jueves, 26 de mayo de 2022

La segunda vez

Esta vez me lo tuvieron
que recordar galantemente.
No fue por
iniciativa propia,
pero cuando documentas
ya has pasado al 
plano de lo comunitario,
ya no vuelves a sentirte sola.
Así que eso fue
lo que hicimos
las compañeras
por segunda vez
y aquí lo resumo.

Y empezamos
por donde se tiene
que empezar,
por el principio:

Las compañeras 
lo hicieron por segunda vez,
en bloque,
desde la más temprana infancia.
Con todo lo que te ofrece
la brisa suave y natural
de los primeros meses,
cuando ni siquiera
han acertado con la marcha.
Porque han demostrado
que no es necesario
caminar para irse de excursión
y explorar mundo.
Nunca jamás se integraron mejor
los conceptos de dentro y fuera,
con la coherencia de un exterior
que te ofrece casi
lo mismo
que un interior.
Hablamos de las condiciones
de juego y descubrimiento,
de un acompañamiento
que trasciende al lugar
en el que sucede,
con tarima, vallas y toldos,
en definitiva,
con el tipo de fuente
más precisa
con la que se escribe
el sustantivo jardín,
adjetivo pedagógico.

Las compañeras
lo hicieron
por segunda vez,
demostrando que las Constituciones
pueden ser reformadas.
Dentro de un archivador morado
caben todos los cuidados
que ofrecemos,
con una redacción exquisita
y con un formato sobresaliente.
El baile de las coreografías
que deben ser estudiadas
y recordadas
por los siglos de los siglos
amén.
Una manera de cambiar el pañal,
donde por primera vez,
se plantea de abajo hacia arriba,
desde el niñ@
hacia la adulta
que le acompaña.
Como si fuese un 
plano cinematográfico
en contrapicado
donde el poder
y la autonomía
se transfiere a la infancia.

Las compañeras
lo hicieron
por segunda vez,
con ánimo de constructoras.
Si la arquitecta firma,
las delineantes, aparejadoras
y obreras curran.
Eso fue lo que hicieron.
Hacerse preguntas
a partir de las dificultades
que surgían.
Ensayar pretéritas
las posibilidades 
de la demanda y la oferta.
Investigar la tesis
más compleja de todas:
qué y cómo lo necesitan
l@s niñ@s.
Así que se pusieron
a jugar al Tetris
y se pasaron todas
las pantallas
hasta poner en los créditos
sus iniciales de récord.

[Cambiamos de planta
a contrarreloj,
fue lo único
que se nos resbaló 
de las manos;
el tiempo,
para la tercera,
propuesta de mejora]

Las compañeras
lo hicieron
por segunda vez,
lo de abrirnos las puertas
a un planeta milimétrico,
estético, de revista científica.
Un surtido de elementos
naturales no estructurados,
con más posibilidades
que cualquiera
de las ciudades que habitamos.
La investigación del entorno
bien planificado
y bien aprovechado,
porque hay veces
que tenemos las cosas
más cerca de lo que creemos.
Y hay que ser capaces de verlo.
Ellas lo vieron,
igual que su grupo,
desatando pasiones empíricas
con la espontaneidad
de sus deseos
y el buen acompañamiento 
de postre.

Las compañeras
lo hicieron por segunda vez,
recalcar el detalle
y meter el zoom del objetivo
en aquellas cosas
que son capaces de hacer
y que si les dejaran,
también reproducirían
en casa.
El arte del manejo
de los utensilios.
El orden adecuado de las cosas.
Las normas implícitas
de lo que subyace.
El respeto sagrado de 
cuando llenan la barriga.
Y el bienestar que se manifiesta
cuando el momento se ha consolidado.
Que nadie se olvide
que no es baladí
ni lúdico alimentarse,
sino con porciones igualitarias,
necesario, social y pedagógico.

Las compañeras
lo hicieron por segunda vez,
lo de ponerle un marco 
y pie de foto al juego;
pero no solo eso,
sino tratar de explicar
sus símbolos,
sus implicaciones
y sus significados.
Una vuelta de tuerca
a los objetos
y sus supuesto usos.
Hilar fino con sus conceptos
y explotarlos en ideas
no preconcebidas.
Hacerlo en libertad,
sin juicios
y con la confianza
de aquellas respuestas
que les impulsa,
sin que conozcamos
las preguntas.
Si alguien no sabe
a qué jugar
en una isla desierta,
es que se ha olvidado
todo lo que aprendió
de niñ@.

Y por último,
las compañeras
que lo hicimos por segunda vez,
un backstage bien planificado,
una performance revolucionaria,
un vestidor único e instransferible
que refleja el lienzo
de cada identidad
que protegemos
desde lo diverso.
Una construcción de sí mism@s
que se articula con
la sucesión de veces
que soñamos con transformarnos.
La metamorfosis absoluta
de lo que fueron,
de lo que son,
y de lo que sea que quieran ser.
Que a nadie le falte su percha
ni un espejo
en el que poder mirar,
y reconocer todo lo bello
y todo lo que tenemos derecho
a sentir miedo.

Que este texto sirva
para compilar
la documentación 2.0
de una Escuela Infantil Pública,
Respetuosa, Diversa y Comprometida
con las Infancias.

_Al equipo de la E.I.Las Nubes
del curso 2021/2022_



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