lunes, 30 de mayo de 2022

La decimocuarta

Es costumbre,
desde que estamos
en La Mariana,
relatar las noches de Champions.
Esta vez con hij@s,
la primera,
vestid@s de un equipo
por herencia familiar.
No sabemos si en un futuro
será su equipo,
o si ni siquiera tendrán alguno,
pero mientras tanto,
celebramos con amig@s
y seres querid@s
algo que nos hace ilusión.

La excusa perfecta
para volverse a ver
y rememorar otros tiempos
dónde veíamos y hacíamos
las cosas
de manera distinta.
Casas nuevas,
nuevas incorporaciones
y un poco más madur@s,
pero en esencia,
la misma gente
que se configuró
durante la adolescencia.
Aquí no prima el fútbol,
ni siquiera un ocio
medianamente dirigido.
Aquí lo que priman
son los rituales,
los cuidados
y el paso del tiempo
que se blinda caprichoso
mediante lazos
con sabor a toda la vida.

Para que se entienda bien,
no hemos visto
ni un solo partido 
de la fase de grupos
ni de las eliminatorias.
Me levantaba al día siguiente
y veía un resumen por internet
de lo que había ocurrido
el noche anterior.
Porque no puedo negar
que me hiciera ilusión
que fueran ganando
mediante remontadas históricas,
pero sí que puedo defender
la certeza 
de que las prioridades
cambiaron hace mucho,
sin consecuencias deportivas
ni nostalgias malavenidas.

En los seis años 
de La Mariana
hemos vivido cuatro noches
como la que 
me ocupa ahora mismo.
Con sus diferencias y peculiaridades,
pero con ciertos puntos en común
de las tradiciones
que no excluyen a nadie.
De verdad que escribo
no por un deporte
que ya parece un negocio,
una empresa mediática
y multimillonaria
con la que ya no
comparto casi nada.
Escribo sobre estas 
finales europeas
porque siempre
nos han conducido
a los mismo sitios,
con las mismas personas
y las sonrisas de siempre.

Una especie de homenaje
a la memoria
para decir recordar
con orgullo
dónde vimos 
la de aquel año,
en qué casa
y con qué anécdotas.
Parecido a los mejores
recuerdos de infancia
que no te cansas de traer
al presente
y que te unen,
aún más,
con quien compartiste
aquellos momentos.
Es solo eso,
retales de nuestras relaciones,
que año a año
crecen y se fortalecen,
sobre todo lo que acumulamos
el resto de meses
que no son mayo.

Son solo eso.
Momentos históricos
de tu memoria
que guardas con
mucho cariño.
Por eso esta vez
vimos el partido
en mi casa antigua,
la que me dieron
mis pamadres;
con mi padre
que es un holligan,
su madre,
que es mi abuela y su bisabuela,
que con casi 90 años
es una férrea seguidora,
y mi madre,
que nos abasteció
de caracoles y gallinejas
para celebrar en familia
la primera copa de Europa
de un nieto
que es el orgullo
de tod@s sus mayores.

No sé si me estoy explicando bien.
Que no es por el fútbol.
Ni por el equipo que te viene dado.
Son por todas esas cosas
que subyacen al evento
y que marcan un
día en el calendario
con implícitas emociones.
Por eso sigo escribiendo
sobre las finales
y quiero seguir haciéndolo
en años posteirores.
No por postureo
ni porque hagamos
de un escudo
nuestro mandato sagrado,
sino por el ambiente festivo
que no hace falta
que sea justificado.

No es falso
que suficiente hemos pasado ya
como para que ahora nos de vergüenza
juntarnos para celebrar algo
que si bien
el lunes la vida sigue
haya pasado lo que haya pasado,
sirve como un chute de energía
para recordarnos
aquellos años
en los que compartíamos algo.
De eso se trata
escribir de la decimocuarta,
de que se queden grabados
los detalles
de aquel día de finales de mayo,
donde en comparación
con la decimotercera,
todo ha cambiado.

_A Rubén, Sara, Carmen, Álvaro, Nere, Julen, Papá, Mamá, Bisabuela, Noe, Gala Y Enzo_

jueves, 26 de mayo de 2022

La segunda vez

Esta vez me lo tuvieron
que recordar galantemente.
No fue por
iniciativa propia,
pero cuando documentas
ya has pasado al 
plano de lo comunitario,
ya no vuelves a sentirte sola.
Así que eso fue
lo que hicimos
las compañeras
por segunda vez
y aquí lo resumo.

Y empezamos
por donde se tiene
que empezar,
por el principio:

Las compañeras 
lo hicieron por segunda vez,
en bloque,
desde la más temprana infancia.
Con todo lo que te ofrece
la brisa suave y natural
de los primeros meses,
cuando ni siquiera
han acertado con la marcha.
Porque han demostrado
que no es necesario
caminar para irse de excursión
y explorar mundo.
Nunca jamás se integraron mejor
los conceptos de dentro y fuera,
con la coherencia de un exterior
que te ofrece casi
lo mismo
que un interior.
Hablamos de las condiciones
de juego y descubrimiento,
de un acompañamiento
que trasciende al lugar
en el que sucede,
con tarima, vallas y toldos,
en definitiva,
con el tipo de fuente
más precisa
con la que se escribe
el sustantivo jardín,
adjetivo pedagógico.

Las compañeras
lo hicieron
por segunda vez,
demostrando que las Constituciones
pueden ser reformadas.
Dentro de un archivador morado
caben todos los cuidados
que ofrecemos,
con una redacción exquisita
y con un formato sobresaliente.
El baile de las coreografías
que deben ser estudiadas
y recordadas
por los siglos de los siglos
amén.
Una manera de cambiar el pañal,
donde por primera vez,
se plantea de abajo hacia arriba,
desde el niñ@
hacia la adulta
que le acompaña.
Como si fuese un 
plano cinematográfico
en contrapicado
donde el poder
y la autonomía
se transfiere a la infancia.

Las compañeras
lo hicieron
por segunda vez,
con ánimo de constructoras.
Si la arquitecta firma,
las delineantes, aparejadoras
y obreras curran.
Eso fue lo que hicieron.
Hacerse preguntas
a partir de las dificultades
que surgían.
Ensayar pretéritas
las posibilidades 
de la demanda y la oferta.
Investigar la tesis
más compleja de todas:
qué y cómo lo necesitan
l@s niñ@s.
Así que se pusieron
a jugar al Tetris
y se pasaron todas
las pantallas
hasta poner en los créditos
sus iniciales de récord.

[Cambiamos de planta
a contrarreloj,
fue lo único
que se nos resbaló 
de las manos;
el tiempo,
para la tercera,
propuesta de mejora]

Las compañeras
lo hicieron
por segunda vez,
lo de abrirnos las puertas
a un planeta milimétrico,
estético, de revista científica.
Un surtido de elementos
naturales no estructurados,
con más posibilidades
que cualquiera
de las ciudades que habitamos.
La investigación del entorno
bien planificado
y bien aprovechado,
porque hay veces
que tenemos las cosas
más cerca de lo que creemos.
Y hay que ser capaces de verlo.
Ellas lo vieron,
igual que su grupo,
desatando pasiones empíricas
con la espontaneidad
de sus deseos
y el buen acompañamiento 
de postre.

Las compañeras
lo hicieron por segunda vez,
recalcar el detalle
y meter el zoom del objetivo
en aquellas cosas
que son capaces de hacer
y que si les dejaran,
también reproducirían
en casa.
El arte del manejo
de los utensilios.
El orden adecuado de las cosas.
Las normas implícitas
de lo que subyace.
El respeto sagrado de 
cuando llenan la barriga.
Y el bienestar que se manifiesta
cuando el momento se ha consolidado.
Que nadie se olvide
que no es baladí
ni lúdico alimentarse,
sino con porciones igualitarias,
necesario, social y pedagógico.

Las compañeras
lo hicieron por segunda vez,
lo de ponerle un marco 
y pie de foto al juego;
pero no solo eso,
sino tratar de explicar
sus símbolos,
sus implicaciones
y sus significados.
Una vuelta de tuerca
a los objetos
y sus supuesto usos.
Hilar fino con sus conceptos
y explotarlos en ideas
no preconcebidas.
Hacerlo en libertad,
sin juicios
y con la confianza
de aquellas respuestas
que les impulsa,
sin que conozcamos
las preguntas.
Si alguien no sabe
a qué jugar
en una isla desierta,
es que se ha olvidado
todo lo que aprendió
de niñ@.

Y por último,
las compañeras
que lo hicimos por segunda vez,
un backstage bien planificado,
una performance revolucionaria,
un vestidor único e instransferible
que refleja el lienzo
de cada identidad
que protegemos
desde lo diverso.
Una construcción de sí mism@s
que se articula con
la sucesión de veces
que soñamos con transformarnos.
La metamorfosis absoluta
de lo que fueron,
de lo que son,
y de lo que sea que quieran ser.
Que a nadie le falte su percha
ni un espejo
en el que poder mirar,
y reconocer todo lo bello
y todo lo que tenemos derecho
a sentir miedo.

Que este texto sirva
para compilar
la documentación 2.0
de una Escuela Infantil Pública,
Respetuosa, Diversa y Comprometida
con las Infancias.

_Al equipo de la E.I.Las Nubes
del curso 2021/2022_



lunes, 23 de mayo de 2022

Tres mesecillos

23 de mayo
y un calor impropio
de temporada,
sigo con las uñas pintadas
de verde fluorescente 
y mi hija cumple
tres mesecillos,
así, como si nada.
Porque como si nada
pasa el tiempo
y las frases hechas
que son verdad,
para confluir en la realidad
que nos atañe.

Me acuerdo de cada
momento del parto
como si fuesen 
las tablas de multiplicar,
sin embargo,
en un suspiro,
se ha pasado un 
primer trimestre
que si bien fue lluvioso
durante las primeras semanas,
ahora son de esas semanas
que queman el campo
si te descuidas.
Quieres echar la vista atrás
pero ya no puedes,
porque la mirada
se ha convertido en global,
casi universal,
con más fuerza
que cualquier capital
del que dispongas.

La ardua tarea de 
exprimir unas naranjas
para tomarte su jugo
en un satiamen.
Cada experiencia
es tan intensa
que resultan,
a veces, efímeras.
Porque aunque sean
seres distintos,
ya conoces de qué va
la movida.
Y se nota.
Se nota mucho el haber
experimentado
vivencias previas y similares.

Incluso así
sigue siendo
una flor única en el bancal.
Con sus destellos
y sus pétalos de colores.
Con su olor inconfundible
aunque yo ya no pueda olerla.
Pero como me pasó
con su hermano,
yo podría reconocerla
entre millones
con los ojos vendados,
porque esto 
no va solo de sentidos,
sino del conocimiento
del saber de su existencia.
Y la memoria,
por mucho que enferme,
ya se ha arraigado ese dato
hasta el fin de los tiempos,
hasta el final de mi tiempo.

La flor enraizada
al campo de la justicia,
con su tallo honorable
y su néctar humilde.
Una flor que,
como sus pamadres,
ya no podrá ser arrasada,
pero sí transplantada.
El día después de su llegada,
Rusia invadió Ucrania,
pero ya había muchas 
más guerras antes,
ya morían a cientos de miles antes.
La sentencia no fue esa.
La sentencia fue seguir
redondeando
el número 23,
uno menos que el de
vuestra madre,
porque ella siempre
os sujetará la puerta,
ella siempre será la segunda
hasta que aprendáis que,
ceder el paso,
es otra forma de ganar.

Otra flor que regar
en mis campos.
Otra flor húmeda y vibrante
que refleja la parte del sol
que nos conforma a todas.
Crecida y acompañada
en la diversidad
que nos posibilita
seguir avanzando
mediante el respeto
al otro,
con la confianza natural
de las metamorfosis
que sufriremos,
con la conciencia tranquila
de no haber corrompido
la moral humana
que devasta los campos.

Un trimestre
en el que has sido
porque tu hermano
te ha mirado mucho,
y te ha contado
que está enamorada de ti,
sí, enamorada, en femenino,
porque aunque no tenga
coherencia léxica,
las implicaciones y significados
que tiene trascienden
a las palabras escritas adecuadamente.
A sabiendas de que tú
también estás enamorada
de él,
sigue esperando
a que tus primeras palabras
pasen por nombrarle (TATE),
pasen por hacerle consciente
de todo lo que quieres
devolverle.

Ya te he contado
los lugares,
con tu permiso,
que ocupan tu mamá
y tu hermano.
Ahora quiero contarte
dónde me situo.
Si con tu hermano
creí "conseguirlo" todo,
si con tu hermano
completé mi eje,
contigo atravieso
todo lo que la vista mi ofrece.
Eres la transversalidad
de mis días
y de lo que me reste de vida.

Si ya tenía
la estructura,
ahora tengo la melodía.
Me puedo morir tranquilo,
pero no pienso hacerlo
hasta conseguir
que seáis mi música.

viernes, 20 de mayo de 2022

Probarse la ropa

¿Quién no se acuerda
del momento
en el que tu mamá
te decía
que había que probarse ropa
para ver cómo te quedaba?

Esos zapatos nuevos,
rígidos e inflexibles,
mientras mamá apretaba
tu dedo gordo
para ver dónde te llegaba.
Cogerte el bajo del pantalón
con alfileres
para que no te perdieses
en la largura de la tela.
Colocarte bien la camisa,
hombro con hombro
y puños con botones imposibles.

Recuerdo aquellas imágenes
como momentos
poco deseables,
afrontándolos con pereza
y desgana.
Pero ahí estaba mi vieja,
quién si no,
haciendo cosas
que alguien tenía que hacer,
sin resignación
y con las tareas claras.

Pese a su horario comercial,
era ella quien me ayudaba
a terminar los trabajos de Plástica
(bien dicho, Educación artística).
O quién me limpiaba las orejas,
me cortaba las uñas
y dejaba la ropa preparada
del día siguiente.
Luego la cena,
comidas posteriores
y si no era muy tarde,
lavadora al canto.
Nunca me levanté antes que ella,
quién con su café americano
y la tele puesta,
planchaba montañas de ropa
casi de madrugada.

Generalmente era ella
quién me contaba el cuento 
y con quién rezaba
las últimas palabras del día.
Ahora soy ateo,
pero le agradezco profundamente
aquel ritual
que replico con 
mis propios hij@s.
Sus cuidados
cuando enfermaba;
sus abrazos
cuando tenía
que ser consolado
por magulladura en las rodillas;
su paciencia infinita
por saber justo
lo que necesitaba
en cada momento.

Era ella quien me hacía
el disfraz con retales
en carnavales.
Quien me llevaba
a cada cita médica
pidiendo permiso
en el trabajo;
un trabajo 
que era el mismo
que el de mi viejo.
Quien compraba y envolvía
cada regalo que recibía.
Era quien se sentaba
a jugar conmigo
cuando madrugaba
cada fin de semana.
Quién me ponía el desayuno
y me acompañaba
como podía
mientras hacía
miles de cosas.
Quién me daba 
el primer y último beso
de la jornada.

También era con
la primera que me enfadada,
precisamente por ser
mi principal acompañante
y mi referente.
El recipiente
que acogía todas
mis emociones.
Ahora soy yo el padre
y cumplo algunas
de estas funciones maternas,
pero todavía me queda.
Estudio y analizo
las maneras.
Lo intento y me equivoco.
Pero dispongo del mejor
marco teórico,
donde ensayo con tablas,
ejemplos y comparaciones.

Cada vez que observo
a su madre,
la de mis hij@,
me acuerdo de la mía.
Y pienso en todo
lo que me falta
para alcanzarlas,
a las dos.
Y lucho a muerte
por conseguirlo,
no por equipararme
desde el poder o la envidia,
sino por tener certezas,
la certeza de las cosas bien hechas.
Cuánto las debemos
y qué poco nos fijamos.

Está claro que hemos avanzado,
que los hombres y/o padres
ya cumplimos otras funciones.
Pero seguimos
a medio camino.
Quizá lo lleven dentro
o quizá ellas sean
más valientes,
no tengo la respuesta.
Lo que tengo claro
es que no quiero
quedarme atrás,
quiero ser ellas
sabiendo que nunca
podré ser ellas,
pero son mis referentes,
ahí no hay fallo,
ahí no me equivoco.

Voy a empezar por aquí:
- Hijo, ¿puedes venir
para que te pruebe
estos zapatos?

_A todas las mujeres
sean o no sean madres_

miércoles, 18 de mayo de 2022

Sueños malos

No quiero soñar por soñar.
No quiero tener que soñar
cosas malas
y despertarme sin aire.
La angustia de seguir
escapando incluso en sueños.
La presión de tener
que seguir resolviendo cosas
desde el inconsciente.
No me apetece enfrentarme
a nuevas "realidades"
que me hacen dudar
y sentir miedo,
que me procuran dolor
y tristeza,
que me hacen luchar
sin apenas fuerzas.

Los sueños están sobrevalorados
y yo solo quiero descansar;
que descanse el resto
sin prisa por abrir los ojos
para renegar de la ilusión.
No me parece que sea magia
ni algo bonito que recordar.
Pienso en las maneras artificiales
para conciliar el sueño
y las echo de menos.
La añoranza de 
un puñado de horas
que resulten reparadoras.
Suficiente sufrimos
ya durante el día
como para no poder
desactivar la alarma de noche.

Persecuciones, accidentes,
traiciones y muerte.
Si eso es lo que vas a ofrecerme
prefiero que me pongan
pinzas en los párpados,
ensangrentarme los ojos
y no soltar una sola lágrima
pese a la tortura vespertina.
Quiero dejar de perder cosas
hasta en sueños.
La vida no puede ser
un duelo continuo;
no puede ser estar aterrorizado
y pensativo
con cada paso
que avance o que retroceda.

A veces, quedarse estático
a sentir todo
lo que ejerce influencia
puede ser lo único
que te sane.
Ya está bien
de dar explicaciones
todo el rato
y de sentirse mirado
por las sombras.
En ocasiones,
perderse sin sufrir las consecuencias
es necesario.
Reencontrarte contigo mismo
en la soledad más absoluta.

Soñar por soñar
no debería revalorizarse
por el simple hecho
de incluirse en el
mundo de lo imaginario
donde todo es posible,
tanto lo mejor que deseas
como lo peor que detestas.
Que regulen los sueños
de una puta vez
y que podamos decidir
eutanásicos
cómo queremos hacerlo,
o si querernos si quiera hacerlo.

Te dirán
que los sueños
sueños son.
Y que son irremediables.
Y que son irreversibles.
Pero desde el momento
que pueda recordarlos,
tendré la opción
de criminalizarlos
si así lo creo conveniente.
Porque para eso son "míos" ¿No?
Para acogerlos y/o desecharlos
sin miedo a las represaliasa
de algún otro soñador
que quiera embaucarme.

Quiero descubrir
dónde está el botón
que los desactive
para poder apagarlos para siempre.
Eso no me hace menos humano,
sino que me hará más libre.

sábado, 14 de mayo de 2022

Un aprendizaje

Joder,
pues habría que preguntarse
si de todo se puede
sacar un aprendizaje.
La típica de que
te pasan cosas de mierda
y te viene
el típico conciliador
con lo de que algo
has podido aprender.
La del optimismo
de tener que sacar,
por cojones,
algo de provecho.
Bueno
¿y si no me apetece, qué?

Siempre estamos
saltándonos pasos
porque en realidad
no tenemos ni puta de idea
de relacionarnos
de una manera asertiva.
Acercarse a alguien
con la precaución
que se merece.
Preguntar antes
de escupir opiniones.
Escuchar;
cerrar la puta boca
y atender a lo que se te cuenta
y cómo se te cuenta.
Hay veces,
por mucho que nos cueste
comprenderlo,
que no se espera nada de ti.

De verdad,
que no están difícil,
solo es que nunca
te has planteado
la posibilidad de hacerlo
de otra manera.
Simple y llanamente.
No todos los días
me levanto
queriendo aprender
algo nuevo;
y no quiero
que me den lecciones
constantemente.

Esto no es una lista
de aprendizajes obligatorios
de un currículo
de un sistema precario.
Ante lo que nos pasa,
chapoteamos como podemos
y a veces
toca hundirse sin remedio
ni conocimiento.
Porque necesitamos 
ese tiempo
para posibilitarnos
seguir nadando
hacia ese destino
desconocido.
Porque lo haremos
conas o menos recursos,
pero las fuerzas siempre flaquean.
Porque llegaremos o
nos perderemos,
peor las conclusiones
son únicas y personales.

No tenemos que estar
todo el rato preparadas
para el crecimiento;
tenemos derecho a estancarnos
y pedir ayuda
si lo vemos conveniente.
No todo es un caldo de cultivo
donde es imprescindible
coger aquellos grumos
por la necesidad
de acogerse a algo,
a lo que sea.
Perder el equilibrio
y caer la vacío
sin la exposición
de un par de ojos mirando.

Joder,
hasta la polla de expertos
que luego no son capaces 
de aplicarse el cuento.
La ignorancia,
el desconocimieto consciente
y el transitar a solas
parte del camino
también es de valientes.
La presión social
y la exigencia
de l@s que te acompañan
no es siemrpe la mejor opción.
Aprender aprenderemos seguro,
pero tenemos nuestros ritmos,
y eso es algo
que l@s que te rodean
deben también aceptar, asimilar
y respetar.

De las cosas de mierda
se sale y se aprende,
pero yo seré quién decida
cómo, cuándo y por qué.
Tú, mientras,
puedes estar disponible
por si te necesitase
y por si juntas,
decidimos aprender algo nuevo.
No vengas con lecciones.

viernes, 13 de mayo de 2022

A veces soy muy duro

A veces y sin a veces.
Cuando entras en
una racha negativa
de connotaciones excluyentes
que justificas
debido al cansancio
y a todo lo que te sucede
fuera de casa.
Pues me pasa.

Cuando iracundo
le hablo mal
o pierdo la paciencia
como si la paciencia
pudiera ser contenida
en un bote.
Es falta de miras
y una precaria perspectiva.
En el camino de vuelta
te juras y te perjuras
que hoy vas a intentar
hacerlo un poquito
mejor que ayer
y a los cinco minutos
la jodes.
Necesito escribirlo
a ver si de esta manera,
al hacerlo visible,
consigo dar pasos
hacia lo contrario.

A veces,
demasiadas veces,
soy muy duro
en las contestaciones,
en la rigidez de los planteamientos,
en el olvido de las alternativas
y la empatía.
Hasta el punto
que me pregunta
por qué estoy enfadado.
Y le miento 
diciendo que no lo estoy
porque es lo que me sale,
porque es la imagen
que quiero dar,
pero estoy equivocado,
debo validar mi enfado
y responder más humilde.

Ese es mi trabajo principal.
La reflexión, el análisis
y el calibrar cada respuesta
con el ajuste que se merece.
El de hacerlo suave,
en tono e intenciones,
con cariño y mimo,
con la posibilidad
y la oportunidad
de que sea él
quién decida
como quiere dar
los siguientes pasos.
Y me nublo,
a veces me opaco
y lo pago con él.
Qué mensajes
le estoy lanzando.

Soy demasiado duro
con mi hijo a veces,
demasiadas veces,
cuando en realidad
me autoconvenzo
que reina la flexibilidad
en mis días.
No es así.
Muchas veces resulto
demasiado normativo
y/o limitante
para con el otro.
Un reflejo entre semejantes
nada halagüeño,
que se oscurece
demasiadas veces
o que cuanto menos
se diluye borroso.

Soy demasiado duro
con mi hijo
cuando en realidad
(creo)
que no lo soy con nadie más.
Son cuotas de poder
que me corrompen
e incapaces de gestionar
algunas veces,
demasiadas como
para no alarmarme.
Lo reconozco y reniego
de tales posiciones
que no me llevan 
a ninguna parte,
mucho menos a él.
Solo a lugares
poco amables
donde no me reconozco,
donde me identifico
como alguien indeseable.

Lo he querido
disimular hasta en el título:
"Algunas veces".
No, son demasiadas
(lee bien la coma).
Es mi responsabilidad
y mi función
resultarle estructurante
y no un objeto
al que responder a través
del miedo.
Esto se tiene que acabar.
Tengo que acabar
con la punzante
moralidad
que oprime con gesto
de superioridad.

Qué cojones
ni qué tres cuartos.
Que cuidar, criar y educar
confluyen todo el rato,
y los resultados son transversales
a toda la trayectoria
que están por experimentar.
Mi enfado será el suyo
del futuro.
Hasta aquí he llegado.
Podré seguir equivocándome,
pero cada vez
será menos grave,
no por no darle importancia,
sino porque cada vez
habré mejorado un poquito.
Te lo juro.


jueves, 12 de mayo de 2022

Un grupo de hombres

Cada vez me dan
más miedo
los grupos de hombres;
ese campo de nabos sudados
que pierden habilidades
en el lenguaje
y su pensamiento
se concentra en la testosterona.
Miedo a las represalias
y a que pierdan el control.
Terror a su empuje colectivo
y a sus pasiones clandestinas.
Esas voces graves
que esconden secretos oscuros,
camuflados de vítores bélicos
y aliñados con alcóhol.

La inevitable sensación
de impunidad y superioridad
por ser de un grupo de hombres.
Miedo y asco.
No me identifico con ellos
aunque no pocas veces
haya tenido actitudes machistas.
Me arrepiento y pido perdón
públicamente.
Pero no solo eso,
sino que trabajo diariamente
en nuevas sensibilidades,
en que cada hombre
que me acompañe,
luche a muerte
por alejarse 
de las antiguas masculinidades.

Un grupo de hombres
que ha desvirtuado
la palabra manada,
haciendo de ella
algo malo, grave, opresivo.
Porque todo son presas
fuera del círculo del depredador.
Son matemáticas demostradas.
Un grupo de hombres
con infinitas posibilidades
de que agredan
en cualquiera de sus formas,
de las más sutiles
a las más explícitas,
pero siempre agresores.
Lo dicen la historia,
los datos
y las actitudes vigentes.

Aunque lo quieran negar,
aunque lo quieran proteger,
aunque lo quieran manipular,
es lo que es
y los grupos de hombres
causan pavor.
Y yo no quiero pertenecer
a esa congregación de babosos
susceptibles de que se les 
vaya la mano.
Quiero a mi grupo,
la Kuadrilla,
en femenino,
con hombres y mujeres,
y si los hombres salimos a solas,
quiero que sirva
para desmontar el chiringuito,
para dejar de blanquear
los anos de los caucásicos
heterosexuales,
para cazarlos,
en última instancia,
si hiciera falta.
Me lo enseñaron ellos,
con sensibilidades diversas
y revolucionarios en acciones.

No me extraña
que den miedo
los grupos de hombres.
La próxima vez
no me cambiaré de acera;
me meteré en medio
y centrifugaré con
todas mis fuerzas
todo el mal que ejercemos.
Hasta que descallezca,
hasta que me maten,
hasta que todo esto,
por fin,
se acabe.
Lo siento mujeres del mundo.

miércoles, 4 de mayo de 2022

Abceso

Cuando los quejicas
te dicen el dolor
que puedes sentir;
cuánta cantidad de dolor
te define,
porque el quejío es libre,
pero el dolor
lo es aún más.
Lo que no debería
de ser libre
es la intromisión
o el intrusismo
a no ser que sea
por motivos justos
que defiendan
a otra persona de ser reprimida,
amedrentada o pisoteada.

Ayer me quitaron
un cacho de fascismo
de 6 centímetros de diámetro
del sobaco.
Una protuberancia de pus
como una pelota de golf
de grande,
rellena de moco verde y espeso.
Lo que vendría a ser
una excisión de VOX,
produciendo asco por fuera
y mal olor y miedo por dentro.
Me lo sajó sin contemplaciones
una sanitaria del ámbito público.

Dicho hospital,
con nombre en el pasado
de dictador asesino,
tiene unas instalaciones
del año 67.
Con pasillos y galerías
estrechas,
se conforma
con decenas de salas de espera
abarratodas y rancias,
por donde el personal
recorre sus espacios
laberínticos,
sin apenas sonrisas
y ritmos acelerados.
No tienen motivos
para lo contrario.
Mientras, sus pacientes,
sufren sus dolencias personales
sin abrir la boca
ni cambiar el semblante.
Corredores de la muerte casi,
donde a fin de mes
despiden a miles
y seguramente familiares
de esos miles,
votando a su verdugo.

Una Comunidad parasitaria
de toda la infección que provoca.
Por eso,
pese a la presión máxima,
donde me acordé mucho
de las mujeres
por la presión física y simbólica
que reciben,
y pese a lo desagradable de la situación,
sentí una suerte de placer sádico
donde me imaginé
que expulsaban
a todos los nazis y fachas
de los barrios,
donde sajaban a pelo
y sin anestesia
a todos los medios de comunicación
que merecen ser expropiados,
donde con unas pinzas
estirpaban cualquier ápice
de racismo y homofobia
y donde con una jeringuilla
a presión,
me limpiaban todo
el odio y miedo que me acompaña.
Y donde por último,
me pusieron la denominada
gasa-mecha,
e imaginé que sería
mi cóctel molotov
a modo de autodefensa.

Me ofrecieron Enantyum
pinchado o por vía oral;
elegí la pastilla
porque no soy religioso
ni necesito sentirme realizado
a través de la culpa, el sufrimiento
o la redención.
Deshice el camino de vuelta
como un globo desinflándose
y vi a dos policías nacionales
y un guardia civil.
Me acordé de la represión
del 1 de octubre en Catalunya,
de los antidisturbios en Madrid
en la manifestación en contra
de encarcelamientos por rapear,
y de aquella pelea de bar
de Alsasua
por la que varios jóvenes
siguen encerrad@s.

Una amiga me dijo
que lo que tenía yo
se llamaban golondrinos.
Eso es lo que sois:
golondrinos zombis maquiavélicos
que merecen ser exterminados.
Durante la noche
he estado supurando;
lo demuestra el cerco de sangre
de mi camiseta del pijama.
Solo me ha faltado la fiebre
para poder llegar a sentir
que algún día acabaremos
con vosotros,
pedazos de abcesos.

martes, 3 de mayo de 2022

Descubre su mano

Con apenas dos meses,
se ha descubierto su mano,
primero la izquierda,
luego la derecha,
aunque se inclina
para donde se tenía
que inclinar.
Igual que inclina sus ojos
cambiando el semblante
ante tal hazaña,
reconociéndose in situ,
tomando conciencia de su existencia.

Cierra el puño
como si se sujetase
a sí misma,
con la firmeza
con la que se identifica
su propio cuerpo.
Y lo mueve lentamente
como si fueran
los primeros pasos
de un baile
con el que toma contacto
de la realidad inminente.
Se concentra
mientras intenta enfocar
no sin dificultades,
su estrabismo.
El abismo de descubrir
las partes que la conforman.
Y se centra unos largos
segundos en su tarea,
la tarea de definirse
sin prejuicio alguno
ni influencia externa.

Prolongarse a través
de sus miembros.
Proyectarse a través
de los significados.
Y un relato que le lanzamos
desde enfrente
para que lo vaya dotando
de matices.
Cuando la imagen
es tan simple
que te enamoras
sin ornamentos.
Porque sabes las implicaciones
que conlleva,
porque sientes su éxito
como si fuera propio.

Sus primeros juegos autónomos
son el hito
que marcará su desarrollo.
Una puesta en marcha
de todos los sentidos
donde la coordinación
es la única barrera
que la separa de conseguirlo.
Y tú observas
como quien observa
a las flores,
con detenimiento y emoción
de las cosas bellas
que tienen
que ser estudiadas.
Y con la digna admiración
de que los significantes
cobren importancia,
porque las tienen,
y mucha,
pero con el debido respeto
de no inmiscuirse
en sus investigaciones.

Un ensayo científico
con resultados empíricos.
Otro momento 
en el que te quedarías a vivir
libre de cualquier creencia
o ideología,
con el peso del tiempo
carente de expectativas
que te pertenezcan,
sino con la confianza sagrada
de ver transcurrir el suceso,
sin ánimos ni refuerzos,
sin sensación alguna
de victoria o derrota,
pero con la convicción
del necesario ritmo
que acompaña a cada un@.

Descubrise la mano
quiere decir
en primera instancia
que la tiene,
y en segunda,
que ha de aprender
todos los usos 
que se disponen.
Una especie de
coste de oportunidades
que tiene sus fases,
pero que sin duda
la orientarán a seguir
hacia delante;
mirando hacia atrás
cuando sea necesario
recordar algo importante
y con la solidaridad
de los que todavía
no lo hayan conseguido.
Es la perfecta definición
de humildad y compromiso.
Ya has elegido tu camino.

domingo, 1 de mayo de 2022

De Madrid al cielo y de Móstoles al suelo

Dicen que de Madrid al cielo
y de Móstoles al suelo,
pero las palomas
te cagan desde todos los sitios.
Son periféricas y centristas,
veletas de cualquier árbol
que les de cobijo,
así que vivas donde vivas,
las sombras siempre
estarán al acecho.

Puede que las calles
estén más o menos limpias,
los parques más o menos cuidados,
los contenedores
más o menos vacíos,
pero el daño urbanístico
se hace presente
cuando ya ni los semáforos
valen para regular el tránsito.

Habrá más o menos banderas
(trapos sucios),
ropajes venidos a más
o venidos a menos, 
carros de supermercado abandonados
y pinzas caídas en el olvido,
se llame como se llame la calle.
Más o menos sitios para aparcar,
pero siempre demasiado coche.
Un ruido interminable
que no descansa en madrugada
y una contaminación constante
y parte
de todo lo que va 
a ser respirado.

Pintadas amater en las paredes,
escupitajos en las aceras,
papeles volando
entre fuentes artificiales.
Baldosines levantados,
alcantarillas con sabor a pozo
y marquesinas
que no se han rehabilitado en años.
Como las fachadas y los balcones
por los que la gente salía
a hacer sus homenajes superficiales.
Luces de neón
y cantos de sirena, 
casas de apuestas en auge
y personas sin hogar
susceptibles de ser carne 
para nazis.

Pasos de cebra equidistantes
con mensajes sobre magdalenas,
calles peatonalizadas
que no respeta nadie,
recorridos hacia los coles
donde nadie 
aprende a quererse.
Ya no caen pelotas
cuesta abajo
hacia las estaciones.
Bancos miserables,
los de madera
y los que fueron
rescatados con dinero público,
edificios oficiales poco amables
y barracas policiales
donde ya nadie hace nuevas amistades.

Gatos callejeros
con un solo ojo
por la maldad del hombre,
farolas apagadas
e invasión de cristales.
Cacas de perro
en el campo de batalla,
Cayetanos cuales minas
pises donde pises,
ya no se hacen barricadas ni trincheras,
los ricos y sus búnkers,
las borracheras.
Los conejos ya no duermen
ni de noche
por la deforestación
de arbustos, plantas y árboles.
Cucarachas venidas 
de todas partes,
en Metro, en Uber,
en ambulancias.

Colas del hambre,
canchas de fútbol guateque, 
carriles bici inexistentes,
plaga de runners.
Ya no hace falta
ser gitano
para buscar chatarra
y quien roba
nunca tuvo la piel morena.
Bares casposos
votando leyes
que les resultan en contra,
Centros de Salud precintados
y en cuarentena,
comercios en decadencia,
Amazon en la puerta de tu casa
y la condena de la tendera.

Las eléctricas llamando
en la hora de la siesta,
las inmobiliarias colándose
en los portales
y los testigos sectarios
captando navegantes.
El infierno de las ciudades.
Aquí nadie recicla
porque nos hemos tragado
el bulo de que para la ley
todas somos iguales.
Telefónicas, ruters y plataformas.
Maratones de series
en las pantallas
porque no nos sabemos
el nombre de las flores
que se ven por las ventanas.
Patios que son cárcel.

Iglesias subvencionadas
y trompos en las rotondas.
Carreras ilegales,
hordas de cuñados
y falsos autónomos a raudales.
Solo vamos a los coles
en días de votaciones.
Cada vez más muros,
verjas y alambradas.
Alturas metálicas,
asientos de hierro
y pinchos de punta afilada
para que se te quiten las ganas.
Luego decimos de los botellones
y las libertades.
Rejas-barrotes.
Carteles del odio
y mecánicas gentes,
como Galeano,
que ponía el adjetivo
por delante.

Asociaciones de vecinos
con las mismas personas
de hace cuarenta años,
huertos urbanos oasis
y plenos municipales de circo.
Cada vez más concertados,
franquicias capitalistas
y encargados tiranos.
Una población envejecida
y una juventud adormecida.
Barrios derechizados,
barrios residenciales
asépticos
y descampados urbanísticos
bien delimitados.


Es verdad
que ni Madrid ni Móstoles,
estamos perdidas
en todas estas ciudades.

_A Jarocho_

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XXX