quedó perplejo
ante la belleza
y compromiso
de la guerrera
opositora
Las tierras pepineras
quedaron devastadas
por el asedio andaluz
y las hojas calcables;
pero ocurrió
que,
en el flagor
de la batalla,
una de las
observadoras
internacionales
hincó su rodilla
para ofrecer
la mano a la
guerrera herida.
Ésta,
bloqueada
en medio
del incendio,
se recompuso
y se alzó
renovada
haciéndose hueco
entre las
filas enemigas
sin derramar
una sola
gota de sangre.
Finalmente,
subió a la torre
más alta del
castillo conquistado,
echó un vistazo
y supo que había
dado un paso
importantísimo
pero que todavía
quedaba mucho
mundo por liberar.
Así, descansó
los días siguientes
esperando
a que las plicas
alumbraran
como antorchas
medievales
la siguiente
estrategia...
continuará...