[Estimada familia López García:
Como tutora de curso de su hija, solicito una tutoría urgente con ustedes debido a la preocupación creciente que siento por ciertas actitudes de la pupila.
Verán, su hija, más adulta que una misma, realiza preguntas incómodas sobre la vida para las que yo no estoy capacitada a dar respuesta. Todo ello en un contexto donde lo único que se le pide es guardar asiento, mantener fija la mirada hacia adelante y casi sin pestañear y guardar silencio oriental hasta que se la autorice a expresarse civilizadamente.
Cuestiona todo aquello que le resulta incomprensible y yo, experta en funciones docentes, pierdo la notoriedad que se me exige para el buen desarrollo de la sesión. Encuentra soluciones al problema planteado mediante procedimientos que yo no he enseñado y eso, eso no se lo puedo permitir, nada de emancipamientos autónomos. No es una alumna académica, sino más bien pedagógica, respetuosa y contundente; la excepción envidiada y odiada, se está desmarcando del resto de sus compañer@s y eso no la deja en buena posición.]
La familia López García, sin comentar las observaciones de la tutora de su hija, rompieron la convocatoria urgente y la desecharon.
La profesora nunca fue visitada y la cría, la cría marcó época dando ejemplo de su madurez por su debida infancia.
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