nos reprochan l@s líderes
inservibles
desde sus tribunas
y ruedas de presa,
bueno, tod@s no,
porque no tod@s son iguales
¿Pero qué se habrán creído?
Criminalizando a l@s jóvenes
como si ell@s
tuvieran la plena y total
responsabilidad
de salir hacia delante.
Como sociedad,
hemos caído en su trampa;
la de la meritoctacia
por sudor, sangre y lágrimas,
mientras hacemos malabares
economicos y sociales
para que nos den cita
en salud mental.
Venga ya, que no somos culpables
de no poder acceder
a una vivienda digna,
de no tener un curro
bonito y estable,
de no disponer
de herramientas de conciliación
con tu familia o con tu ocio,
de que no nos atienda
nuestro médico en dos semanas.
Cultura del esfuerzo
nos reclaman las élites,
borrachas de privilegios
con la vida solucionada
haciendo de buen@s feligreses
los domingos.
¿Qué tipo de pantomima es ésta?
La de que nuestr@s viej@s
nos llenen las neveras
con alimentos de precios inflados,
la de que nos paguen
la calefacción en invierno
o la sobre explotación
de electricidad en verano,
la de adquirir medicamentos
en farmacias,
o la de pagarnos cursos
de formación
par añadirlos
a un archivo en PDF
que rulará incesante
por departamentos
de recursos humanos.
Cultura del esfuerzo,
como si no nos esforzásemos en nada.
Como si hubiéramos elegido
vivir en la más absoluta
inmundicia y precariedad;
como si quisiéramos estra tristes,
depresiv@s y medicad@s
hasta las cejas;
como si tuviéramos lo que
nos merecemos.
Y a esta gente
no le pasa la factura
en las encuestas.
Los medios llevan
años diciendo
que somos l@s okupas,
l@s violent@s, l@s delincuentes,
l@s usurpadores, l@s fraudulent@s.
Y tus abuel@s y l@s que
no son tan mayores
se lo creen,
te lo escupen,
te machacan...
Te dicen que las cosas
no se arreglan
quemando contenedores,
ni poniéndote delante
para parar un desahucio
porque sus inquilin@s
se lo merecen,
ni discutiendo la autoridad policial
porque algo habrás hecho,
ni solicitando becas
para seguir estudiando,
porque solo las rentas más altas
se merecen seguir estudiando
por eso del esfuerzo
que llevan derrochando
desde la cuna,
mientras les acompañaba
una señora sin contrato
sin condiciones dignas
de vida,
que por supuesto
no eran ni sus madres
y mucho menos sus padres.
Cultura del esfuerzo
para que saques
de la ecuación
la incógnita de conciencia de clase.
Eso es un invento del demonio,
que es pobre, mujer y negra y además,
lesbiana.
Lo tienen bien estudiado
porque les ha funcionado
toda la vida,
mientras la vida del 99 por ciento,
pasa por la miseria, las desgracias
y los dramas.
¿Hasta cuándo se lo vamos a permitir?
¿Hasta cuándo vamos
a seguir esforzándonos
en los términos y normas
que ell@s establecen?
Porque valernos
no nos ha valido de mucho ¿no?
¿Qué más nos hace falta
para querer darle
la vuelta a la tortilla?
¿Que nos maten?
Porque ya no están matando.
Lo que pasa
es que
lo hacen en términos
de democracia liberal
bajo un manto de
capitalismo desatado.
Parece sutil,
pero es igual de burdo
que los paredones,
las cunetas y las violaciones.
Tenemos que elegir
en qué y en cómo nos esforzamos;
si en ser partícipes del tinglado
o en ser revolucionari@s.
No mientas a tus hij@s
en determinarlos
que no existen posibilidades,
que no hay alternativa
en lo que ya se ha consumado.
Insiste en la necesidad de lucha,
en la ejecución de los derechos
y en la búsqueda de una libertad digna
que no pase por abrir terrazas
de invierno
a hosteleros con camareros
sin contrato;
o en patrones
que abandonan
a sus jornaleras
en las puertas de Urgencias
después de haber abusado de ellas;
o en jefes tiranos
que no te dan la oportunidad
de llegar a casa para dormir
a tus hij@s;
o en reírle las gracias
a un alcalde
que tiene cara de polla
que se ha convertido en meme
por ser facha,
pero que dice
que al menos sabe gobernar;
o en una presidenta
que decidió en su habitación
de hotel,
quién merecía
ser atendido
ante la posible visita
de la parca
porque están en el
lado bueno de la historia.
En fin,
repito,
cultural del esfuerzo.
Bueno,
tienes la opción
de cultura de clase,
o cultura comunitaria,
o cultura pedagógica,
o cultura psicológica,
o incluso cultura guerrillera
para combatir
todo ese esfuerzo
que se te exigen
y que sistemáticamente
se ha demostrado,
no te lleva a ninguna parte
más que a lamerles
las suelas de los zapatos.
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