminamos,
para eso nos erguimos
un día hace unos
pocos miles de años.

Yo tampoco quiero
que te mueras,
ni que se mueran
muchas personas a las que amo,
ni morirme yo 
para seguir amando.
Así que tranquilo, cariño,
es un bocado complicado
que irás digiriendo
poco a poco,
pero ahora, para que te calmes,
te diré que no vas a morirte,
que eso es cosa de viejos
y de tiempo,
sobre todo de mucho tiempo.

Acojo tu pregunta
y cada una de tus inseguridades.
Te acompaño y las acompaño
hasta que alcances la autonomía
de tus propias conclusiones,
e incluso así,
te seguiré aconpañando
por si quieres una opinión,
por si quieres mi punto de vista,
o por si solamente quieres
aplacar el silencio
con una conversación.
Todo el mundo se habrá
hecho esa pregunta,
la cuestión es
cuantas oportunidades
hemos recibido al hacerla.
 

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