Me despierto
con la gota de sudor
cayéndome
por la frente.
Es temprano,
pero ya hay
luz suficiente
como para
que haga entrada
el calor.
De nuevo un tiempo
donde tocarse
ya no es opción.
Hibernación
de abrazos
y contactos,
de cuerpos
necesitados
de otra carne
que tendrá
que esperar
a la primera
gota del rocío.
Un ambiente
pegajoso
que te seca
el cerebro
y produce
mal olor.
Meses de insomnio
que "sueñan"
con la brisa
que te acomoda
el flequillo
en la cara
para que tú,
lo despejes
hacia la oreja
derecha.
Los roces,
del tipo que sean,
obligados
a emigrar
a otra parte,
en cualquier parte
buscando
otra oportunidad.
Algun@s,
le tenemos rencor
al verano
y saciaremos nuestras
ansias de venganza
con la primera
noche del otoño.
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